• 19/11/2013 01:00

De tráfico, tranques y otros malestares... bis

L o que escribo no será revelador, pues el tema es harto conocido y penosamente redundante, pero manejar en la otrora apacible y hermosa...

L o que escribo no será revelador, pues el tema es harto conocido y penosamente redundante, pero manejar en la otrora apacible y hermosa Ciudad de Panamá nos somete a un suplicio masivo que causaría envidia a la Inquisición, peor, no estoy convencido de que las mejoras en infraestructuras y transporte urbano, incluyendo el tren subterráneo, resolverán esta terrible situación de inmediato, como el Gobierno, seguramente, tratará de vender la idea. Cuanto más serán medidas paliativas. En esencia la solución final radica en acciones más profundas, requiere un enorme y traumático cambio cultural y eso en un país como el nuestro, indisciplinado, mal acostumbrado al ‘juegavivo’, ‘voy por fuera’, ‘no voy’, ‘el que viene atrás que arree’, etc. y de esta manera habituado a violar toda disposición de tránsito que existe sin temor a consecuencias, porque no las hay, será una tarea de titanes por varios años.

El necesario cambio cultural que visualizo será complicado, porque empieza por enseñarnos cortesía en el manejo y respeto a las normas de disciplina en el manejo e inculcar temor a las consecuencias de nuestro mal manejo. En síntesis, involucra Educación Vial, pero no es todo, además, enseñarnos a vivir en una Metrópolis. No es lo mismo vivir en una Metrópolis de millones de habitantes que en un ‘pueblo grande’ y con esa mentalidad.

No estoy nada confiado en que nuestros gobernantes tendrán el interés en embarcarse en un proyecto de la magnitud que involucra el necesario cambio cultural de que hablo, no visualizo esa actitud. No hay mejor ejemplo que la actitud ‘pocoimporta’ asumida por el gobierno al causarnos el calvario que ha significado soportar la construcción de múltiples grandes proyectos de infraestructuras efectuadas simultáneamente, que, junto con las construcciones privadas, han provocado el desastroso estado de nuestra vías urbanas y los interminables tranques.

No puedo creer que quienes programaron esas obras no hayan visualizado su impacto negativo en el normal flujo vehicular metropolitano. No los considero tan negligentes, pero sí insensibles a su efecto en las poblaciones. Sencillamente les valemos un bledo. Ellos están en otra onda. Se pudo hacer mucho para aliviar los tranques y ellos lo sabían. No lo hicieron. Yo lo he visto hacer en otros lugares, donde a los gobernantes les importa hacer menos difíciles y traumáticas las vidas de sus ciudadanos; sencillamente les importan sus conciudadanos o le temen a las probables fuertes reacciones de una valiente ciudadanía consciente de sus derechos y dispuesta defenderlos a toda costa. Aquí las cosas no operan así.

Volviendo al tema central, el costo económico y financiero resultante de los tranques debe ser enorme. (¿Alguien lo ha cuantificado? Si no se ha hecho, los expertos debieran hacerlo) Empezamos por el impacto negativo en la productividad, medido en términos de horas de trabajo, pérdidas que eventualmente que se traducen en disminución en el desempeño de las propias instituciones del Estado, a igual que los resultados financieros de las empresas. Y ¿quién termina paganos esa ineficiencia?: los contribuyentes y el publico consumidor. La cosa no termina allí. Está el impacto en nuestros bolsillos por el costo excesivo de combustible y deterioro de nuestros automóviles. Si sumamos todo en un lapso de cuatro años y medio llegaríamos a cifras impactantes. No creo que llegaremos jamás a resarcirnos. Creo que los verdaderos ganadores de esta caótica situación han sido las petroleras y las proveedoras de servicios de telefonía celular por su uso masivo durante los tranques y trayectos. Eso aparte, obviamente, de quienes efectuaron las obras, caras por sobrecostos, según los conocedores y por supuesto, los ‘comisionistas’.

Sin embargo, los mencionados anteriores no son los únicos costos a la sociedad que los congestionamientos y tranques provocan, hay otras consecuencias sociales negativas menos tangibles que tienen que ver con nuestra salud física y mental. Sin duda, el estrés y rabia de carretera que los tranques causan, tienen consecuencias en nuestra salud mental y biológica. Es un hecho que acepta la Medicina moderna, bajo el concepto de Medicina Integral, que nuestro estado emocional influye en el funcionamiento fisiológico de nuestros organismos; o sea que paz y armonía mental contribuyen a gozar de buena salud física. Es axiomático.

BANQUERO Y EXDIPLOMÁTICO.

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