• 31/08/2013 02:00

Inminente guerra en Siria

Nuevamente los ímpetus imperiales norteamericanos, unidos a sus tradicionales aliados, Canadá, Israel, Francia, Alemania y Reino Unido, ...

Nuevamente los ímpetus imperiales norteamericanos, unidos a sus tradicionales aliados, Canadá, Israel, Francia, Alemania y Reino Unido, inician una flagrante intervención militar en Siria. Toda la flota del Mediterráneo y el Golfo Pérsico norteamericano, se encuentra en alerta máxima y preparada para el ataque contra las posiciones del ejército de Assad, a quien se le culpa por el uso de armas químicas contra la población civil en la guerra interna que ya lleva dos años y medio.

El gobierno de Barack Obama parece estar presionando con lanzar ataques militares contra Siria, pese a que el Consejo de Seguridad de la ONU no llegó a un acuerdo después de que Rusia y China se opusieron a autorizar el uso de la fuerza militar en Siria. Mientras tanto, Washington planea informar a los legisladores tras crecientes pedidos de que el presidente Obama solicite la aprobación del Congreso para el uso de la fuerza militar en Siria.

El conflicto en Siria ha arrasado barrios enteros en ciudades y poblados del país, destruida gran parte de su base manufacturera e infraestructura y frenado la producción y exportación de petróleo. La economía se ha contraído en más de un 35 %, en comparación con el crecimiento anual del 6 % que tuvo en los cinco años previos al conflicto. Se ha perdido casi el 40 % de su PIB, y las reservas internacionales han disminuido considerablemente.

La Guerra Civil (inició en 2011), es un conflicto entre las Fuerzas Armadas de Siria y diversos grupos armados opuestos al gobierno del Partido Baath Árabe Socialista y en particular de su presidente, Bashar Al-Asad. La represión de las manifestaciones provocó que una parte de la sociedad civil y sectores del ejército se alzaran en armas formando el llamado ‘Ejército Libre de Siria’.

Reino Unido y Francia movilizaron sus flotas y enviaron aviones con el armamento preciso para contribuir al ataque. Alemania, más reticente a este tipo de aventuras bélicas, afirmó que la comunidad internacional contaría con su respaldo. Rusia e Irán, principales partidarios de Asad, advierten que cualquier ataque contra Siria tendrá consecuencias desastrosas para la región. El partido libanés Hezbolá, liderado por Hassan Nasrallah, se mantiene fiel al régimen sirio como parte de su propia supervivencia. El resto de países se mantienen en suspenso y a la espera del desarrollo de los acontecimientos.

Por nuestro lado, los latinoamericanos, estamos totalmente de acuerdo al comunicado que salió de la cancillería argentina que dice: ‘Condenamos la posible utilización de armas químicas, prohibidas por la comunidad de naciones, en Siria; tanto los gobiernos como los grupos armados insurgentes que hayan hecho uso armas químicas, deben ser juzgados y castigados por el Tribunal Penal Internacional. Argentina, junto a toda América Latina, ha sido enfática en la defensa del principio de no intervención militar extranjera, y sostiene que la experiencia indica que las intervenciones militares libradas a decisiones unilaterales es uno de los elementos más controvertidos de la seguridad internacional’.

Bajo este contexto y con la experiencia de una sangrienta invasión norteamericana en nuestro suelo patrio (20 de Diciembre de 1989), rotundamente nos oponemos a la intervención militar en Siria; el papel de gendarme internacional de los norteamericanos ya está plenamente superado y condenado por las nuevas fuerzas políticas que el propio sistema económico capitalista, en su fase final, ha puesto en juego, como China y los países emergentes (BRIC).

El mundo debe sostener y hacer respetar el derecho inalienable de la autodeterminación de los pueblos; no podemos seguir avalando intervenciones militares norteamericanas que solo buscan beneficios individuales, sobre todo en esta región donde ha incursionado militarmente repetidamente y hoy son dueños de todo el sector petrolero de la región, sometiendo a todo un legendario pueblo, avasallado por las empresas internacionales y por gobiernos títeres del gran capital.

ECONOMISTA.

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