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- 25/11/2018 01:02
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El militarismo, un concepto que alude a las fuerzas armadas, es una institución que ha ejercido mucha influencia en la conducción política de nuestro país. A pesar de que, actualmente, se ha abolido, su recuerdo ha dejado una secuela traumática que cualquier participación de los estamentos de seguridad en los desfiles patrios lo asocian inmediatamente con los militares que gobernaron nuestro país en la década del 70 y 80 y que hacían gala de su poderío militar con sus armas y carros de combate en los desfiles patrios.
PERCEPCIONES SOBRE EL TEMA
En el artículo ‘Honor o Patria o militarismo' retomado publicado en la Estrella de Panamá el 9 de noviembre de 2018 a cargo del periodista José Arcia, se aprecia esa percepción cuando se refieren a la participación de los estamentos de seguridad en los desfiles del 3 y 4 de noviembre, donde se destaca que se busca fortalecer ese pensamiento militarista de la década de 1980, que se pensaba que se había superado.
Hecho parecido y con connotaciones diferentes fue la denuncia interpuesta por la Asociación de Profesores de la República ante la Defensoría del Pueblo con motivo de la celebración de las efemérides patrias por los inconvenientes y atraso en perjuicio de los estudiantes por la participación de los estamentos de seguridad. Sin embargo, ¿acaso en nuestra historia nacional los militares que surgieron a finales de la década del 60 fueron los únicos que, históricamente, han participado en los desfiles patrios? La respuesta es no.
PRESENCIA MILITAR EN LOS DESFILES PATRIOS
Veamos un recuento histórico de cómo, desde que nos separamos de España, hubo participación militar en los desfiles patrios. A partir del 28 de noviembre de 1821 el coronel José de Fábrega, representante del latifundio veragüense había mantenido fiel a los realistas españoles. Su suerte corrió bien, y es que él, había servido a los ejércitos realistas, y fue el militar de transición y a partir de la independencia siguió dirigiendo el ejército. Los militares en el siglo XIX, sin dilación constituyeron la fiel balanza y fueron servidores de la oligarquía citadina, encomenderos y fieles del poder de la aristocracia. Mas agregamos que ellos en las crisis políticas que se dieron recibieron el título de Jefes Civil y Militar.
Advino una tradición militar y con ello la participación de las efemérides del 28 de noviembre de 1821. Ahora los estamentos de seguridad a través del cuerpo policial y el ejército actuaron durante este siglo en los desfiles y en las actividades novembrinas. Por tradición y la influencia que ejercían tuvieron absoluta actividad en el 28 de noviembre.
En el editorial de la Estrella de Panamá del sábado 26 de noviembre de 1859, se manifiesta que ese día: ‘debe ser celebrado con orgullo por los istmeños, porque desde entonces empezó su vida de hombres libres.' La acción civilista se conjugó con el militarismo y las festividades patrias. El ejército hizo demostraciones y prácticas militares. Mas su actividad bélica se refuerza con los sucesivos gobiernos de los coroneles Peregrino Santocoloma, Vicente Olarte Galindo y los generales Fernando Ponce y Buenaventura Correoso. Y con intervalos de gobiernos civiles.
DISPOSICIONES OFICIALES
Las efemérides patrias en el siglo XIX fueron organizadas por disposiciones. Ejemplo el Decreto número 10 del 19 de noviembre de 1887, cuya actividad era reglamentada por la policía y de acuerdo al artículo 27 de la Constitución. Las fiestas patrias el 28 de noviembre se conjugaba un sentido de diversión y la tradición. Con marcado acento colonial y un culto a la figura de Simón Bolívar. Todo el arrabal y los sectores populares brindaban culto a la independencia.
MISIÓN Y VISIÓN DE FLACSO
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Estas festividades se regían por decreto 17 de 26 de noviembre de 1891, por el cual se permiten regocijos públicos, firmado por el Alcalde Juan Dutary Aguilar. Con alocuciones y participación del Batallón Colombia ‘á disposición del señor Alcalde,' y ‘una compañía uniformada de gran parada y las dos bandas militares.' Para el día 28 de noviembre, se realizaban en la plaza de Armas una salva de 21 cañonazos y la Banda de música acompañada de cornetas recorren las calles de la ciudad y con un Te Deum en la iglesia Catedral. Al día siguiente ‘se hará en la plaza de Armas, con igual fin, ejercicios de tiro al blanco con rifles y ametralladora.'
Las alocuciones del 28 de noviembre rendían culto a la patria. Tal es el caso de los discursos del General Juan V Aycardi y el Presidente del Consejo Municipal. Los escasos colegios realizaban actos ceremoniales y pasaban a segundo plano. El General Aycardi en su alocución anunciaba lo siguiente: ‘Deber imperioso del patriotismo agradecido, es trasmitir de generación en generación de edad en edad hasta la consumación de los tiempos, el recuerdo imperecedero de los gloriosos acontecimientos que constituye nuestras sublime epopeya. Necesario se hace inmortalizar los nombres de los actores en esa lucha de titanes en mármol indestructible de la historia'.
En esta tradición de las efemérides patrias en el siglo XIX, la presencia del militarismo en conjunción con el civilismo siempre estuvo presente y no fue exclusivo de los militares de las décadas del 70 y 80. No olvidemos al procónsul Remón y su partido Coalición Patriótica Nacional integrado por civilistas. La participación allende de las escuelas se mostró reducida al final del siglo XIX, resultado de la guerra civil de los mil días. Y limitada su participación en la independencia de 1903, en función de la renuncia que el Presidente Amador Guerrero le exigió al general Esteban Huertas. Las expresiones del sentido militar se encuentran en el Batallón Juana de Arcos, los batallones del colegio Artes y Oficios y el Institutito Nacional formados a raíz del conflicto limítrofe entre Panamá y Costa Rica en 1921.
Si hay oposición al militarismo en los desfiles entonces lo lógico sería la eliminación de los batallones en los colegios. Lo dejo a su criterio.