"No se trata de birreta y anillo, es cuestión de humildad y caridad"

Actualizado
  • 15/02/2015 01:00
Creado
  • 15/02/2015 01:00
El nuevo cardenal comprende y destaca la responsabilidad que asume con este nuevo cargo

‘Nunca hemos pensado que perdimos un hermano cuando ‘Tato’ (José Luis Lacunza) viajó para quedarse en Panamá. Todo lo contrario, ganamos un país’.

Con estas palabras, bañada con lágrimas, Marisol Lacunza Maestrojuán explica la manera como la familia en Pamplona ha aceptado la realidad de tener un hermano religioso, quien viajó a América para dedicarse a los pobres, y ayer fue investido cardenal de la Iglesia católica por el papa Francisco.

Pero Marisol está consciente de la gravedad de este nombramiento, y cuando se refiere al trabajo que ahora tiene que hacer su hermano como cardenal, se le salen las lágrimas.

‘Pido a los panameños que oren mucho por ‘Tato’ (el cardenal Lacunza); él necesita mucho de nuestras oraciones, y sé que también orará por Panamá, el país que lo adoptó como su hijo’.

INVESTIDURA

En la madrugada de ayer (hora de Panamá), José Luis Lacunza Maestrojuán recibió de manos del papa Francisco el anillo y la birreta como símbolo de su nueva misión como consejero del Sumo Pontífice.

El papa les dijo a los 20 purpurados que recibieron la birreta y el anillo que ‘el cardenalato ciertamente es una dignidad, pero no una distinción honorífica (…). Y añadió: ‘El que está autocentrado carece de respeto, y muchas veces ni siquiera lo advierte. El que está autocentrado busca inevitablemente su propio interés, y cree que esto es normal. En cambio, la caridad te descentra y te pone en el verdadero centro, que es sólo Cristo’.

A diferencia de los demás obispos que fueron creados cardenales, con José Luis Lacunza el papa Francisco demoró más en el abrazo que se da al final, y se veía que estaban intercambiando palabras y sonrisas.

Cuando se le preguntó al cardenal Lacunza qué se estaban diciendo, sonrió y comentó que ‘no eran más que bendiciones y buenos deseos’.

Sin embargo, el arzobispo de Panamá, José Domingo Ulloa, quien también notó el trato especial del papa a favor del ahora cardenal Lacunza, señaló: ‘Ellos son muy amigos, se conocen de hace muchos años, y se quieren, y más cuando trabajaron codo con codo en un proyecto que el papa Francisco lleva en el corazón, el Documento de Aparecida’.

Sobre el sermón del papa, el cardenal Lacunza subrayó: ‘Esto del cardenalato no se trata de birreta y anillo, sino de servicio y humildad’.

ALMUERZO PRESIDENCIAL

A la ceremonia acudió el presidente de la República, Juan Carlos Varela, quien dijo estar muy emocionado y orgulloso por la deferencia que tuvo el papa con Panamá, al nombrar un cardenal panameño.

‘Monseñor Lacunza ha realizado una labor muy valiosa para el país. Desde los tiempos del arzobispo McGrath [cuando era obispo auxiliar], luego como obispo de Chitré y de David, no ha hecho otra cosa que entregarse a los pobres y a los más necesitados’, señaló el presidente Varela.

Como muestra de cariño, el mandatario ofreció un almuerzo al cardenal, a toda su familia, al resto de los obispos panameños y a los cardenales de Honduras, Andrés Rodríguez Maradiaga, presidente de la comisión que estudia la reforma de la curia romana y de Nicaragua, el cardenal Leopoldo Brenes.

VISITA DI CALORE

En la tarde del sábado, luego de la investidura como cardenal, Lacunza recibió la visita de miles de personas que acudieron al Aula Pablo VI para demostrarle sus afectos y sus oraciones.

Al puesto del cardenal Lacunza incluso se acercó el cardenal Tarcisio Bertone, exsecretario de Estado en los tiempos de Benedicto XVI.

También lo abrazó un grupo de panameños y panameñas que residen en Italia hace más de veinte años y que, muy emocionados, viajaron por largas distancias para compartir con el nuevo cardenal la emoción de que un panameño llegara al círculo cercano del papa.

También llegaron como peregrinos a Roma algunos chiricanos y chiricanas que se mostraron alegres y orgullosos de que el cardenal panameño sea de su diócesis.

‘Ya se está oyendo el ‘meto’ en Roma’, fue lo que dijo el cardenal Lacunza cuando vio la bandera roja y verde del llamado ‘estado federal’.

Un curioso grupo que se acercó al cardenal Lacunza fueron los feligreses de la parroquia San José de Cupertino (por casualidad, patrono de los estudiantes, siendo Lacunza docente), que le fue asignada al nuevo cardenal como su sede en Roma.

‘Estamos contentos porque elevaron la parroquia a rango cardenalicio, y eso nos tomó por sorpresa y nos enorgulleció’, dijo el párroco del lugar, Don Paolo Adolfo Pizzuti, quien llegó acompañado de una veintena de fieles que querían conocer a su nuevo cardenal regente.

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