• 22/02/2014 01:00

Política electoral

Definitivamente el prestigio de la política y los políticos se ha deteriorado severamente. Es un riesgo el acercarse a la política, por ...

Definitivamente el prestigio de la política y los políticos se ha deteriorado severamente. Es un riesgo el acercarse a la política, por el temor a ser calificado con las mismas críticas que hoy se le atribuyen a los partidos y a los gobiernos. Sin duda hay un amplio grupo de ciudadanos y profesionales que han participado y participan en los partidos políticos, que aportan sus tecnicismos y orientaciones a muchos de los programas y propuestas partidarias. El equipo de Guillermo Endara dejó un modelo a seguir para los actuales y futuros gobernantes. Prometió junto a sus funcionarios no intervenir en el proceso electoral y lo cumplió.

Pero gran parte del electorado piensa que los que van a la política lo hacen en busca de dinero, de poder, de influencias, de un cargo, de negocios, de rebuscas y coimas, de juegavivo. Y lo peor, piensan que todos son iguales. Que las figuras adineradas son socias de los mismos negocios y se entienden entre ellas, mientras el pueblo se pelea en la calle y se arrastra en busca de que le ‘resuelvan’ un problema. Que las grandes decisiones se dan entre grandes comerciantes, megaobras, leyes de ventajas por ciertos sectores e impunidad jurídica con cinismo para la corrupción.

Las realidades las viven los pueblos y saben muy bien de las ineficacias, las corrupciones, promesas no cumplidas, del alto costo de la vida, de las filas del transporte, de las faltas de cupo y medicamentos en salud, de los robos a mano armada, de los ciudadanos muertos. Del gobierno reciente tiene más frescas sus críticas, Bocas, Ngäbes, Colón; pero también recuerdan lo ocurrido en gobiernos anteriores donde también se dieron muchos muertos en la dictadura, intoxicados, enriquecimientos ilícitos, coimas, robo de terrenos, licitaciones fraudulentas, sobrecostos, etc., compra de gentes, compra de votos, tránsfugas que no son inventos actuales, los militares compraron oportunistas de todas las tendencias. Y lo más grave es que muchos se disfrazan de populistas, revolucionarios, patrioteros y antiimperialistas.

El diagnóstico social ha sido ampliamente expuesto: la ignorancia, la pobreza, que produce enfermedades, desempleo, delincuencia es conocido. Ante esto, el elector va a un estrés de saturación de propaganda, promesas repetidas. Pareciera que el debate se da entre asesores de campaña, creativos de publicidad y los fondos monetarios de las cuentas bancarias de los candidatos. Eslóganes baratos y hasta irrespetuosos a la inteligencia de los ciudadanos. La defensa de nuestros patrimonios y de nuestra soberanía y los beneficios de nuestros recursos económicos no siempre son defendidos con orgullo patriótico, dando paso al ‘pro mundi beneficio’ o tranzando con paraguas que nos han traído amargas experiencias y que han intentado cubrir con un velo, pero que no ha cubierto ni garantizado la neutralidad, la dignidad y la vida. La línea neoliberal salvaje en el mundo no acepta un socialismo civilizado. Y sus políticas tóxicas de antiseguridad alimenticia en aranceles y sin regulaciones sociales, traen el libertinaje de especulaciones. Las deudas monetarias acumuladas (22 mil millones) desde la dictadura y duplicadas recientemente, atribuyéndose en millones los sobreprecios; y la deuda social de todas las víctimas de la violencia (dictadura, invasión, abusos policiales), de las injusticias que ameritan indemnización y solución a las crónicas limitaciones y postergaciones en la sociedad.

La educación y el empleo controlan la delincuencia. La accesibilidad a los alimentos produce salud.

La palabra es el detonante de punta, del motor del desarrollo social y legal. Los ciudadanos están atentos a la credibilidad, al prestigio no solo de los candidatos, sino de los equipos que lo acompañan, de los que han demostrado eficacia y honestidad, transparencia, de los que no se han cambiado de partido. Hay indignados y frustrados, ante la falta de conciencia social y civismo.

Los debates televisivos tienen un impacto muy directo en la comunidad, cuando se dan en forma seria, las propuestas concretas documentas y argumentadas tienen un real valor en la comunidad, así como también lo tienen los beneficios reales que han recibido. Y no deja de influir el jamón, el artefacto eléctrico, la beca o el bono y los dineros regalados.

Los postes no votan, decía Arnulfo Arias. Tampoco las vallas, ni las pantallas planas.

Todos exigimos desarrollo social, agricultura, educación, contra la delincuencia y la corrupción.

La Fiscalía Electoral tiene la responsabilidad cívica de velar para evitar ahora los fraudes, los ciudadanos por denunciar todos los vicios que puedan ensuciar el país.

Todos por la unidad nacional y con el pueblo independiente. Que no sean la publicidad, ni las encuestas, ni la maquinaria estatal o partidaria, ni el dinero los que decidan tu voto, sino la objetividad y los interese sagrados de la patria para un Panamá mejor.

MÉDICO Y EX MINISTRO DE ESTADO.

—CUANDO MANEJE NO TOME, MINSA 1991.

—EN MEMORIA DEL DR. CARLOS YOUNG ADAMES.

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