• 27/05/2013 02:00

‘Amo a mi raza’

‘ Amo a mi raza’ es uno de los poemas más puntuales y profundos de Gerardo Maloney. Más claro no pudiera ser. Ha significado un orgullo ...

‘ Amo a mi raza’ es uno de los poemas más puntuales y profundos de Gerardo Maloney. Más claro no pudiera ser. Ha significado un orgullo para los afroantillanos panameños desde su publicación. ‘Amo a mi raza porque ha sido odiada de siglo en siglo / bajo la rotación misma de todos los signos y sistemas’.

Con el camino que llevo recorrido, me ha tocado conocer, al igual que ustedes, a cientos y cientos de personas, directa o indirectamente. Al igual que ustedes, muchos pasaron inadvertidos; otros estuvieron un tiempo y continuaron su andar por decisión propia o sencillamente porque las diferencias entre el camino de ellos y el mío marcaban objetivos distintos que no lograban puntos en común que pudiera hacer perdurar la relación de una manera más estrecha.

Hay gente con la que no quisiera volverme a topar nunca más. Los veo por allí, revolcándose a diario entre las bazofias e impurezas sociales del ‘juegavivo’. Pensándose superiores; supremos, extraordinarios, ya sea por sus influencias sociales, políticas o por sus posesiones cuestionables o mal habidas. Con esos quisiera no tener que cruzar camino. Pero, muchas veces por razones de la brega cotidiana y para avanzar otros motivos de valor y subsistencia, no nos queda más que interactuar y a veces, sonreír. Confrontarlos ya no vale la pena. Ellos saben lo que son.

Pero igualmente el tiempo ha sido justo. Hace unos años llegó a mis manos el libro ‘A hand to guide me’ de la autoría del actor estadounidense Denzel Washington. El libro recopila las experiencias de figuras de diversas actividades del quehacer humano que reflexionaron sobre las personas que contribuyeron en hacer de ellos los individuos que son hoy. Yogi Berra, Whoopi Goldberg, Jimmy Carter, Phil Jackson, Wesley Clark, Anna Kournikova y Bill Clinton son algunos de estos 73 individuos que reflexionaron sobre este tema.

La escritora Toni Morrison rememora sobre unas palabras que su padre le dijo a los 13 años de edad y que la ayudaron para siempre a entender la diferencia entre un puesto de trabajo y su personalidad. ‘Do your work well, not for who hires you but for yourself’ (‘Haz bien tu trabajo, no por los que te contrataron, sino por ti mismo’).

A medida que van pasando los años, y en reflexión sobre la vida y su recorrido son pocas, muy pocas las personas que han marcado mi existencia y ese recorrido. Tengo claro que mi particular carácter de introversión, formalidad y silencio (sí, silencio: una de las formas más efectivas de aprender. Callar la boca y escuchar), no ha contribuido mucho en hacer que las personas sientan comodidad estableciendo canales iniciales de comunicación. Las contadas relaciones de confianza que forman parte de mi vida, fuera del círculo íntimo familiar, son el resultado de años de gradual acercamiento y de reconocer, ante todo, como noble, la condición humana de esos individuos.

Puedo contar con los dedos de una mano las personas que me influenciaron decididamente: Pedro Rivera y Fernando Martínez; con ellos perfeccioné la base de mi visión política, social y humanística. Gerardo Maloney influenció mi sentido de pertenencia.

Colaboré por primera vez con Maloney como editor del documental ‘Nosotros los del Silver Roll’, que codirigió con mi hermano Rey, hace unos 35 años. Desde entonces se forjó una hermandad que se ha fortalecido a través de las décadas: ‘Amo a mi raza porque donde quiera que vaya / la encuentro compartiendo los mismos sueños...’.

En las preocupaciones existenciales de un joven afroantillano, Maloney representó en aquellos años una voz inmediata, puntual y educada sobre el pasado y la representación de la presencia afroantillana en este suelo adoptado. Transitaba yo por un tiempo de formación cultural e intelectual tratando de hacer sentido de la herencia caribeña, influenciada por la presencia estadounidense en suelo panameño; la relación de obrero de la Zona del Canal de mi padre, mis tíos y mi admiración por un proceso revolucionario que reclamaba la soberanía en todo el territorio nacional.

El amor por la Patria, la apreciación cinematográfica, la poesía, la literatura, las expresiones culturales en términos universales, estimulaban un sentido y una visión sobre mi lugar. A lo largo de los años, Maloney ha representado una mano indicadora y presente en todo el colectivo de la comunidad afroantillana, con el compromiso desinteresado de seguir dejando bien claro quiénes somos, de dónde vinimos y en especial, el lugar que nos corresponde y a la cual tenemos derecho. ‘Amo a mi raza porque tú quieres que la olvide / que la reniegue / que la ignore / que acepte que ni siquiera debe pertenecerme’.

No tengo duda de que en este país multiétnico y multicultural existen voces de otras etnias que, con desprendimiento, aportan en todas las actividades de desarrollo para el mejoramiento de la condición humana y que reconocen el aporte de cada grupo por lograr eso. En este Mes de la Etnia Negra, en medio de tanta promoción personal de candidatos, figuras y figuritas del escenario politiquero nacional, es más que justo celebrar aquellos individuos que, sin celo alguno, realmente representan, y han defendido, los intereses de los grupos humanos que compartimos este espacio de tierra. Gerardo Maloney es uno de ellos. ‘Amo a mi raza porque ustedes aman a la suya… / y la portan a toda honra / como prueba de vergüenza y de grandeza / civilización e historia’.

COMUNICADOR SOCIAL.

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