• 22/07/2013 02:00

Abuso de autoridad, ‘los Diótrefes’

El abuso de autoridad, conocido también como abuso de poder, es el que se ejerce sobre las personas debido a una posición social, conoci...

El abuso de autoridad, conocido también como abuso de poder, es el que se ejerce sobre las personas debido a una posición social, conocimiento o riqueza, usado en beneficio del abusador. Son prácticas sociales en las que se realizan una serie de conductas basadas en una relación de poder jerarquizada en total desigualdad sobre los que se oprime.

La autoridad es ejercida por el Estado, también el padre de familia hace uso de la autoridad dentro del núcleo familiar, el líder eclesiástico hace uso de ella en sus congregaciones, y así en su justa medida cada segmento de la sociedad puede y debe hacer uso de la jerarquía de autoridad para mantener un orden, siempre y cuando no violen la Ley y las buenas costumbres.

Para ilustrar el anterior pensamiento acerca del abuso de autoridad, consideraremos que el presidente de la República es el gobernante del país, pero como tal no puede intervenir en los asuntos internos de los hogares panameños para disponer a dónde van o no van sus miembros, con quién deben o no casarse, ni cosa parecida. Si esto ocurriera sería un abuso de autoridad por parte del presidente de la República, que si bien es mandatario del país, ese mandato, no le da autoridad para inmiscuirse en las cuestiones internas de cada hogar panameño.

Me sorprendo, como abogada y pastora, de cuan fácil se abusa de la gente en algunas congregaciones donde sus líderes pelean con otros la membresía y lo más doloroso es el abuso de autoridad que ejercen prohibiendo a las personas ir o venir, casarse o quedarse soltero entre otros exabruptos jurídicos y bíblicos.

El abuso de autoridad, no es legal, es violatorio a los principios, derechos y garantías fundamentales y peor aún, no tienen base bíblica y lleva a la sumisión la voluntad del hombre, cosa que ni Dios, con todo su poder, hace.

El Apóstol Pablo dice a la iglesia en Roma: ‘Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos. Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo.’.

No hay que ser muy espiritual para leer y entender que se refiere a los órganos de justicia terrenales. Aquí San Pablo fundamenta a la iglesia en la obediencia al órgano de justicia nacional. Pero algunos líderes religiosos, olvidan esto, tuercen el texto bíblico, como el de Hebreos que señala acerca de los pastores: ‘Considerad cuál haya sido el resultado de su conducta e imitad su fe. Obedeced a vuestros pastores y sujetaos a ellos, porque ellos velan por vuestras almas como quienes han de dar cuenta, Orad por nosotros, pues confiamos en que tenemos buena conciencia, ya que deseamos conducirnos bien en todo.’.

Tuercen el texto porque no puntualizan en tres observaciones que se hacen en este apartado: 1. Se debe razonar acerca de la conducta de estos líderes o sea su fruto (amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad y fe); 2. La sujeción está ligada a un amor entrañable por aquel que ha tomado por hijo espiritual y; 3. Que manifiesten una buena conducta en todo. ‘Que ninguna palabra corrompida salga de sus bocas, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes’, termina diciendo el Apóstol a los efesios.

Esa sujeción no está por encima de la Ley, ni le da derechos a líder religioso alguno para manipular la libertad de que gozan los ciudadanos, mayormente los de la fe.

El Apóstol Juan escribe a la iglesia diciendo: ‘Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis’ entre otras se refiriere: ‘Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe. Por esta causa, si yo fuere, recordaré las obras que hace parloteando con palabras malignas contra nosotros; y no contento con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia. Amado, no imites lo malo’, (3 Juan 9-11). Diótrefes se mete en sus vidas privadas, los reprende por recibir a otros, les prohíbe y los expulsa. ¡Cualquier parecido es mera coincidencia!

Ni la Ley ni las sagradas escrituras se contradicen.

Estimado lector, Dios te ama y quiere lo mejor para tu vida, no entregues tu voluntad a ningún abusador, llámese como se llame o póngase el título que quiera. Dios te hizo libre y vives en un país libre, busca a Dios con todo tu corazón, en paz, con gozo y en justicia.

¡Que Dios bendiga a Panamá!

ABOGADA Y PASTORA.

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