• 29/08/2013 02:00

La descomposición de UDELAS

L o que en sus inicios fue una propuesta social para responder a la ausencia de carreras vinculadas con la educación especial y la salud...

L o que en sus inicios fue una propuesta social para responder a la ausencia de carreras vinculadas con la educación especial y la salud rehabilitadora, con el paso de los años se convirtió en una forma de vida para quienes conformaron un clan excluyente alrededor de la rectora Berta Torrijos.

El estilo de dirección, que fomenta la anarquía y premia el servilismo y la mediocridad, ha desnaturalizado el proyecto original y convertido a la Universidad Especializada de las Américas (UDELAS) en un ente enfermo que no tiene la capacidad de curarse a sí mismo.

Los esfuerzos por actualizar a UDELAS y adecuarla a los nuevos tiempos, como un modelo funcional de gestión pública capaz de jerarquizar los programas académicos y de investigación —proveyéndolos de los recursos necesarios para su viabilidad— no cuentan con el fuelle necesario, porque dependen de los caprichos de la rectora y de su entorno en permanente conspiración contra todo signo innovador.

La ferocidad con que han atacado a quienes tratan de rescatar las prácticas perdidas, es un signo claro de la descomposición de una institución de estudios superiores llamada a ser vanguardia del debate de ideas y estímulo para las más diversas corrientes del pensamiento. UDELAS castra todo lo que puede prosperar y tizna todo destello de luminosidad intelectual.

Si la rectora Torrijos es inconsistente en su práctica, no puede decirse lo contrario del vicerrector Bosco Bernal y su propia cofradía, y de algunos decanos que lograron el puesto por ser el coro de adulación de unas autoridades universitarias que nunca entendieron lo que significa rango y jerarquía.

Entre la camarilla y la cofradía, UDELAS se debate en estertores que no anticipan un desenlace promisorio. Al haberse comprometido el rumbo que dio origen a esa universidad, lo que se avizora es que pasará a la historia como un ente en el que se ha entronizado el nepotismo y la corrupción.

La rectora Torrijos está más preocupada en ubicar a sus familiares, que en administrar en forma consecuente la universidad. Ha repetido sin rubor que, como no tiene empresa, su empresa es la universidad y que debe proteger a sus familiares.

Como empresa familiar, UDELAS emplea a Nelva Torrijos, hermana de la rectora, a su sobrino Giancarlos Soler, a su hija Irisol Arosemena Torrijos y al hijo de ésta Ricardo Estribí Arosemena. En la planilla también está la nuera de la rectora Hermelinda de Arosemena y tres sobrinos, Maritza Morales, Josefina de Pérez y Albis Díaz.

Al clan que maneja las finanzas de la institución se sumó el año pasado el yerno de la rectora Torrijos, Rolando Moreno, como director de Administración. Ese clan lo controlan Auburn Parchment y Serafín Vásquez, que han manejado los dineros de la universidad desde que se fundó hace más de 15 años. Un apéndice es la Tesorería, donde la funcionaria encargada concentra la repulsa de la comunidad universitaria por su abierto desprecio a la dignidad humana.

Ese clan actúa como una mafia que maneja a su antojo los fondos asignados por el Estado y los de autogestión, que representan el 35 % del presupuesto anual. Han sobrevivido porque facilitan el nepotismo de la rectora Torrijos y, al mismo tiempo, han encontrado su propia forma de vivir del Estado.

En ese desarrollo el vicerrector Bernal, tiene a su hija Joanna Bernal al frente de la oficina de Recursos Humanos, para repartir premios o castigos.

El manejo financiero de UDELAS no soporta una auditoría ni una investigación a fondo por parte de las autoridades fiscalizadoras.

Para tratar de que no salga a la luz la descomposición de UDELAS, la rectora Torrijos y su camarilla apuestan a la elección de Bernal como nuevo rector. En abierta contradicción con las normas electorales internas, la rectora Torrijos está en plena campaña a favor de Bernal, lo que representa una competencia desigual que afecta la transparencia del proceso y coloca en desventaja al resto de los aspirantes.

En el horizonte no se vislumbra ningún rayo esperanzador para una universidad que todavía mantiene en su lema un desvirtuado sentido social que contradice con la farsa diaria, porque su dirección ha perdido el rumbo y no puede proyectar en sus estudiantes —razón de ser de toda universidad— valores de integridad y propuestas edificantes.

PERIODISTA.

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