• 03/06/2013 02:00

¿Democracia sin partidos?

Hace unas cuantas semanas un prominente sociólogo escribió un interesante artículo acerca de la viabilidad de vivir en democracia sin lo...

Hace unas cuantas semanas un prominente sociólogo escribió un interesante artículo acerca de la viabilidad de vivir en democracia sin los partidos políticos, al respecto debemos hacer algunas acotaciones.

En un nivel general podemos considerar ‘partidos’ a un sinnúmero de organizaciones sociales, ya sean oligárquicas o populares, o distintos grupos ideológicos, cuyo fin u objeto principal es la toma y la conquista del poder.

Los partidos políticos, si lo analizamos desde un punto de vista formal y tal como lo conocemos actualmente, surgen realmente hace muy poco, por allá a finales del siglo 19 y principio del siglo 20. Maurice Duverger nos dice que este desarrollo no es fortuito, sino que se puede relacionar con la masificación del sufragio; es decir, que es la universalidad del sufragio lo que hace necesaria cierta organización para dar a conocer a los aspirantes y al mismo tiempo enfocar los votos a un candidato particular, antes de esta masificación, los votantes eran tan pocos que se podían conocer.

Si realizamos un vistazo a los distintos partidos políticos que han surgido a nivel mundial, nos podemos asombrar con la gran cantidad y variedad que han existido, comenzando por los partidos que surgen alrededor de un líder, partidos totalitarios, partidos democráticos, partidos oligárquicos, partidos obreros, partidos religiosos, partidos militares y los partidos ambientalistas.

En América Latina los partidos políticos nacen, por lo regular, alrededor de una figura, proveniente de las filas militares o de una prominente familia. En nuestro país los partidos se encuentran descalificados, pues han convertido la corrupción en su moneda común, pero no podemos pensar que es culpa del sistema partidista mismo, sino que son las clases privilegiadas las que han desdoblado el sistema y esto se denota que hay grandes familias que pertenecen a todos los partidos, pues donan en todos.

¿Pero qué pasaría si se suprime ese sistema partidista? Pues, lo más seguro es que las elites privilegiadas, ya sea por dinero o nacimiento, se perpetuarían en el poder y no den espacio a la movilidad de los individuos que no pertenezcan a dicho círculo elitista. Así que la solución no es destruir el sistema partidista, sino reforzarlo y utilizarlo en beneficio de las mayorías menos privilegiadas. Por otra parte, necesitamos políticos testarudos que no le pongan precio a sus ideales.

*OBRERO Y ESTUDIOSO DE LA SOCIOLOGÍA.

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