Portobelo y el San Lorenzo del Chagres, en 18 capítulos

Actualizado
  • 04/12/2016 01:00
Creado
  • 04/12/2016 01:00
El panameño Alfredo Castillero Calvo presentó la semana pasada su última obra ‘Portobelo y el San Lorenzo del Chagres. Perspectivas Imperiales

Monumental. No hay mejor palabra para describir el último trabajo del historiador panameño Alfredo Castillero Calvo, de dos tomos y casi 700 páginas, titulado Portobelo y el San Lorenzo del Chagres. Perspectivas Imperiales. Siglo XVI-XIX , presentado la semana pasada en un elegante evento en el Hotel Sheraton.

La obra recoge 46 años de estudios e investigaciones de su autor en España, Inglaterra y Francia, a partir del interés que suscitara la inauguración de la carretera de Panamá a Portobelo, en 1970.

El libro se concreta ahora por invitación de Manzanillo International Terminal (MIT) y el Patronato de Portobelo y San Lorenzo, que buscan impulsar el momentum para el rescate de las fortificaciones y edificios públicos coloniales de Portobelo.

Por la hermosura de su diseño, cantidad de ilustraciones y fotografías, podría parecer un ‘coffe table book', pero es mucho más que eso: es un riquísimo relato de los principales hechos de la historia colonial panameña vista a través del prisma de este pequeño puerto de importancia estratégica global y objeto de la codicia de las grandes potencias.

Es tan rico, que puede generar, de inicio, un poco de ansiedad, por aquello de la ‘sobrecarga informativa', pero quienes tengan interés en la historia panameña colonial encontrarán una lectura amena, estimulante y conclusiva.

El libro da cuenta de cómo se construyeron los fuertes San Felipe, Santiago y San Jerónimo, cómo se financiaron las defensas y los enfrentamientos del siglo XVII y XVIII, ‘una de las grandes novedades del libro', de acuerdo con el autor.

A medida que va avanzando la lectura, la pequeña ciudad colonial, de apenas unas pocas calles, así como sus hoy desolados fuertes empiezan a cobrar vida, poblándose de seres humanos que viven acontecimientos extraordinarios como la llegada de buques cargados de tesoros (el 60% de la plata que circulaba por el mundo pasaba por Panamá, asegura Castillero) que alentaban el apetito de los piratas ingleses.

En algunos pasajes, el autor da cuenta de personas reales que se afanaban por el sustento diario, se rebuscaban en las ferias, eran víctimas de pasiones y rivalidades, y, sobre todo, debían encausar sus vidas de acuerdo con los grandes designios de la omnipresente Corona.

En esta página, me tomo la libertad de recoger una de las muchas historias, el ataque de Francis Drake en el año 1596, narrado en ocho emocionantes páginas.

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