Premiación a un continente

R ecientemente, la Unión Europea fue galardonada con el premio Nobel de la Paz, acción esta que reconoció al viejo continente, su papel por el avance de la paz, la reconciliación y el fortalecimiento de la democracia y los derechos humanos; en una tierra devastada por dos guerras fratricidas, con su secuela de millones de muertos y heridos.

Tal decisión produjo reacciones encontradas. Así, para algunos, fue de satisfacción por el momento en que se produce, ya que la Unión Europea atraviesa dificultades de aceptación, legitimidad y difíciles desafíos, particularmente, la prolongada crisis económica que estremece los cimientos mismos de la Declaración Schuman que la inspiro y el Tratado de Roma, que sentó su fundamento jurídico. En otros términos, el galardón constituye un importante balón de oxígeno, para que la propuesta de una Europa basada en la unión fiscal, bancaria y federalista no naufrague.

Por el contrario, sus críticos, confunden el premio ganado por la Unión Europea, o con un inexistente galardón otorgado a la OTAN, organización a la que se le cuestiona su papel militar beligerante, en continentes allende a las fronteras europeas, verbigracia: Asia y África (Afganistán, Irak y Libia); o con un acto hipócrita de inequidad social, por las medidas draconianas de ajuste a la que se está sometiendo a pueblos como el griego y el español. En conclusión, siempre es difícil, satisfacer a todos, particularmente, a los afectados directamente, sin embargo, a la postre el tiempo como siempre en estos caso, tendrá la última palabra.

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