Pos-Invasión: los primeros días de una democracia costosa

Actualizado
  • 20/12/2019 00:00
Creado
  • 20/12/2019 00:00
Entre redadas, barricadas, saqueo y el terror que no cesaba entre la población, transcurrieron los primeros días después de la cruenta invasión de Estados Unidos a Panamá

Caos, miedo y desesperación reinaban en las calles de Panamá en los días posteriores al inicio de la invasión estadounidense, que inició minutos antes de que el reloj marcara la medianoche del 19 de diciembre, en el año 1989.

Pos-Invasión: los primeros días de una democracia costosa

Ese día y a esa hora aún permanecía parte del personal en la redacción de La Estrella de Panamá, que para ese entonces estaba bajo el mando de la familia Duque y era un medio afín al régimen de Manuel Antonio Noriega.

El periódico no se imprimió esa madrugada. Tampoco lo hizo por los próximos siete días. Las labores en la redacción de 'La Decana' se reanudaron el 26 de diciembre y la rotativa empezó a funcionar en la madrugada del 27, para traer a la luz ese día la primera edición pos-Invasión.

Isael Martínez, quien hoy es diseñador gráfico en el grupo editorial que edita este periódico, empezó a trabajar en “La Decana” en 1968, justo el año del golpe militar con el que inició la dictadura panameña en manos de Omar Torrijos Herrera. Y cuenta que la invasión no fue ninguna sorpresa. Ya se sabía que venían (los gringos a invadir), pero no cuándo exactamente.

Pos-Invasión: los primeros días de una democracia costosa

“Nosotros trabajábamos con el señor Tomás Gabriel Altamirano Duque, dueño del periódico. Y como él estaba vinculado a las Fuerzas de Defensa (FFDD), allí llegaban muchos señores de las FFDD. Incluso nosotros estábamos custodiados y usábamos carné de las FFDD, aún siendo empleados de la empresa privada”, cuenta Martínez.

Ese día se retiró de la Redacción a las 10:00 de la noche. “Antes de llegar a mi casa yo sentí el bombardeo. Me fui un poco antes porque ya había la inquietud de que algo iba a suceder, habían rumores entre los periodistas, eran los más informados de que Panamá iba a ser invadido”, rememora.

Pos-Invasión: los primeros días de una democracia costosa
Los primeros días pos-Invasión

El periódico no salió entre el 20 y el 26. La portada del 27 de diciembre de ese año registraba que desde el día anterior se estaban “normalizando” las actividades en el país.

Todavía permanecían las tropas norteamericanas y sus vehículos blindados en las calles. El tráfico se notó más fluido desde ese martes, según el reporte periodístico . Las personas se aprestaban a reabastecerse de comida, y según el diario, lo hacían “protegidas” por las tropas gringas ante “esporádicos ataques” de los Batallones de la Dignidad y algunos focos de resistencia de Noriega.

Basura y escombros producto del cruento ataque —innecesario— de acuerdo con el diario, todavía permanecían en la ciudad. Según La Estrella de Panamá, el 26 de diciembre se observó a miembros de la nueva Fuerza Pública de Panamá patrullando junto con tropas norteamericanas.

La población que utilizaba sus autos lo hacía con pañuelos blancos atados a las antenas, símbolo de la Cruzada Civilista que adversó a Noriega por más de dos años y medio y para evitar la descarga de los militares estadounidenses. También se enfrentaban a un posible desabastecimiento de comidas y medicinas por temor a lo que podía pasar.

El Puente de Las Américas abrió el lunes 25 de diciembre de ese año, para dar paso a los camiones que transportaban alimentos desde el interior y los vuelos internacionales en el aeropuerto de Tocumen se empezaron a restablecer desde el 26 de diciembre.

Transición de la Fuerza Pública

Por aquellos días también se cuajaba la 'reconversión' de los agentes militares de las FFDD en la nueva Fuerza Pública, ahora bajo el mando de un civil, según “recomendaban” los Estados Unidos.

La nueva Fuerza Pública se formó con miembros de las Fuerzas de Defensa que desaparecieron con el gobierno de Guillermo Endara y que fueron entregándose ante las autoridades militares. Estas prestaron juramento ante el vicepresidente de la República y ministro de Gobierno y Justicia, Ricardo Arias Calderón.

Las autoridades exhortaban a estos militares a deponer sus armas y les ofrecieron recompensas por cada arma, municiones y arsenales entregada.

Documentos militares desclasificados por los Estados Unidos 30 años después de la incursión armada dan cuenta de que la metamorfosis de los estamentos de seguridad empezó a asentarse en 1990, cuando el entonces primer vicepresidente panameño, Arias Calderón, anunciaba los primeros cambios en el cuerpo policial: la jubilación de 142 oficiales, entre ellos algunos altos mandos que habían sido retenidos desde la invasión, el nombramiento de un civil como director de la Policía, el ascenso de 48 unidades y el reclutamiento de más de 200 nuevos oficiales para “traer sangre nueva” a los estamentos de seguridad.

Así, sin un juicio que deslindara las responsabilidad de cada uno durante la dictadura de Torrijos y la posterior narcodictadura de Noriega, muchos militares y exmiembros de las Fuerzas de Defensa y los Batallones de la Dignidad, se insertaron en la nueva Policía Nacional.

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