• 03/03/2014 01:00

El centenario del Canal y de la gran guerra

Este año cumplirán su primer centenario la inauguración del Canal de Panamá e inicio de la Gran Guerra (y el segundo centenario de la vi...

Este año cumplirán su primer centenario la inauguración del Canal de Panamá e inicio de la Gran Guerra (y el segundo centenario de la victoria de Bolívar en Carabobo). Lamentablemente para el Mundo, las consecuencias de las últimas dos siguen sintiéndose, mientras que la primera ha sido, desde su génesis, una pieza clave en el comercio mundial. No solo la Primera Guerra Mundial nos trajo hasta hoy, como efecto dominó, la Segunda Guerra y un rosario de conflictos bélicos hasta el día de hoy, gracias a sus inequitativas exigencias sobre los derrotados en 1919.

La victoria Bolivariana sobre un imperio Europeo, contrario al triunfo de las colonias rebeldes norteamericanas, representó una sustitución de una autocracia Española por otra local. Aunado a esto, se redactó una Constitución carente de un rostro humanista o filosófico que solo se multiplicó cuando se balcanizó en varios países (pero con banderas muy parecidas), desmoronándose el sueño de su mitificado fundador. Nuestro Canal, mientras tanto y contrario al de Suez, ha operado ininterrumpidamente desde aquel agosto 15, 1914. La única excepción fue el 20 de Diciembre 1989, cuando los norteamericanos vinieron a desmantelar el represivo aparato militar que ellos mismos crearon aquí; tal como también fueron cómplices de inventar tal serpentario en el resto de Latinoamérica, siempre y cuando sus neomitológicos Prometeos no fuesen pro USSR.

Después de la Guerra Civil EE. UU. (1865) los norteamericanos entraron de lleno a la Revolución Industrial en que Europa les llevaba lustros de ventaja. Sus fábricas no llegaban a capacidad, abundaba la mano de obra capacitada y sus fronteras ahora llegaban hasta el Océano Pacífico. Empezaron a mirar hacia los mercados extranjeros, de los que los europeos y japoneses eran celosos de incluir en sus respectivos feudos más protagonistas comerciales. Con la experiencia de la Guerra Hispanoamericana (1898), junto a su súbito madrugar con múltiples protectorados, EE. UU. cuenta con la tercera mayor marina militar del Mundo y la necesidad de movilizarla mucho más rápido que Alemania e Inglaterra. Es allí donde desempolvan sus sueños canaleros vía Nicaragua, que datan desde 1850 —que los ingleses les impidieron entonces—, pero optan por comprarle los derechos a los franceses y separan a Panamá de la intrincada negociadora que era Colombia.

El fin de la Gran Guerra nos trae mayores secuelas. Mientras EE. UU. —vía Wilson— promueven que las futuras posibles carnicerías sean obviadas por medio de negociaciones pacíficas los demás aliados se reparten como botín el Medio Oriente y retoman su role colonial en aquellas latitudes que desatendieron los pasados cuatro años de guerra. La Liga Árabe y los chinos, entre otros, se sienten traicionados, debido a sus grandes contribuciones a la victoria e ilusionados por las promesas de una inmediata autodeterminación e independencia. Thomas Shaw (alias Lawrence de Arabia) arremete periódicamente contra el establishment británico en los diarios, ya que presenció tal promesa. El pueblo chino se lanza a la calle indignada, porque las colonias alemanas en su territorio son transferidas a su clásico némesis Japón e historiadores insisten que del famoso ‘Movimiento Marzo 4’ emerge Mao y sus comunistas.

En fin, nuestro Centenario es el único de los dos con un final feliz. La Gran Guerra termina su centenario incluyendo sus continuos e interminables conflictos en el Medio Oriente y horribles guerras civiles en Vietnam y China respectivamente (a las que le dedicaré futuros escritos, debido a buenas noticias provenientes de allá). Independientemente de las zancadillas que últimamente nos dedican a la ACP empresas extranjeras, tales como GUPC, avizoro aún un dorado segundo centenario gracias a sus colaboradores y las continuas mejoras a la planta original.

INGENIERO EN SISTEMAS Y TELECOMUNICACIONES.

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