• 18/01/2013 01:00

Racismo y discriminación

Con independencia de quién gane las elecciones en el año 2014, a quien le toque gobernar le corresponderá enfrentar uno de los momentos ...

Con independencia de quién gane las elecciones en el año 2014, a quien le toque gobernar le corresponderá enfrentar uno de los momentos más difíciles, luego de cumplidos nuestros primeros 100 años de vida Republicana.

Una institucionalidad desacreditada; un modelo de gobernabilidad agotado y que genera poca confianza; una clase política desmeritada y mendaz que induce al desencanto por la cosa pública; una sociedad apática, individualista, entretenida en su día a día y egoísta frente a los sucesos que afectan al colectivo; el reclamo clientelista por parte de los electores a la oferta electoral de su conveniencia; grupos de presión organizados que sólo velan por proteger sus privilegios; son sólo algunos de los síntomas de la enfermedad que nos aqueja como impúber democracia, llevando la situación socio-política a niveles insostenibles.

Hay que ser honestos y reconocer que el estado al que han llegado las cosas es el reflejo de un camino retorcido, ya recorrido, el cual ha sido exaltado y llevado al límite por el actual gobierno, demostrándonos lo exiguo del modelo.

Con independencia de nuestra militancia política, considero que ha llegado el momento de deponer intereses personales y enrumbarnos todos juntos, reconociendo la legitimidad de las posiciones de todos los actores representativos de nuestra sociedad, en una verdadera tarea colaborativa en busca de transformar ‘el gobierno’ de cara al Siglo XXI.

De aquí en adelante las cosas no pueden ser iguales y ese es el gran reto que enfrentan quienes les toque responsablemente dirigir nuestro país a partir del 2014, so pena de condenarse a sí mismos.

¿Cómo enfrentar este reto? Esa es precisamente la tarea que tenemos todos por delante. Diseñar en consenso fórmulas que nos permitan superar la enfermedad e introducir cambios de fondo. Yo no creo que Panamá necesite un caudillo, un líder o un mesías para lograr esa transformación. Esos tiempos ya pasaron.

Lo que se requiere es de gente preocupada por los demás, gente con capacidad y deseos de trabajar, gente que crea aún en su país y su patria, gente que tenga ética y que sea honrada.

Parece una utopía, pero yo conozco muchos y sé que hay cientos de miles de panameños que cumplen con este perfil. Sólo se requiere que participen, que dejen a un lado la desidia, que se interesen por el rumbo de la nación y que escojan con consciencia al mejor gobernante, a ese que al margen de la politiquería, ofrezca realmente la mejor propuesta para promover esa transformación que nuestra país reclama. No hacer nada es fácil, haciendo, hacemos patria.

En Panamá al igual que en otros países, hay una importante presencia del racismo y la discriminación. Muchos funcionarios niegan la existencia de racismo y discriminación en Panamá, no obstante la realidad desmiente estas aseveraciones, solo tenemos que recordar en el pasado octubre los hechos de violencia y abuso policial escenificados en la provincia de Colón a raíz de las genuinas protestas del pueblo colonense.

Otras referencias han sido la discriminación dirigida hacia Irving Saladino en Punta Pacífica, a Trevor Martín en Estados Unidos, en Uruguay la joven discriminada que ocasiono serias protestas, al joven recientemente discriminado en un restaurante de vía Argentina y la violación de Derechos consecutiva, al aplicar el Pele Police con perfilamiento racial, este nombre parece hacer alusión a un futbolista brasileño de raza negra. Ante todo esto, se requiere que los ciudadanos interpongan las denuncias de discriminación en la corregiduría y en la Defensoría del Pueblo, ya que debemos tener cero tolerancia a la discriminación.

Por estos días nos visitan el grupo de trabajo de expertos sobre afrodescendientes del Alto Comisionado de las Naciones Unidas, aprovecho la oportunidad para expresar algunas percepciones y prejuicios latentes en la sociedad panameña, y que es sitio común en algunos otros países de América y el mundo. Así tenemos: Dícese que el negro es un sujeto de condición alegre, buen guardaespaldas, carne recurrente de presidio, talentoso bailarín, máquina sexual, destacado cantante, propenso al delito, habilidoso para el boxeo, resistente a enfermedades, buen cocinero, flojo para el trabajo arduo, buen constructor, marihuanero, extraordinario deportista, de fortaleza considerable, y de talante rudo.

Nutren estos prejuicios una constelación de decires según los cuales el sujeto de mal proceder tiene el alma negra; el trabajo arduo es un trabajo de negros; el día malo es un día negro; la sucesión de malos eventos es referida a una suerte negra; un pasado negativo o turbio es un pasado negro; un mercado de contrabando es un mercado negro; novela policíaca de argumentos violentos, donde la mayoría de sus protagonistas son individuos derrotados o en decadencia en busca de la verdad, es una novela negra; un hijo descarriado es la oveja negra; un mal augurio tiene por metáfora nubarrones negros; estar en una lista de sentenciados o de mal pronóstico, es estar en una lista negra; haciendo referencia a hechicería y brujería se habla de la magia negra; un manejo solapado de mala índole se presenta como la intervención de una mano negra; la situación precaria es color de hormiga, la autora Ana Lilia Pérez escribe ‘El cartel negro’, para hacer referencia al crimen organizado que se ha apoderado de PEMEX; y en negación de la individualidad se dice, que ‘todos los negros son iguales’.

Una noción complementaria de lo dicho es aquella que señala al sujeto de ‘buena familia’ como aquel de fenotipo blanco.

Sin embargo, todos estos predicados, que son portadores de un gran peso discriminatorio, no agotan el imaginario, pues, la índole del afrodescendiente se expresa también con discursos que ponderaran nociones como las siguientes: la afrodescendencia posee vocación libertaria, constancia de propósitos, tenacidad en los objetivos, genio atento para aprender, generosidad, capacidad de sacrificio, lealtad, amor a su familia, densidad espiritual, dignidad y orgullo de su ancestralidad. Todos los rasgos señalados también son referidos a la mujer negra.

MÉDICO

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