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- 01/01/2011 01:00
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El salario mínimo es un instrumento político que pretende resolver problemas económicos. Se supone que a través de este instrumento quienes están en el tope inferior de la escala salarial lograrán un mínimo esencial de bienestar económico. Lastimosamente aunque es posible que ayude por algún tiempo a algunos, al desempleado lo aniquila. Al punto que no es descabellado decir que el salario mínimo es una ley que le prohíbe trabajar más a los pobres y menos capacitados.
Personas conocedoras, tanto de inclinación socialista, como el profesor Joseph Stiglitz, y otras de corte liberal, han concordado que el salario mínimo no funciona. Y tal como señala el analista de economía Vedran Huk, graduado en la Universidad de Loyola, quien obtuvo su título de maestría en finanzas de John Hopskins y un doctorado en la George Mason: ‘En el fondo los argumentos a favor del salario mínimo son más viscerales que económicos; lo cual se constata al ver que todo el que se opone al mismo es acusado de inhumano, pero pocas veces de ignorante. No es que sea difícil demoler los argumentos a favor del salario mínimo, sino que toma tiempo explicarlo’.
Joseph Stiglitz, economista y ganador del Premio Nobel en las ciencias económicas y ex vicepresidente y economista en jefe del Banco Mundial, en su libro Economía fue mucho más allá que otros economistas liberales al escribir que ‘los pisos en los precios también tienen efectos... Si un gobierno intenta aumentar el salario mínimo más allá del punto del equilibrio salarial, la demanda laboral se reducirá y la oferta aumentará. Se producirá una excesiva oferta laboral. Y, ¡claro está!, quienes tengan la suerte de conseguir trabajo les irá mejor que los que estén en el salario de equilibrio del mercado inferior, que no podrán encontrar trabajo o peor’.
Stiglitz va más allá al señalar que ‘por lo tanto el salario mínimo no es una buena manera de lidiar con los problemas de la pobreza. Lástima que este señor cambió sus puntos de vista tan pronto como lo contrataron como consejero económico durante la administración de Clinton. ¿Cómo es que una persona pasa de una opinión contundente en un libro de su autoría, para luego defender el punto de vista opuesto al trabajar en el gobierno. La respuesta es fácil. Se le conoce como politiquería. Aunque Stiglitz luego intentó explicar su cambio de opinión, esta quedó plasmada en plena contraposición a lo que dijo en su libro: ‘La mayoría de los pobres ganan más del salario mínimo cuando trabajan. Su problema no está tanto en los bajos salarios; su problema viene cuando pierde el empleo’.
El salario es una herramienta ‘politiquera’ y no económica. Es la promesa de mejor salarios sin consecuencias negativas. Al hombre común de la calle, ¡esto le suena genial! Luego cuando las cosas no andan bien. nadie se acuerda cómo y por dónde comenzó el embrollo. Economistas como Arthur Okun estiman que por cada 1% de aumento en el salario mínimo, el PIB baja en un 2.5%. La Ley de Okun es una proposición empírica, pero definitivamente una que apunta en la dirección cierta de una afectación al PIB causada por aumentos de esta naturaleza.
ECONOMISTA