Los cubanos de Panamá opinan sobre los cambios en Cuba

Actualizado
  • 23/03/2016 01:00
Creado
  • 23/03/2016 01:00
Atentos a los recientes acontecimientos en la isla y la ‘fundamental' visita de Barack Obama a Cuba, un grupo de cubanos panameños evalúa el escenario que deja el presidente de EE.UU.  

La visita de Obama a Cuba ha abierto una puerta cerrada por más de medio siglo y ya no hay vuelta atrás, sostiene a coro un grupo de panameños cubanos y desde sus diferentes referencias, confían en que la agenda de tres días del presidente de EE.UU. en La Habana se convierta en detonante eficaz de los cambios que el pueblo espera.

‘Obama llegó a hablar con el pueblo cubano, a darle esperanzas, con mensajes muy claros que van a tener un efecto inmediato. Ha sido un ejemplo de humildad y de humanidad para los Castro que precipitará un cambio de cultura que no lo para nadie', señaló a La Estrella de Panamá Annette Plannells, abogado y miembro del grupo Movin, hija de exiliados cubanos, que llegaron novios a Panamá y aquí se casaron.

El respaldo internacional a este proceso, indicó, es una garantía para la necesaria transformación política de Cuba. ‘Hay que dejar atrás tantos años de dolor, vendrán mejores días para los cubanos. Este es el camino correcto. El embargo no solo fue un fracaso, sino que se convirtió en la excusa perfecta para mantener su sistema', indicó Plannells, que confía en una pronta recuperación de la isla, económica y socialmente.

Detrás de las solicitudes de inversión directa y acceso a la comunicación que piden algunos disidentes cubanos, explicó, ‘vendrá todo lo demás' y destacó la importante gestión diplomática del gobierno panameño y la canciller Isabel De Saint Malo para facilitar este acercamiento.

Panamá, advierte, debe mantener el interés en el proceso que se inicia en Cuba y cerciorarse, como país amigo, de que el desarrollo económico y los derechos humanos van de la mano.

El abogado Pedro Meilán, también hijo de cubanos, reconoce que abandonar la isla fue un proceso familiar difícil, pero de esta nueva etapa destaca la reconciliación y la reversión del doble aislamiento, geográfico y político, que ha sufrido el país y marcó la vida de sus padres y de muchos emigrantes forzosos, como ellos. Su voto es a favor de la conciliación y la reconciliación porque ‘si Obama y Castro han sido capaces de hablar desde sus muy diferentes posturas, todo es posible', dijo.

‘Esta es una oportunidad que ni Cuba ni el pueblo cubano peude desaprovechar. No para salir, sino para seguir el camino que marca esta nueva etapa. No me imagino un éxodo masivo de la isla. El muro de Berlín cayó y llegó el reencuentro. No soy comunista ni socialista, creo que esta etapa de la historia no se debe medir bajo ideologías', indicó.

Leonor Gastón, Motta por matrimonio, lleva más de 40 años fuera de Cuba, donde nació y adonde ahora crecen dos de sus nietos. ‘Son ironías de la historia, yo salí obligada y mi hija ha vuelto con su familia por el trabajo de su esposo y vive a pocas cuadras de donde crecí, es como si La Habana me reclamara', dice contenta de un acontecimiento que, por retrasado, no deja de ser ‘esencial, imprescindible', para la tan esperada apertura política en la isla.

‘Yo que he estado en Cuba hace solo un mes, estoy segura de que la llegada de Barack Obama a La Habana debe haber impresionado al cubano de la calle. No ha sido normal siquiera la actitud de Raúl Castro, un soldado que no está acostumbrado a que le cuestionen y se expuso al escrutinio de su propio pueblo', señala Leonor de Motta, que destacó además el ‘tono familar' de la visita de Obama, ‘un guiño al acercamiento, al entendimiento a desarticular visiones radicales'.

‘El embargo, coincidió con el grupo, empobrece al cubano y mantiene al régimen. La presión de la sociedad, fuera y dentro de Cuba, debe incidir en que se acometan los cambios que la isla necesita. Los cubanos fuera de Cuba también tenemos opinión sobre lo que sucede y no solo los de Miami', precisó.

Según Motta, las concesiones del régimen son producto de la crisis politica y económica interna, que ha acrecentado la emigración de los últimos seis meses, con Panamá dentro de la ruta de una diaspora que continúa ante los posibles cambios en la política de migración de EE.UU. y porque el régimen castrista lo ha permitido para rebajar la presión interna, con la consecuente cuota de sacrificio que siempre pone el pueblo.

En Cuba, agregó, ‘se ha utilizado al pueblo en la agenda política para vanagloriar la grandeza de la revolución, pero con estos cambios, el control se hace más difícil, la juventud ya no cree en nada y busca un futuro que no encuentra en la doctrina'.

‘Nadie tiene derecho a gobernar 56 años sin ceder la facultad de decidir. Esto se acaba. Cuba ha perdido dos generaciones y no puede perder ni una más', sentenció.

Raúl Arias de Para, medio panameño y medio cubano, por parte de madre, también siguió de cerca la primera visita de un presidente estadounidense a Cuba en 88 años.

‘Ya era hora de que la política de EE.UU. cambiara. El aislamiento no dio resultado, la apertura aumentará la relación de dos pueblos vecinos y, sin duda, eso traerá cambios', sostiene y aunque vaticina que será un proceso largo, reconoce que este es ‘un momento histórico; el fin de una era y el comienzo de otra', en la que Panamá también puede jugar un papel importante.

Con los aliados naturales en quiebra, Rusia y Venezuela, ‘Cuba no tenía muchas alternativas para asegurar el bienestar de su gente. La apertura era la única salida', indicó.

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‘Nadie tiene derecho a gobernar 56 años sin ceder la facultad de decidir...Cuba ha perdido dos generaciones y no puede arriegar ni una más',

LEONOR GASTÓN DE MOTTA

CUBANA/PANAMAEÑA

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TERESITA ARIAS

El futuro es de los cubanos

La visita de Obama a Cuba es un paso histórico q abre las puertas a la esperanza de quienes creemos que el diálogo respetuoso y sincero servirá para dejar atrás más de medio siglo de enfrentamientos estériles entre dos vecinos tan cercanos.

La justa dimensión del proceso iniciado dependerá ahora de la capacidad de ambos países para replantearse asuntos tan duros como el imprescindible respeto a los derechos humanos en la Isla, el fin del embargo inútil y cruel, la habilidad para crear un orden jurídico que permita un desarrollo económico que conserve los logros sociales de la población y la reconciliación entre todos los cubanos. Tarea difícil que deberá recurrir a la calidad humana - tan cubana- de la solidaridad, para dejar atrás la intolerancia y el dolor de tantos años.

Son los cubanos, que constituyen un solo pueblo, una sola nación dentro y fuera de Cuba, los que podrán hacer posible el sueño de Marti: "La República debe ser de todos y para el bien de todos".

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