• 03/03/2012 01:00

Inversiones humanas y modernas

I ncrementar la producción con eficacia, y los beneficios logrados distribuirlos con justicia entre todos los participantes, es la opció...

I ncrementar la producción con eficacia, y los beneficios logrados distribuirlos con justicia entre todos los participantes, es la opción moderna del progreso de la sociedad. El talento o habilidad para hacer dinero no puede interpretarse hoy, como el abuso de explotar la mano de obra mal remunerada y el pago especulativo de las materias primas.

La concepción filosófica del dinero como vehículo de bienestar colectivo con desarrollo, responsabilidad y justicia social, aplicado tanto a las áreas económicas y técnicas, como también a los alcances cívicos y aún políticos, es una aspiración del mundo moderno. La humanización del dinero y de las capacidades empresariales es el camino a la paz y la sobrevivencia armónica y estable de la misma Humanidad. Cumplir con el objetivo que las leyes y la ética les permiten, para activarse en un sector tan polémico como es el de la producción.

Negocio, comercio, son niveles de servicio comunal, de distribución y transporte que cumplen un rol, pero que no deben, en función intermediaria, convertirse en los controladores ni manipuladores del esfuerzo, del trabajo y las facilidades sociales que nos pertenecen a todos; como son la organización estatal y empresarial, la posición geográfica, etc. Su meta tiene que ser reducir costos para compartir con sus clientes, crear empleo, reconociendo la participación del trabajo, aportar los impuestos reglamentarios y reinvertir sus ganancias en el mismo país que los creó y así contribuir al crecimiento general que es de todos.

Indemnizaciones, congelación de precios, lucha anticorrupción, educación, utilizando los medios publicitarios masivos de comunicación son algunas alternativas a ejecutar. Varios conclaves se han dado en el tiempo como instrumentos de acción cívica: Visión 20- 20, Bambito, Comisiones anticorrupción, Foros sociales y de justicia. Allí profesionales y ciudadanos, universitarios y sindicatos han planteado y especificado puntos concretos, dando medidas de decisión política, empresariales que nos conduzcan a ese desarrollo histórico que el país merece.

Libertad, Justicia, Unidad con Honestidad, Capacidad, Solidaridad, Dignidad, Ética, Valentía, Lealtad, Sabiduría y Razón.

Conclaves internacionales, como en Davos, concluyen en la necesidad de combatir la pobreza y el hambre, crear empleos, dar tecnología y créditos para proteger el ambiente. Pero no lo hacen. No se incluyen en Kyoto, acaparan los mercados globalizados, imponen condiciones, privatizan, incrementan el consumismo.

Conclusión: los consorcios ricos y algunos bancos acumulan capitales salvajemente y endeudan a las gentes y los países al compás de OCDE, BM, FMI. Localmente los comerciantes meten la mano y la pata en la política, la mercantilizan, compran tránsfugas, conciencias y publicidad, doblan brazos, extorsionan, chantajean, se dejan llevar por Mercurio el antiguo dios griego de los ladrones y comerciantes. Siguen los vicios metodológicos de la dictadura torrijista de seducir a estudiantes, a comunistas sectarios, del juegavivo.

La codicia, el egoísmo y la soberbia de empresas privadas exportadoras transnacionales se enfrentan a la dignidad, el nacionalismo ancestral de los ambientalistas ngäbe.

Las organizaciones internacionales protegen las culturas y las riquezas indígenas.

Ante el prestigio del país, sería contraproducente que las cortes de Derechos Humanos intervinieran para resolver un asunto interno, doméstico, de relaciones humanas en nuestra realidad multiétnica de panameños.

Es la confrontación entre el capitalismo salvaje y los pueblos que se da en el mundo, tanto en Europa y USA, en el Medio Oriente y en el Caribe. De allí salen guerras, quiebras económicas, crisis sociales. Es la desviación del uso del dinero, no para progresar junto a la sociedad, sino para monopolizar poder y aplicar la violencia, para acumular más dinero.

No permitir a empresas privadas explotar el agua ngäbe y cualquier uso de las mismas que sea por las mismas autoridades originarias apoyadas por el Estado. Si alguien cometió errores de concesiones en el pasado, deben ser corregidas ahora. Es Caín, es Goliat. Cuando la honradez, la capacidad y la valentía dan la fuerza para expresar el fin del bienestar social, tenemos que concretarlo en que el mito del progreso monetario no debe hacerse sobre la ruina del planeta Tierra. Amar al prójimo. Nunca se dijo que al dinero, el oro o la energía.

Es el momento concreto en que los buenos, modernos, humanizados, cristianos y panameños empresarios sean creativos y logren el progreso general sin lesionar la Tierra, el agua y la gente. El Estado tiene que proteger a esa agua y a esa gente. Es la responsabilidad de hoy. La sencillez, la fraternidad y la tecnología deben ser llamadas al diálogo y sacar a los bancos, las transnacionales, los inversionistas deshumanizados los dólares y los dividendos; para, como panameños, hablar solo por un Panamá Mejor.

Cuente en balboas.

En memoria del Dr. Harry Castro.

MÉDICO Y EXMINISTRO DE ESTADO.

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