• 21/10/2013 02:00

Sobre noches negras

Deja mucho que reflexionar la conducta general de la población después del partido de fútbol de la semana pasada. Ese partido en donde m...

Deja mucho que reflexionar la conducta general de la población después del partido de fútbol de la semana pasada. Ese partido en donde mucha gente dejó expuesto nuevamente, bajo la lluvia, la realidad de su condición como ente social ante las posibilidades de que un hecho no tenga los resultados deseados por el individuo o el colectivo.

Silencio, incredulidad. Lágrimas de adultos y de niños. De hombres y mujeres. De viejos y de viejas. La indignación de fanáticos viejos y de los nuevos ni decir. Maldiciones, palabras obscenas. Gritos, mentadas de madre. De todo hubo ante el despertar a la realidad. Eso siguió varios días en los medios y los diarios locales.

Escuche a varios de los ya famosos comentaristas (los que son de deporte y los otros que no lo son) decir que ‘fue una Noche Negra para la historia panameña’. Una Noche Negra, eso ya lo había oído. Eso dijeron una noche de junio de 1984, cuando Roberto Durán fue noqueado en el segundo asalto de su pelea con Tommy Hearns. Cuatro años antes, una Noche Negra se dio cuando el mismo Durán, en noviembre de 1980, abandonó la pelea en el séptimo asalto de su pelea de revancha con Sugar Ray Leonard.

¿Noche Negra? La de la madrugada del 20 de Diciembre de 1989, cuando el territorio nacional fue invadido por los Estados Unidos. Pero, allí hubo celebraciones. Mucha gente salió a las calles a vitorear y aplaudir a los que invadieron y a denunciar a sus vecinos. No vi muchas lágrimas ni tanto dolor ni alharaca en los medios de la época en contra de los que perdieron la vida en esos eventos.

Pero lo sucedido después del fútbol es una condición humana que tiene que ver con los sistemas de valores que los medios masivos de comunicación han venido moldeando. Tiene que ver con la distracción artificial de una meta publicitaria que generó más expectativas que la realidad concreta de los retos que tenemos, o que debemos enfrentar todos, para corregir nuestro sistema político y social, por ejemplo. Es mejor soñar con ir al Mundial que organizarnos para adecentar la cosa pública de una vez y por todas.

La oscuridad actual es tan intensa que pocas ganas hay para meterle al esfuerzo de enderezar el camino que lleva la Nación. Mejor me pongo un suéter rojo, me aprendo las canciones, me pinto la cara de bandera y salgo a gritar con la esperanza de alcanzar una meta, tan difícil y elusiva, como la de ordenar la cosa pública.

Ante los retos cotidianos de urgente supervivencia el común de las personas no repara en ejercicios analíticos existenciales. ‘La vida es cuestión de decisiones’ reza el dicho angloamericano. El tomar en cuenta este principio nos lleva a una evaluación crítica del género y de su proceso en la toma decisiones y su preocupación por sus aportes sociales y culturales. Esos aportes tienen que ver con que te ocupas en serio de trabajar por el adecentamiento del país a través de la política, la cultura, los retos sociales, la educación, etc.

Hay un reto manifiesto en el rol de los individuos que han alcanzado posiciones de liderazgo en la sociedad, o incluso a escala global, y que, ante las enormes posibilidades que tienen a su alcance, pueden definir favorablemente la situación de ‘hambre’ o necesidades primarias que enfrentan otros. En cambio, sesgan ese reto y generalmente concretan sus acciones desde una perspectiva muy particular y en muchos casos para su beneficio personal. Mientras tú eres espectador de fútbol y le dedicas dinero y emociones para ir a cada juego a pasar rabia y soñar, los más vivos, a nivel corporativo, se meten a la parte multibillonaria e internacional del negocio del fútbol y lo venden como deporte sano.

En 2007, en las vísperas de los Juegos Panamericanos que se celebraron durante la segunda mitad del mes de julio en Brasil, un grupo descontrolado de panameños pisoteó su responsabilidad primaria como salvaguarda y promotor del deporte y del deportista olímpico nacional. Desecharon su condición de patriotas para, sin la menor vergüenza posible, maltratar y poner a un lado la reputación y el honor del país por sus intereses personales. Panamá fue suspendido de toda competencia internacional.

En ese entonces nuestros deportistas olímpicos dieron muestra de nobleza y verdadero patriotismo. Teniendo la opción de competir bajo la bandera olímpica internacional, optaron por no asistir si no era bajo la bandera nacional. El gobierno de turno intervino: algunos pocos atletas pudieron asistir y participar y la bandera panameña ondeó como debía ser.

Mientras nos desdichamos por la Noche Negra del fútbol, la conducta colectiva actual quiere dejar a un lado sus preocupaciones por la situación de inseguridad que atenta contra nuestro futuro. Funcionarios mediocres, medicamentos envenenados, sobrecostos en los contratos, obras mal realizadas, contratos amañados, etc. Prefieren continuar entre la alucinación de la realidad feliz a través de los medios y del fútbol para mantenernos hipnotizados.

Muy pocos pueblos logran vencer los obstáculos de los espejitos y la magia del enredo para entender que se le está engañando y que los han tomado de tontos. Algunos no lo logran por siglos. Esa es la verdadera noche en tiniebla que vivimos.

COMUNICADOR SOCIAL.

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