En los años predictadura, 1958-1964, se germina la semilla para el golpe

Actualizado
  • 11/10/2015 02:00
Creado
  • 11/10/2015 02:00
Ese es el caso del golpe militar de 1968 y el papel de Torrijos en la historia hasta el día de su anunciada muerte, el 31 de julio de 1981.

Las grandes revelaciones de la historia yacen ocultas en la mente de muchos protagonistas que prefieren terminar sus días consumidos en el silencio y la complicidad. Es un proceso de adaptación y sobrevivencia frente a la derrota y la idea de un final sin vuelta de página.

Ese es el caso del golpe militar de 1968 y el papel de Omar Torrijos en la historia hasta el día de su anunciada muerte, el 31 de julio de 1981. Quienes saben la verdad callarán, no tanto po cobardía, sino porque sienten que ya no vale la pena que ella prevalezca. Le han cedido ese espacio a sus adversarios y al oportunismo. Igual que al Che Guevara y otros héroes de la lucha social contemporánea, hoy Omar es usado y manipulado como una figura decorativa en un vano intento por borrar su ejemplo y desvanecer, poco a poco, su contenido patriótico. Es un mal pretendido intento de desterrar la acumulación que generaron en el pensamiento y conciencia de los panameños. Guardadas las proporciones, le aplican el mismo procedimiento descalificador usado para interpretar el papel de Belisario Porras y Arnulfo Arias en la construcción de la nación panameña.

El golpe militar no fue un hecho espontáneo. Era un golpe cantado. Las élites gobernantes habían perdido el control del país. Su modelo económico estaba agotado. Las divisiones políticas de sus grupos familiares no permitían un gobierno estable. Un poderoso movimiento social, resultado de mayo de 1958 y enero de 1964, se acercaba a sus ‘sagradas' puertas. El ejemplo de Cuba y Vietnam no solo constituían una referencia obligada, sino que mostraban las debilidades de una potencia que ejercía un control colonial esclavista sobre nuestro país.

La fragilidad y debilidad de ese poder local le impuso la tarea al gobierno de Marcos Robles de hacer retroceder y dispersar ese movimiento social. Fue un periodo difícil, de persecuciones, represión, crímenes y prisión. Pero ello sólo sirvió para templar ese movimiento que fue elevándose a una posición política. Es decir, a rivalizar el poder.

Los estadounidenses, en un pésimo cálculo sobre ese escenario, intentaban pasar unos tratados para actualizar su modelo colonial esclavista sobre el Canal de Panamá. Sólo lograron agregar un punto de contradicciones dentro de las mismas filas del bloque económico de poder y de ira en el movimiento social que aún lloraba a sus mártires de enero. Tanto es así, que al final del Gobierno de Robles, éste envía a su edecán De la Guardia a parlamentar con la dirigencia estudiantil.

La reunión, presidida por Oydén Ortega y Pedro Pereira, se da. Allí Robles les hace una extensa narrativa de lo que fue su vida al servicio de los grupos del Club Unión, cómo había entregado su lealtad y había cumplido todo lo que ellos querían de su Gobierno, para, finalmente, ser traicionado. Como prueba les entregó la compilación de grabaciones que tenía de todas las conspiraciones y el pensamiento de esos grupos. ¡Bellezas!

Mientras eso ocurría, en el seno de la Guardia Nacional, controlada doctrinalmente, es decir ideológicamente por el Comando Sur acantonado en la Zona del Canal, se estaba gestando un cambio gradual de grandes proporciones no percibido por la prepotencia y la arrogancia de la clase en el poder. Luego de los sucesos de mayo de 1958 y enero de 1964, se inició un ingreso masivo de jóvenes provenientes de los colegios emblemáticos del país que a su vez eran el centro de los movimientos patrióticos. En 1964, siendo uno de los responsables del Partido del Pueblo en la provincia de Chiriquí, coincidí con el Mayor Torrijos, jefe de zona. Pasé decenas de detenciones preventivas. En una de ellas me sacaron de la celda y me encontré de repente en su despacho rodeado de todos sus oficiales y del Embajador estadounidense en Panamá Jack Vaun. Allí me increpó y amenazó de todos los males imaginables. Esa noche, antes de que la líder feminista panameña Thelma King lograra mi libertad, me llevaron a un oscuro restaurante, La Tortuga, en el puerto de Pedregal. Un oficial del tránsito, en realidad el G-2 de la zona, dijo: ‘tengo órdenes de mi Mayor Torrijos de pedirle disculpa y entienda y comprenda su posición, que nosotros compartimos su lucha pero que el camino que hemos escogido es otro'. Esa misma declaración se le dio directamente Torrijos, en noviembre de 1964, a un dirigente de izquierda luego del levantamiento patriótico del General Caamaño Deñó en República Dominicana. Solo bastaban el momento y las circunstancias.

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‘Hoy Omar [Torrijos] es usado y manipulado como una figura decorativa en un vano intento por borrar su ejemplo y desvanecer, poco a poco, su contenido patriótico'.

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