• 12/02/2014 01:00

Segundas vueltas centroamericanas

La idea de modificar nuestro sistema electoral con la novedad de una segunda vuelta fue descartada hace un par de años, debido a suspica...

La idea de modificar nuestro sistema electoral con la novedad de una segunda vuelta fue descartada hace un par de años, debido a suspicacias sobre las intenciones de sus proponentes. Pero, dado el desarrollo de la actual contienda electoral, algunos que ayer se opusieron parecen lamentarse hoy, porque estiman que la propuesta les habría favorecido en las actuales circunstancias políticas.

Siendo un experimento inédito en Panamá, sería juicioso prestar atención a lo que ocurre en dos países vecinos, cuyas elecciones el 2 de febrero pasado arrojaron resultados que forzaron segundas vueltas para definir el ganador en cada contienda presidencial.

En Costa Rica concurrieron a votar 1,600,000 electores, equivalentes al 68 % de los electores. Compitieron trece candidatos presidenciales, propuestos por catorce partidos políticos; el candidato más votado recibió 484,465 votos; el siguiente, 465,656 votos.

Ninguno logró el 40 % mínimo requerido en ese país para alzarse con la victoria. De haber obtenido otros 156,544 votos adicionales el primero, o 175,444 votos más el segundo, se hubiera declarado inmediatamente un ganador con la mayoría mínima requerida para evitar la segunda vuelta.

Evidentemente el camino a seguir, hasta la celebración de la segunda vuelta el próximo 6 de abril, es armar una estrategia que, al menos, mantenga la ventaja de, por lo menos, 18,809 votos, obtenida por el primer candidato sobre el segundo, en el intento inicial. Allí es cuando podrían aparecer los arreglos políticos entre candidatos y partidos, que muy posiblemente tratarían de negociar coaliciones destinadas exclusivamente a triunfar en la segunda vuelta y repartirse el gobierno en alianzas puramente electoreras, sin un contenido programático que persiga el bienestar nacional.

Observemos el rol de los partidos que no calificaron, pero que ahora tienen un peso específico para integrar alianzas ganadoras y poder reclamar espacios en el equipo gobernante; especialmente los tres que obtuvieron 17 %, 11 % y 6 % de la votación, cuyo apoyo parecería crucial para la victoria de una coalición electorera.

En El Salvador ocurrió otro tanto. El 9 de marzo habrá una segunda vuelta entre los candidatos que recibieron el 48.9 % y 38.9 % de los votos, sin lograr el requerido 50 % más uno. ¿Qué peso tendrá entonces el tercer partido, cuyo candidato obtuvo el 11.4 % de los votos? Su decisión le entregaría virtualmente la Presidencia al candidato que favorezca. ¿Cuáles serían sus condiciones y exigencias?

El asunto se complica un tanto más porque el partido político de ese tercer candidato tiene un doble problema histórico e ideológico: ha sido el tradicional adversario del partido que ocupó el primer lugar y además se constituyó como una facción disidente del partido que logró el segundo lugar.

Con esos antecedentes, de triunfar una alianza en la que participara el tercer partido, resultaría muy interesante observar la composición del próximo equipo de gobierno y las experiencias de ese futuro período presidencial.

Ciertamente Chile presentó otro ejemplo de una segunda vuelta este año. Pero las circunstancias de esa campaña presidencial fueron especiales, puesto que la candidata oficialista fue prácticamente improvisada ante la renuncia inesperada del candidato de su partido y, aunque fue necesaria una segunda vuelta, los resultados eran previstos por la distancia acumulada entre candidatas.

Invito a los interesados en estos temas a seguir de cerca el desarrollo de los acontecimientos en los dos países hermanos de Centroamérica. Importante será el desarrollo de la campaña camino a la segunda vuelta, la composición de los nuevos gobiernos y, posteriormente, observar si los bandos aliados que integren los nuevos gobiernos puedan ejecutar harmónicamente un esfuerzo mancomunado hasta el fin. Invito a que vigilemos de cerca las experiencias ajenas con segundas vueltas.

EX DIPUTADA DE LA REPÚBLICA.

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