‘Las Tiendas del Pueblo’, una propuesta digna para el consumidor de bajos recursos

  • 17/10/2025 00:00
El IMA trabaja en una red de tiendas permanentes que ofrecerán la oferta de las ferias populares sin largas filas, con aire acondicionado y la confianza de que un suficiente inventario

El local espera solo unos últimos toques. Se abre la puerta de entrada y los compradores podrán rápidamente ubicarse frente a una de las 12 cajas registradoras en el largo mostrador que divide el área donde se hacen los pedidos del que almacena los productos en existencia. Cada una de las cajas será atendida por una persona que tendrá a disposición en un mueble organizador, una serie de productos que permitirán una atención inmediata.

El comprador hará su pedido, se hace un registro en un sistema completamente computarizado y se despachan los productos. El código QR de la cédula del cliente permite estar pendientes de los patrones de consumo y evitar las innecesarias compras en demasía. También permitirá llevar un mejor control sobre el inventario y la rotación de los productos. Ningún producto debe agotarse. Habrá suficiente, ya que la atención es continua. No se trata de una feria eventual en la que hay que asegurarse de comprar antes de que se acabe.

Estamos en la Tienda del Pueblo en Frigo, San Antonio, segundo local que el Instituto de Mercadeo Agropecuario (IMA) establece en este formato para, de a poco, reducir la frecuencia de las ferias populares que ofrecen a comunidades vulnerables alimentos de la canasta básica a costos accesibles, pero que también generan constantemente algunos dolores de cabeza.

“Una vez llegamos a la administración del IMA ubicamos varios elementos que los catalogamos de riesgo, sobre todo por un tema de manejo seguridad, manejo de multitudes y también el manejo de inventarios al momento de llevar adelante el apoyo que se le da a las familias vulnerables del país”, dice el director del IMA, Nilo Murillo al referirse a las ferias populares.

“Cuando nos dimos cuenta de que las ferias estaban llevándose de una manera poco organizada, con falta de estructura y con un equipo desde la cabeza hacia abajo que no tenía muy claro lo que cada uno hacía, comenzamos también a exponer que las tiendas permanentes eran importantes, sobre todo en puntos claves de la ciudad capital donde hay una mayor concentración de ciudadanos, así como en las cabeceras de provincia”, agrega.

El proyecto de las Tiendas del Pueblo no es más que una feria permanente, establecida en un lugar fijo, único, con aire acondicionado, máquinas virtuales de cobro, galeras de inventario y con un determinado orden a la hora de entrar y salir del sitio.

Panamá necesitaba tener un trabajo mucho más organizado en este aspecto y el punto de partida se dio con un local en Los Silos, Pan de Azúcar, en el distrito de San Miguelito, que funcionaría como plan piloto.

“Los estudios que hicimos arrojaron que personas del este: Tocumen, la 24 de Diciembre, Pacora y Las Garzas, se iban hasta San Miguelito a comprar”, revela Murillo. “No es un tema de buscar comida más económica, es un tema de necesidad de la población. El Estado, a través del gobierno del presidente Mulino vio que había una situación fiscal muy fuerte generada por la falta de empleo y mucho empleo informal, por lo cual buscamos la fórmula de darle a la gente un apoyo mientras poco a poco se va logrando el balance que requiere el país”, reconoce el director.

Actualmente, con una atención de cuatro veces a la semana, de martes a viernes, se atiende en Pan de Azúcar a unas 12,000 personas semanales, cuatro mil al día.

Una tienda en un segundo piso de un local en Calidonia dio paso a otro local en Santa Ana, dentro de los Bingos Nacionales. “Ahí empezamos a atender a la gente de San Miguel, Curundú, Barraza, El Chorrillo, San Felipe, Calidonia y Santa Ana, que son barrios populares. El resultado fue positivo con una gran afluencia de la gente”, sostiene.

El éxito en estas tiendas de San Miguelito y Santa Ana, dieron a entender que las tiendas permanentes serían una solución para bajar las frecuencias de las ferias populares.

Con la Tienda del Pueblo en Frigo, San Antonio, tienda ubicada en la vía Tocumen, muy cerca de un centro comercial y de una estación del metro, se dará atención a las comunidades de Pedregal, Concepción, Tocumen y La 24 de Diciembre. “Ya no tienen que irse hasta San Miguelito”, dice.

Y es que, para el director del IMA, lo más importante es ir ubicando lugares céntricos, donde circula un volumen alto de personas, para de esta manera poder reducir la frecuencia de las ferias con esa logística que cuesta mucho dinero. “En San Antonio estamos en un local que es nuestro, que tiene galera de almacenamiento y eso también es positivo porque la tienda no se va a quedar nunca sin producto y estando abierta al público de forma sostenida, no es que va a llegar un montón de gente, de golpe”, explica.

¿Qué tipo de productos se podrán encontrar en estas tiendas? “Los productos se seleccionan de acuerdo con la canasta básica y tratamos de tener algunos otros productos que probablemente no estén dentro de la canasta básica, como las salchichas que son bastante apreciadas por las personas que compran, pero de allí, todos los granos: arroz, guandú, lentejas, arvejas, porotos, frijoles y muchos de ellos en su gran mayoría son nacionales”, asegura Murillo. También puede encontrar enlatados como la jamonilla, el atún, las sardinas. También hay productos de uso diario, como el aceite, la sal y el azúcar, además de pastas como espagueti y coditos.

En cuanto al arroz, la estrella de las ferias, un producto de consumo diario llegando a los 100,000 quintales al mes, a través del código QR de la cédula de identidad se limitará su compra a 25 libras por semana “para evitar que la gente venga a comprar desenfrenadamente”. Murillo considera que este control es suficiente para mantener un buen inventario. “Que el marido y la esposa compren no es un tema que va a arruinar el programa. En una casa usted tiene su plata bien recogida y las familias que realmente están en una situación vulnerable tiene justo los $5 para el arroz esta semana”.

Justo al lado de la tienda del pueblo se ubica una carnicería que tiene ya 7 años de estar funcionando y que, al ofrecer precios cómodos, completa la oferta que puede recibir el cliente habitual.

El consumidor llega directamente a la caja y hace su pedido, los productos están a la mano y son despachados con rapidez. En un lugar visible se pondrá el listado de productos disponibles y su precio, así como la cantidad que pueden llevar por transacción. No más madrugaderas, no más filas largas, desmayos por insolación ni baños con la lluvia.

A estos locales se sumarán otros en sitios estratégicos, para eventualmente contar con una red completa a lo largo del país.

“Esta ampliación continúa en el Mercado de Mariscos de Río Hato, que ya la tenemos casi lista. Nos faltan unos procesos por terminar en Las Tablas, en la terminal de transporte, donde alcanzamos un 80% de la construcción; en Aguadulce ya tenemos un local que fue promovido por parte del Municipio de Aguadulce, también en la terminal de transporte. También tendremos en Santiago y vamos a ir abriendo poco a poco cada uno de los puntos”, puntualiza.

El local de Río Hato albergará a los habitantes de Chame, Gorgona, San Carlos y El Valle, mientras se vayan estableciendo otras tiendas. La intención es eliminar las ferias eventuales.

“Las ferias las mantendríamos para áreas netamente rurales, por ejemplo, La Pitalosa, de Herrera o la comarca Ngäbe. Esas serían las áreas atendidas por nosotros”, concluye.

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