• 20/07/2012 02:00

El imperdonable servicio del Metrobús

‘ Hoy estamos juntos dándole a nuestro pueblo lo que se merece desde hace más de 30 años: un cambio en el sistema de transporte’. Con es...

‘ Hoy estamos juntos dándole a nuestro pueblo lo que se merece desde hace más de 30 años: un cambio en el sistema de transporte’. Con estas declaraciones de agosto del 2010, el todavía ministro de la Presidencia, Jimmy Papadimitri, firmaba el contrato con la empresa Mi Bus, responsable de la modernización del transporte público que borraría del mapa a los diablos rojos, que tanto luto y dolor dejaron a muchas familias panameñas.

Un año y once meses después de esas promesas, y pasados tres años del gobierno de los imperdonables, vemos con decepción una realidad muy lejana a la ilusión que desde una bonita publicidad se vendió a miles de panameños. A esos ciudadanos de a p ie que a diario tienen que seguir a merced de los intereses particulares de quienes desde sus oficinas diseñan una modernización antojadiza que no tiene nada que ver con las reales urgencias y necesidades ciudadanas.

Pero también a merced de los dueños de los pocos diablos rojos que quedan, que cierran calles porque no les han pagado su indemnización o para exigir la exoneración del combustible. Una realidad que parece ser entendida desde la mirada fija al propio ombligo y que por consecuencia impide realizar la acción de escuchar, que es el primer paso de la comunicación concreta para resolver un problema.

Cada vez que se les cuestiona a los encargados de la empresa Mi Bus o al resto de las autoridades la imperdonable situación de la supuesta modernización, pareciera que le dijeran a los usuarios que no se quejen, porque esto es menos malo que lo anterior. Solo dan excusas que hacen que todo parezca una burla a la esperanza de esos panameños que ven cómo se desmejora su calidad de vida, de esos mismos panameños que inexplicablemente añoran los diablos rojos.

Ya no estamos en la etapa de dar tiempo a la adaptación de un sistema, eso pasó cuando en el 2010 se firmó el contrato con la empresa Mi Bus. Ahora hay que cumplir con la renovación de las 3,000 unidades en el tiempo estipulado, con la organización eficiente en cuanto a los recorridos, con el seguro por asiento, y todos los otros compromisos contractuales.

Es imperdonable que los ciudadanos tengan que seguir madrugando y que ahora les resulte más difícil tener acceso al transporte. Es imperdonable que panameños que han sufrido accidentes mientras abordaban un Metrobús no reciban apoyo moral ni económico, ni atención médica.

Es de terror escuchar a David Ramírez, del Movimiento 23 de Octubre y víctima de los diablos rojos, sentenciar: ‘Panameño, si tienes un accidente en el Metrobús nadie te va a llamar, porque nadie se hace responsable’.

Es imperdonable que se anuncien, con bombos y platillos, rutas que no existen. Ahí está el caso de Calle 50 - Boca La Caja. El Metrobús no entra a Boca La Caja, una comunidad que desde su creación había contado con transporte público. Sus moradores ahora tienen que salir hasta la vía Israel para abordar el famoso Metrobús. Es imperdonable que no haya veredas o aceras para que esos ciudadanos, por lo menos, puedan salir a esa vía principal y abordar el Metrobús, que no los recoge en Boca La Caja, porque algún genio dijo que sus calles no cuentan con las condiciones para el tamaño de los buses.

Es imperdonable que, pese a que los usuarios forman fila, como les enseñaron que sería la nueva cultura del transporte, que cumplan con comprar su tarjeta y esperen que el seguro por asiento que le prometieron realmente los proteja, que tengan que caminar hasta donde pasa alguna unidad, que se mojen o asoleen, porque aún no cuentan con paradas.

Todavía hay tiempo de reorientar la estrategia de modernización del transporte público, la designación de Roberto Henríquez como nuevo ministro de la Presidencia deja abierta la posibilidad de cumplir las promesas y asumir los desafíos que conlleva un proyecto de justicia social como el Metrobús.

PERIODISTA

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