• 15/10/2013 02:00

Terror político al ‘voto castigo’

En un sistema democrático, en el que se realizan procesos electorales, el ‘voto castigo’ constituye la expresión del votante que muestra...

En un sistema democrático, en el que se realizan procesos electorales, el ‘voto castigo’ constituye la expresión del votante que muestra el desagrado, descontento, desencantos y frustraciones, por la situación presente y le niega al partido político en el poder el respaldo y apoyo, debido a su mala gestión o en desacuerdo con las políticas económicas desarrolladas. Es decir, la evaluación de la actividad gubernamental hace que el elector determine el sentido y orientación de su voto.

Generalmente, los gobiernos que aspiran a mantenerse en el poder, realizan programas de inversiones y obras de desarrollo de la infraestructura física, sanitaria, social y de servicios, a fin de lograr aumentar los niveles de simpatías y fortalecer la imagen política que permita al momento de un proceso electoral obtener el apoyo a su partido o a su candidato.

Sin duda alguna, la ejecución de obras importantes permite al gobierno canalizar un alto nivel de simpatías de la población. No obstante, el elector al momento de tomar la decisión de emitir su voto evalúa si la situación financiera personal y de su familia ha mejorado, si hay políticas gubernamentales dirigidas a resolver problemas críticos que afectan su vida como la canasta básica, los problemas de seguridad, el transporte, la educación, el sistema de salud, empleo, agua, aseo, etc. En fin, el elector juzga y evalúa la realidad en que vive, inclusive de manera retrospectiva, a fin de adoptar una decisión para el futuro, en base a las experiencias y juicios del pasado.

Nuestro país está inmerso en un proceso preelectoral muy complejo. El terror político al ‘voto castigo’ es evidente, porque tiene un efecto importante en un torneo electoral. Y es que el ‘voto castigo’ bien estructurado, bien alimentado, puede servir para crear una gran corriente de opinión y orientar a los electores en una o en otra dirección. Por eso es que en las campañas electorales se utilizan con frecuencia el eslogan, por ejemplo, ‘es tiempo de cambiar’.

El elector que no está convencido por las nuevas promesas en una campaña electoral y tiene muy dentro en su alma y en su corazón el resentimiento, porque no observa cambios favorables en su situación financiera, ni tampoco le complacen las políticas económicas y se siente asfixiado por un proceso inflacionario que ha disparado los precios de la canasta básica y no le alcanzan sus ingresos personales para tener una vida decorosa, desarrolla una conducta que puede motivarlo a utilizar el ‘voto castigo’ para expresar sus frustraciones y resentimientos.

Las obras millonarias y los ‘megaproyectos’ no son suficientes para garantizar al gobierno que las ejecuta su permanencia en el poder. Los indicadores de un país en pleno crecimiento económico, son evaluados por el elector sobre la base de cómo estos indicadores se reflejan en su situación económica y financiera a nivel personal y de su familia.

Adicionalmente, —y considero importante relacionar el tema con el presente artículo— vale anotar que las encuestas de opinión que se realizan en ocasión del proceso electoral panameño tienen validez, porque sin duda se fundamentan en una serie de criterios técnicos y científicos de medición de la opinión pública, que deben ser seriamente considerados por los analistas políticos.

No intento desconocer el valor de las encuestas. No obstante, realmente tengo mis serias dudas sobre que la ‘intención’ del ‘voto castigo’ esté reflejado en las encuestas. Como hemos venido señalando la conducta que motiva el ‘voto castigo’ está ligada intrínsicamente a la naturaleza misma del hombre, es una sensación y sentimientos alojados en lo más profundo del ser humano, es una dimensión de inteligencia y voluntad que difícilmente pueden percibirse a través de una limitada muestra en una encuesta de opinión.

El día de las elecciones, se forman las largas filas de votantes, esperando pacientemente sin atuendos ni vestimentas de ningún partido político. Pero están allí, cédulas en mano, en silencio, entran al recinto electoral y es en ese momento en que el elector solo con su conciencia evalúa si con su voto vale premiar a los que han contribuido a mejorar su situación financiera y la de su familia. Evaluarán el desempeño del gobierno en cuanto a resolver los problemas que a diario experimenta.

El elector tomará la decisión sobre el futuro del país en base a juicios del pasado.

El ‘voto castigo’ es el voto que se le niega al partido político apoyado anteriormente, con el fin de castigarlo por su mala gestión.

Los gobiernos, y en general los políticos, le tienen terror a ese voto silencioso, libre, independiente, sin ataduras de ninguna naturaleza, y al que se conoce como ‘voto castigo’.

PROFESIONAL DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA.

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