RAMÓN BETANCOURT: ‘voy a luchar aunque nada ni nadie me devolverá a mi hijo’

Actualizado
  • 21/10/2012 02:00
Creado
  • 21/10/2012 02:00
‘ ¿La policía está para proteger y servir?’, se pregunta Ramón Betancourt en la casa del barrio La Feria de Colón. No pasó ni un día de ...

‘ ¿La policía está para proteger y servir?’, se pregunta Ramón Betancourt en la casa del barrio La Feria de Colón. No pasó ni un día de la muerte de José y no entiende cómo esa institución que le quitó a su hijo miente tanto en el eslogan: ‘Deberían cambiar el lema’, dice.

José Patricio Betancourt vivía en La Chorrera, pero visitaba a su familia todo el tiempo en La Feria. Llegaba, acariciaba a su sobrinita de un mes, bailaba con los más grandes de la calle y jugaba fútbol con los más chicos. Un itinerario movido propio de su edad. No faltaban los regaños de la abuela por tanto alboroto ni las risas de la madre ante la alegría.

Este fin de semana todos pensaban que iba a ser igual: juegos, familia, juegos y regaños, almuerzos y cenas. Pero no fue.

Cuando José atravesó la Transísmica el viernes, la ciudad estaba tomada por colonenses que protestaban por la venta de sus tierras. ‘‘Colón no se vende’’, se leía en pancartas y se escuchaba en el camino.

Al inicio de la tarde, justo antes de que el gobierno decretara toque de queda, todo era caos. Había policías y se esperaba la llegada del Senafront. Había disturbios, disparos y gritos. Decenas de heridos ingresaban al Hospital Manuel Amador Guerrero y la Cruz Roja.

Pasado el medio día, José estaba en el jardín de la casa de la familia, uno de esas extensio nes de la calle cuyo límite es marcado por una reja fina. Cuando empezaron a tirar piedras corrió hacia dentro y en eso estaba cuando cayó. Una bala entró por un costado del cuerpo de ‘‘Pelón’’, como le decía el padre al chico de 10 años, y salió por otro. El niño cayó, se levantó y volvióa caer.

A las 4 de la tarde murió en el Hospital Manuel Amador Guerrero, adonde también eran trasladados decenas de manifestantes heridos de gravedad en los altercados.

Con la incredulidad de lo que el tiempo no aclara y el dolor no deja tragar, Ramón llora en la casa de la familia: ‘Mi hijo antes de cerrar los ojos me pidió que no deje de pelear... Yo tengo miedo de perder el trabajo, de denunciar y que la policía le haga algo a mi familia. De todo. Pero voy a luchar aunque nada ni nadie me devolverá a mi hijo’.

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