Geopolítica de la integración latinoamericana: Tensiones en las representaciones soberanistas y supranacionales

Actualizado
  • 15/11/2020 00:00
Creado
  • 15/11/2020 00:00
En su convocatoria al Congreso Anfictiónico de Panamá (1826), Simón Bolívar subrayaba la necesidad de la confederación como forma óptima de proteger los intereses de los “pequeños Estados hispanoamericanos en el mundo”
Geopolítica de la integración latinoamericana: Tensiones en las representaciones soberanistas y supranacionales

Las referencias de la geopolítica a comunidades supra o subnacionales son prácticamente inexistentes. Es decir, la geopolítica como la disciplina en su vertiente clásica se encarga del estudio de los fundamentos geográficos de la política general del Estado.

El análisis del orden westfaliano, por ejemplo, coloca al Estado-nación en su versión territorializada, como un actor protagónico del sistema internacional. Las reflexiones de los principales exponentes de la disciplina colocaron el énfasis, por un lado, en el análisis en el Estado como fenómeno espacial; por el otro, en el territorio como variable central de su poderío (Mahan, 1890; Ratzel, 1897; Mackinder, 1904; Spykman, 1942; Haushofer, Obst, Lautensach, & Maull, 1928).

Las explicaciones parecen obvias: son razonamientos que se estrenan en pleno auge del orden estatista o westfaliano y bajo la influencia de la comprensión de las relaciones internacionales en términos de fuerza, conflicto y equilibrio de poderes. La geopolítica desde la visión crítica se ocupa del análisis de las prácticas dominantes, y del discurso y las formas en que este representa las realidades y dramas de la política internacional.

Sin embargo, miradas más contemporáneas como las de Rosière (2007) y Koninck (2006) hacen alusión, respectivamente, al planteamiento de una nueva división política y económica del espacio mundial por parte de las organizaciones regionales, y a la creciente importancia geopolítica de lo regional tal cual lo señala Christian Girault ( 2009: 88).

Geopolítica de la integración

La integración regional como período de tránsito entre los órdenes westfaliano y poswestfaliano, permite desde la geopolítica, la caracterización de la pugna latente entre:

-las representaciones soberanistas en referencia a la persistente reticencia y desconfianza a ceder lealtades, prerrogativas y recursos hacia el ámbito transnacional, y

-las representaciones supranacionales orientadas hacia la lectura regional de las amenazas, riesgos y oportunidades; las políticas públicas comunes; y el replanteamiento de la comprensión de los intereses y límites territoriales en clave regional.

De hecho, según Gearóid Ó Tuathail (2005: 47), cuando se aborda la cuestión de la “espacialización geopolítica”, se coloca acento tanto en la producción del conocimiento geopolítico dentro de los Estados nacionales; como de las aportaciones sustanciales de las comunidades interpretativas transnacionales a los procesos de “espacialización”. Desde la perspectiva de la geopolítica crítica, lo supranacional es un espacio emergente de construcción de nuevas alteridades, sentidos comunes y narrativas, de dinámicas de dominación y sumisión. Es decir, se constituyen comunidades interpretativas en las que los líderes y funcionarios entienden e interpretan lo que acontece en el mundo. Es decir, las comunidades interpretativas juegan un papel central en los procesos de toma de decisión.

Congreso Anfictiónico de Panamá: la unidad regional

Las formas discursivas alrededor de la “unión regional” como forma de entender y existir en el mundo, se han hecho presentes desde los mismos inicios de la constitución de las naciones latinoamericanas como Estados independientes de hecho y derecho. En su convocatoria al Congreso Anfictiónico de Panamá (1826), Simón Bolívar subrayaba la necesidad de la confederación como forma óptima de proteger los intereses de los “pequeños Estados hispanoamericanos en el mundo”, y de contar con la capacidad defensiva necesaria frente a las agresiones externas.

A partir de la segunda posguerra mundial, la reorganización de la estructura de poder internacional, las sucesivas crisis de la economía mundial con sus efectos adversos sobre los países en desarrollo, el desmantelamiento colonialismo en los diversos continentes, y la tendencia sostenida hacia la regionalización de las relaciones internacionales, favorecieron los discursos y prácticas espaciales en América Latina y el Caribe, enfocados en el incremento del peso del subcontinente en el mundo, a través de la constitución de marcos políticos, institucionales y normativos para la integración regional apoyados en el comercio y la cooperación económica.

Discurso geopolítico de integración

Hacia esa dirección apuntan los tratados constitutivos de espacios regionales como la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (Alalc, 1960), el Pacto Andino (1969) devenido Comunidad Andina de Naciones (CAN, 1996), la Asociación Latinoamericana de Integración (Aladi, 1980) y el Mercado Común del Sur (Mercosur, 1985).

La experiencia más reciente, la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur, 2008), apelaba a la construcción participativa y consensuada de un espacio de integración y unión en lo cultural, lo social, lo económico y lo político, otorgando prioridad al diálogo político, las políticas sociales, la educación, la energía, la infraestructura, el financiamiento y el medio ambiente, entre otros.

Pero, pese a sus loables intenciones, la Unasur estuvo muy lejos de constituirse en el espacio integrador, sujeto autónomo de derecho internacional, en el que no pocos situaron sus expectativas. El predominio de la soberanía y los “intereses nacionales” restó impulso al foro regional, al imponer el consenso como procedimiento distintivo para la toma de decisiones.

En las experiencias latinoamericanas, las decisiones y políticas unilaterales, la disonancia en los planes de industrialización, el privilegio a las relaciones con terceros, y la desconexión entre las distintas estrategias de inserción comercial internacional, han otorgado preeminencia a los intereses nacionales, colocando en entredicho la autenticidad del discurso geopolítico de “unidad regional”.

Perspectivas de las comunidades políticas

En escenario emergente, probablemente una mayor comprensión del alcance y las consecuencias de los síntomas de crisis y agotamiento del orden westfaliano, permitirá el estímulo y consolidación de las representaciones transnacionales y/o supranacionales en el enfrentamiento de los desafíos y riesgos que se plantean en la actualidad.

Por fortuna, los países latinoamericanos han dejado muy atrás los conflictos bélicos entre Estados, lo que permite asegurar que las amenazas existenciales ya no provienen de países y ejércitos foráneos.

Sin embargo, la llamada posmodernidad, con esa gama amplia de peligros y desafíos, como la actual pandemia por la covid-19, está exigiendo, en el mediano plazo, replantear los principios de organización, construcción y relación entre las comunidades políticas, para tomar decisiones, movilizar recursos, construir capacidades, y desarrollar políticas públicas en clave regional y global.

El autor es diplomático, docente e investigador universitario cubano-ecuatoriano. Se desempeña como experto en geopolítica, negociación y resolución de conflictos.
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