• 19/07/2012 02:00

Legado ético y moral

H ace mucho tiempo en una galaxia muy lejana... Pareciera que este debiera ser el comienzo de un artículo sobre Valores Éticos y Morales...

H ace mucho tiempo en una galaxia muy lejana... Pareciera que este debiera ser el comienzo de un artículo sobre Valores Éticos y Morales, pero no es así, el tema es que no son tan comerciales como los antivalores; lo que vende a los medios de comunicación es el irrespeto, la deshonestidad, la injusticia, la intolerancia, la mentira y, por qué no decirlo, el odio, pues sí, no tratemos de tapar el sol con un dedo.

El primer paso para corregir el rumbo de la sociedad es hablar alto y claro sobre todos estos errores que se están cometiendo y por supuesto, realzar los esfuerzos de aquellos que tratamos de regresar a aquellos tiempos donde eran las excepciones estas faltas a la ética y a la moral. ¿Quién no ha oído a un padre o a un abuelo hablar sobre aquellos tiempos donde solo faltaba una mirada para que un muchacho quedara callado, o donde se veía a una dama abordar un autobús y más de un caballero se levantara a ceder su puesto? Esto se llamaba respeto...

¿Cómo se lograba esta cosa tan rara en aquellos tiempos? Muy sencillo, enseñándoles desde el seno del hogar a las criaturas a valorar y respetar a las personas a su alrededor, con autoridad y firmeza, pero sobre todo con ese amor incondicional que solo se vive dentro de un hogar, en familia. El respeto se inculca a través de los actos de cada uno, esto involucra ser honestos y no solo hablo en el hogar sino también en el trabajo, la escuela, organizaciones, partidos políticos.

Para obtener respeto de los demás, hay que primero respetar al prójimo y a la naturaleza. A veces vemos situaciones tristes y desafortunadas en el mundo y... en nuestro país, y nos preguntamos: ‘¿yo que puedo hacer?’ o ‘¿cómo llegó a pasar esto?’, y la respuesta es muy sencilla: porque no estamos dedicando el tiempo necesario como sociedad a corregir el rumbo; lastimosamente el consumismo es lo que impera entre nosotros, aunque no queramos aceptarlo y esto es lo que nuestros jóvenes perciben: el que más posesiones materiales tiene, a ese se le respeta más y este error lleva a las personas a tratar poco a poco de tener más. El problema es cuando la deshonestidad se convierte en nuestra herramienta para conseguir las cosas que queremos.

Tenemos que entender primero como individuos que los valores son más que palabras, son actitudes, formas de pensar de los cuales debemos crear un estilo de vida, el cual podamos aplicar en nuestras familias para posteriormente salir a nuestras comunidades y ser agentes multiplicadores. Ser honestos es ser real y genuinos de sentimientos, no podemos predicar si nosotros no somos muestra de lo que creemos.

La honestidad comienza con el respeto por uno mismo, ser objetivos y auténticos con los demás, aceptar nuestros errores y perdonar a aquellos que los cometen, respetar las ideas y creencias de los demás y combatir la intolerancia en la sociedad.

Mi familia no habrá sido rica; pero el legado que mis padres me han dejado vale más que toda la plata del mundo. Nunca faltó en mi casa un plato de comida ni nunca nos faltó un techo que nos protegiera; nunca me faltó una voz de aliento o un llamado de atención ante una equivocación. La formación en mi hogar es lo que me quedará cuando ellos no estén y es esta formación la que espero transmitirle a mis hijos algún día, hacerles saber que ‘más se beneficia el que mejor sirve’, como diría mi abuelo.

ARQUITECTO Y ROTARIO.

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