• 02/03/2012 01:00

¿Qué buscan los Estados Unidos?

Como principio fundamental de su política exterior, los Estados Unidos buscan establecer un supuesto régimen de libertad y justicia en e...

Como principio fundamental de su política exterior, los Estados Unidos buscan establecer un supuesto régimen de libertad y justicia en el mundo. Este objetivo dirige tanto su papel en la política internacional, como su ayuda externa, lo que no puede significar otra cosa que la promoción de democracia ‘made in USA’, valor fundamental del Estado estadounidense.

Eso se traduce en ofrecer apoyo moral, político, diplomático y financiero a individuos y organizaciones que luchan en contra de un régimen autoritario o contrario a los valores que ese país profesa. Fomenta economías orientadas por el mercado, porque los países que no poseen una democracia estable se encuentran más propensos a movimientos insurreccionales y a otras formas de desórdenes que amenazan la seguridad regional y eventualmente de los Estados Unidos.

En teoría, dentro de las expectativas de esa potencia, la importancia de la existencia de regímenes democráticos para la seguridad y los intereses norteamericanos se explica por la experiencia de que los países democráticos no hacen la guerra unos con otros. Las democracias no patrocinan el terrorismo contra otras. No construyen armas de destrucción masiva para usar contra otras democracias o amenazarlas. Los países democráticos son más confiables, abiertos y mejores socios comerciales. A largo plazo ofrecen un clima más estable y durable para la inversión. Son ecológicamente más responsables, porque deben responder frente a sus propios ciudadanos que se organizan para protestar por la destrucción del medio ambiente. Son más honorables en el cumplimiento de los tratados internacionales, porque valoran las obligaciones legales y porque su apertura les hace más difícil mantenerlos en secreto.

Las autoridades actuales norteamericanas conciben en ese contexto el orden internacional y el liderazgo de Estados Unidos como hechos naturales preestablecidos y que su aceptación del internacionalismo, con su concepto de multilateralismo, está condicionado a la habilidad de ese país, por derecho propio, de actuar unilateralmente frente a las amenazas.

Es decir, esa estrategia busca la imposición de regímenes democráticos y economías de mercado, combinado con el derecho de actuar unilateralmente frente a ellos cuando las circunstancias así les convenga. Al mismo tiempo, está caracterizada por el pragmatismo, lo que implica una consideración desigual hacia distintos países. Por ejemplo: Hacia China, los Estados Unidos han tenido una actitud benevolente en ciertos temas (derechos humanos, libertades individuales y democratización, por ejemplo), buscando otros más inmediatos: control de producción de armas de destrucción masiva, comercio de armas y tecnología militar, y apertura de mercados de consumos, entre otros.

Históricamente, los Estados Unidos han sido más generosos en ayuda y concesiones comerciales cuando existía una amenaza a su seguridad. La misma conducta parece estar operando nuevamente. Así, están dispuestos a tolerar países y gobiernos complacientes y alineados con dichas políticas, aceptando abuso y concentración del poder político, en detrimento de las democracias que deben regir en dichos países. No obstante, es exigente con otras, en particular con regímenes de izquierda, como Venezuela, Nicaragua, Ecuador y Bolivia.

La importancia de esto es mayor en las relaciones entre Estados Unidos y América Latina. En ese sentido considera como imperativo de su política exterior el frenar el tráfico de drogas ilegales a través de las fronteras nacionales, pero sin tener corresponsabilidad.

Otro asunto de creciente relevancia en los Estados Unidos es el terrorismo, pero esta vez, la importancia que América Latina representa no se debe necesariamente a su capacidad de producir hechos terroristas en otros países, sino a su supuesta incapacidad de impedirlos o contenerlos. Si bien respecto a estos temas la Presidencia de Estados Unidos ha tomado la iniciativa, la decisión reside mayormente en el Congreso de aquél país. Esos temas hacen que actúen en forma unilateral, buscando la mayor eficacia, tanto más cuanto mayor sea el peligro que perciban para su sistema político.

De ese análisis surgió la doctrina Bush de la ‘Guerra Preventiva’ y la postura sobre la guerra contra el terrorismo, cimentada en el ‘Proyecto para el Nuevo Siglo Estadounidense’ (PNAC, correspondientes a las siglas en inglés de The Project for the New American Century), con el fin de ‘concentrar los esfuerzos para el liderazgo global estadounidense’.

Esta política unificó toda la política histórica internacional estadounidense. Recogió la ‘Doctrina Monroe’ en el ALCA y sus variantes más agresivos en el Plan Colombia. También el ‘Destino Manifiesto’ de los Estados Unidos a llevar libertad y democracia a todos los confines del planeta, al mismo tiempo que expandió las fronteras de la política de Truman, Nixon y Reagan de intervención armada donde fuera necesario a sus intereses. Finalmente, reeditó la política de Kennedy de ‘Alianza para el Progreso’ en sus variantes más peligrosas de apoyo irrestricto al FMI, BID, OMC y BM. El resultado fue la reincorporación del miedo y la amenaza como excusa para atacar preventivamente.

Está claro que la administración Obama abandonó la agresiva política exterior de Bush y se movió en un esquema teórico de posguerra Irak, reduciendo su presencia militar en ese país y propugnando por lo propio en Afganistán, declarando una victoria pírrica y dejando atrás desastres de países.

Los inicios de un cambio, aunque no drástico, de la política exterior estadounidense actual, caracterizada por la utilización del terrorismo y el narcotráfico como excusas inexorables para ataques preventivos, la imposición del modelo neoliberal y la Globalización, y la doble moral en materia comercial, marcan la agenda internacional de los Estados Unidos a continuar en el 2012.

ABOGADO

Lo Nuevo
comments powered by Disqus