• 16/03/2013 01:00

Las encuestadoras: ¿hasta dónde son confiables?

G allup se promovió, por décadas, en los Estados Unidos y en resto del mundo (una subsidiaria opera en Panamá) como la encuestadora más ...

G allup se promovió, por décadas, en los Estados Unidos y en resto del mundo (una subsidiaria opera en Panamá) como la encuestadora más confiable. Esa aureola se desvaneció, tras su fracasado pronóstico, sostenido hasta último momento, de que Romney, el candidato republicano, ganaría las elecciones. Esa pifia provocó la salida de varios ejecutivos de alto nivel y que la empresa haya emprendido una profunda revisión de sus metodologías operativas.

Desde su aparición hace varias décadas, las encuestas se han convertido, gradualmente, en un instrumento indispensable para la planificación y el desarrollo de las campañas electorales, con efectos que pueden oscilar desde la suma objetividad hasta la orientación o la desorientación tendenciosamente calculada.

En el caso de los Estados Unidos, la encuestadora Gallup, afirmaba, un mes antes de las elecciones, que Romney aventajaba a Obama por varios puntos porcentuales. En otras palabras, la elección estaba decidida a favor de Romney, pues, en el tiempo que restaba, era imposible descontar una ventaja tan significativa.

En sus inicios las encuestas políticas en los Estados Unidos, no eran abundantes. En la actualidad, son tantas las empresas, centros de estudios y medios de comunicación masiva que han incursionado en esa actividad que, en los últimos tiempos, se ha institucionalizado la práctica de tomar como referencia a una docena de mediciones nacionales, para promediar sus pronósticos y establecer las tendencias.

Como es fácil suponer, al comparar los resultados de varios sondeos, afloran diferencias porcentuales; pero también es posible establecer hacia adonde apuntan la mayoría de ellos. Un mes antes de las elecciones estadounidenses, el promedio de las encuestas reflejaba que la ventaja atribuida a Romney por la Gallup era de su exclusiva cosecha e iba a contrapelo de todas las otras mediciones de importancia nacional. Y en la víspera de las elecciones, prácticamente todas las encuestas vaticinaban que Obama ganaría; pero Gallup se mantuvo hasta el día anterior afirmando que sería Romney.

Lo que vino después es harto conocido. Obama ganó en el voto popular por más de 4 millones; ganó en 9 de los 10 estados considerados decisivos; y sobrepasó ampliamente el mínimo necesario de los 270 votos en el ‘Colegio Electoral’, donde acumuló 330. Quedó así demostrado, con cifras contundentes, que la Gallup había perdido la brújula y que su pregonada infalibilidad no era tal.

Las encuestas políticas, señalaba antes, pueden tener efectos variables, uno de ellos, ‘orientar’ o desalentar a los electores a favorecer una determinada tendencia. Algo de eso ocurrió en las primarias del PRD y volverá a darse en las que realizará el partido Panameñista mañana. En ambos casos, el favoritismo ratificado por las encuestadoras, tanto de Navarro como de Varela, le ha servido a ambos candidatos para tratar de proyectar sus victorias como triunfos políticos y así disfrazar que su capacidad de convocatoria es muy limitada, y hasta crítica.

En los Estados Unidos, la Gallup ha optado por revisar sus metodologías y la selección de las muestras, un factor decisivo para la veracidad de cualquier encuesta. Y tuvo que hacerlo, porque la pérdida de credibilidad de una empresa de esa importancia mundial, significa disminución de clientes y de muchos millones de ingresos.

En Panamá, también es necesario que las encuestadoras revisen sus metodologías, hagan una mejor selección de las muestras y reformulen algunas preguntas notoriamente desfasadas o desenfocadas, como la consabida y trillada: ‘¿Si las elecciones fueran hoy, etc.?’. En el mes de mayo, después de las primarias de CD, cuando los 5 partidos hayan definido sus 3 candidatos, las encuestadoras tendrán que reformular sus preguntas y enfocarlas sobre las opciones que entonces serán ciertas y más reducidas. También deberán, para tener credibilidad, que seleccionar mejor la muestra del universo nacional.

Las encuestas no deciden las elecciones; las deciden los votos; pero por la incidencia que pueden tener para inducir tendencias en el electorado, es importante que revisen sus metodologías, para que sus pronósticos sean objetivos. El caso de la Gallup norteamericana debe servir de lección.

PRECANDIDATO PRESIDENCIAL INDEPENDIENTE.

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