• 07/12/2013 01:00

Mandela, legado de reconciliación

El mundo está consternado de luto y dolor ante la partida de Nelson Rolihlahla Mandela, a quien las Naciones Unidas dedicó que el 18 de ...

El mundo está consternado de luto y dolor ante la partida de Nelson Rolihlahla Mandela, a quien las Naciones Unidas dedicó que el 18 de julio de cada año fuera un día celebrado para destacar la figura emblemática del abogado y político sudafricano, quien fue un incansable defensor de la libertad, rasgo notable que destaca la sensibilidad y los valores humanos del líder histórico del Congreso Nacional Africano. Mandela desafió las leyes segregacionistas, abogando por la eliminación del sistema de discriminación racial legalizada de Sudáfrica, conocido como apartheid (condición de estar separados) en el idioma afrikáans. Desde su creación en 1945, Naciones Unidas acompañó la lucha contra el apartheid condenando el carácter inhumano del régimen, legitimando la resistencia popular, promoviendo medidas de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, instituyendo un embargo de armas y petróleo con boicots contra el apartheid en muchas esferas.

Mandela fue un ejemplo de lucha, un líder comprometido con la liberación de su pueblo al que restituyó su sentimiento de pertenencia y orgullo nacional, promoviendo la Carta de la Libertad que consignaba la aspiración de un Estado multirracial, igualitario y democrático, una reforma agraria y una política de justicia social en el reparto de la riqueza. Prisionero durante 27 años, Mandela se convirtió en una personalidad emblemática que concitó el más amplio respaldo mundial a su causa, a tal punto que el presidente Frederik De Klerk del Partido Nacional, tuvo que abrir el camino para desmantelar el infame andamiaje racial. Liberado en 1990, el líder sudafricano fue el interlocutor que negoció el proceso de democratización y por ironía del destino compartió con De Klerk el Premio Nobel de la Paz en 1993.

Tata Madiba como le denominaba su pueblo, luchó durante 67 años contra el régimen racista del apartheid, impuesto por la minoría blanca de Sudáfrica. El mensaje de tono conciliador de Mandela caló profundamente en el sentimiento del pueblo sudafricano evitando un estallido de violencia racial en la transición del régimen segregacionista hacia la democracia, instaurada en 1994.

Una paz construida con siglos de opresión sobre los derechos humanos y la dignidad. Mandela simboliza hoy el triunfo del espíritu humano sobre el avasallamiento, siendo presidente de su país se desprendió del odio y el resentimiento, perdonando a sus torturadores, impulsando una política de reconciliación nacional que incluyó a su antiguo carcelero Frederik De Klerk, como su vicepresidente, en la tarea de construir un Estado multirracial con una sociedad libre y democrática para vivir en armonía e igualdad de oportunidades.

‘Mandela fue un icono y un símbolo de esperanza cuya vida ha reflejado los ideales de Naciones Unidas y es una figura emblemática que representa los valores más elevados de la humanidad’, destaca Ban Ki-moon, Secretario General. Sin duda alguna, las presentes y futuras generaciones reconocerán el legado humanitario del personaje más sobresaliente del siglo XX al servicio de la humanidad, en la solución de conflictos, las relaciones interraciales, la promoción y protección de los derechos humanos, la democracia internacional, la cultura de paz y la reconciliación. Un adiós al líder de espíritu compasivo, comprometido con la causa más noble de la humanidad, la eliminación de la discriminación racial.

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