• 10/09/2013 02:00

La representación pervertida (2)

La clase política dominante camina aferrada al poder y sus privilegios, oponiéndose a todo cambio que realmente sea substancial y afecte...

La clase política dominante camina aferrada al poder y sus privilegios, oponiéndose a todo cambio que realmente sea substancial y afecte sus intereses, pues ella crece y se reproduce en la amalgama política alimentándose de la podredumbre dentro de la oscuridad de las formalidades jurídicas improductivas y deficiente que los amparan.

El ciudadano inteligente honesto y preocupado por su entorno, más que de su bolsillo, cuando logra percatarse, si es que ello es posible, llega a sentirse preso de la impotencia, cuyo efecto principal es llegar a convencerse de que, frente a los que ejercen el poder económico y político, el Estado ha muerto, ya que imperan la impunidad y la anarquía.

Este sentimiento se incrementa en la medida en que crece la impotencia, y aflora el temor y la inseguridad, al punto que muchos prefieren no ver, ni escuchar, ni sentir, simplemente deambular, como si lo que pasara no importara a nadie. Todos sabemos que desde hace muchos años la seguridad, al igual que la justicia, es solo privilegio de unos cuantos.

Hemos visto políticos de izquierda, fracasados; políticos de derecha, fracasados; políticos de marketing, fracasados. Nuestro problema va más allá de las izquierdas o las derechas. El denominador común del fracaso es la politiquería barata y el populismo demagogo, ese terrible concepto que terminamos confundiendo con la noción de liderazgo.

Elegimos presidentes como si fueran emperadores o, peor aún, comandantes en jefe de unas imaginarias fuerzas armadas que jamás hemos tenido en realidad. Las cortes imperiales y los ‘estados mayores’, se integran con incondicionales que salen de la Asamblea Nacional y sus recomendados.

Qué frustración se produce cuando la sociedad se percata de las terribles limitaciones de nuestros Carlomagnos o Napoleones criollos. Qué decepción sufren estos cuando se dan cuenta de que solo son presidentes y que no pueden comerse todo el pastel ellos solos, y, lo que es peor, los periodos son de solo cinco años.

Todos somos culpables. El clientelismo se profundiza, aprovechando la miseria que vive el pueblo. Hay diputados que manejan 6, 4, 3, 2 millones anuales en sus juntas comunales, y gracias al desvío de fondo a sus cuentas personales, o de queridas o testaferros, viven en mansiones y conducen autos, como el de la ofensora del Pueblo.

Parlamentarios que regalan casas, carros, jamones, bolsas de comida, imprimen afiches, pancartas, letreros, telas y usan gasolina y carros del Gobierno, mantienen su vigencia gracias a tus impuestos. Sus suplentes (o botellas) reciben $2,000.00 al mes sin trabajar, mientras la dependiente de un almacén cualquiera no recibe ni los $500.00 al mes trabajando ocho horas. Y lo que es peor, los cheques de los ‘suplentes’ salen como gasto de combustible, lo cual implica que ni siquiera contribuyen al fisco con impuestos por lo que reciben por hacer nada.

Vivimos de escándalo en escándalo, sin que exista un solo cocotudo preso por lo que se sustrae indebidamente del fisco nacional, con contratos con precios y valores inflados y descaradamente leoninos al Estado. Y también la dizque ‘oposición’, tanto caballos de Troya como yeguas de Macedonia, ejecutan 1,200 contratos de servicios con la aprobación de la Contraloría, donde los diputados del Gobierno reciben 25,000 mensuales y los de la oposición 15,000 mensuales para pagar asesores, chóferes, guardaespaldas, secretarias y 1,000 para gasolina. Y para colmo de males, ahora resulta que un ‘apóstol ungidor’ es ‘sobreseído’ de un caso penal gracias a una llamada del ‘ungido’ al Ministerio Público, que mandó de vacaciones a una fiscal. Todo es un asunto de fe.

Estamos en un medio anárquico y corrupto. Los diputados solo aprueban leyes que interesan al Órgano Ejecutivo para seguir disponiendo del país y sus recursos y son mínimas las leyes con verdadero contenido social. Aun cuando fue escandaloso lo que sucedió en el extinto F.I.S. los ‘disputados’ tienen acuerdos con el Ejecutivo de partidas para su circuito a través del PAN, donde reciben tres millones al año y los de la Comisión de Presupuesto reciben 10 millones.

En concepto de debida contraprestación por lo que reciben, ratifican, sin cuestionamiento alguno, a todos los nuevos funcionarios nombrados por el Ejecutivo, sin investigar sus antecedentes personales y económico, como se hace en otros países. La función fiscalizadora que les atribuye la Constitución Política no existe, y como resultado se niegan a citar funcionarios denunciados por corrupción. No cabe la menor duda de que tienen un convenio con los nueve magistrados de la Corte Suprema de no proceder a investigar ninguna denuncia que se presente en contra de ellos.

Y aún con todo esto, tienen el desparpajo y la desvergüenza de querer ser reelectos, para seguir la fiesta otros cinco años o quizás más. El eslogan de ‘entran limpios y se hacen millonarios’, ya caducó; en las elecciones del 2014 será ‘entran millonarios y se saldrán billonarios’.

Estamos a un paso del abismo, y es seguro que esta clase política dará ese paso hacia adelante para su propia perdición. Solo cuando este pueblo tome conciencia de ‘qué es lo que es’, se llenará de valentía y arrojo para apoyar un proceso constituyente como la única salida democrática. Si no lo hace, Dios nos agarre confesados... Tenemos una representación pervertida, y más bajo de lo que ha caído, ya no es posible caer...

ACTIVISTA SOCIAL.

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