Urenna Best: 'Yo no permití que el color de la piel ni el racismo definieran quién iba a ser'

Actualizado
  • 27/05/2021 00:00
Creado
  • 27/05/2021 00:00
La mujer de orígenes colonenses y africanos superó la discriminación racial. Se ha convertido en un ejemplo de lucha y superación para su gente. Hoy pide unidad y organización de los afrodescendientes

Urenna Akenke Best es una mujer que nació en la provincia de Colón, en el seno de una familia de orígenes africanos que marcó con su ejemplo el amor por su raza y su cultura. Sus tíos participaron del movimiento civil para erradicar el racismo en Estados Unidos y su madre era activista comprometida con la defensa de los afrodescendientes en Panamá.

Urenna Best

La discriminación no ha sido obstáculo para alcanzar sus sueños. Y, aunque vendió comida en las calles, estudió en prestigiosos centros educativos de Suiza, Noruega, Estados Unidos y España. Ha sido considerada una de las 100 personas afrodecendientes más influyentes en 2018. Actualmente está en la Organización de Estados Americanos (OEA), un trabajo al que llegó por méritos propios y por aclamación.

Con 40 años de edad, se ha desempeñado como directora general de la Secretaría Nacional para el Desarrollo de los Afropanameños. Fue miembro del Consejo Consultivo de Líderes Afrodescendientes y coordinadora de la Red Iberoamericana de Jóvenes Indígenas y Afrodescendientes.

Para 'El Panamá que queremos' de La Estrella de Panamá, en el mes de la celebración de la etnia negra, Best conversa sobre los retos y desafíos de los afrodescendientes y los convoca a unirse para seguir avanzando.

¿Qué significa para ti ser negra?

Ser negro es ser resiliente, es ser valiente. Yo vengo de Colón, de vender comida en la calle con mi mamá. He estudiado en Suiza, Noruega, Estados Unidos y España. Yo no permití que el color de la piel ni el racismo definieran quién sería. Y cada día que tengo la oportunidad de darle algo a mi país, lo hago, sin dudarlo un segundo, porque creo que Panamá se lo merece. Panamá, para mí, es la tierra de las oportunidades, pero hay que dárselas a las comunidades que han sido históricamente rezagadas.

¿Qué frase o palabra te distingue como representante de la etnia?

La palabra que me distingue es conciliadora. Ese es mi trabajo en la comunidad: conciliar todos los sectores.

¿Cómo despierta ese espíritu de lucha por preservar sus orígenes?

Mi historia es bastante curiosa. Yo, a diferencia de muchas personas, nazco en una familia afrodescendiente con un sentido africanista muy claro. Por eso mi nombre es africano: Urenna Akenke. Muy pocos niños o jóvenes de mi edad tienen un nombre africano. Ese nombre me lo dieron mis padres. Mis tíos participaron del movimiento civil de Estados Unidos. Yo vengo de una familia que desde muy pequeña me enseñó el amor por mi cultura, me enseñó a amar la diversidad. Yo tengo una madre que es activista que se llama Elia Gayle de Best, que es una de las mujeres más fuertes de Colón. A mí no me gustaba lo que mi mamá hacía porque los activistas tienen una vida muy pesada. Pero ocurrieron cosas importantes en la vida de mi mamá que a mí me inspiraron.

¿Cuáles crees que son los principales retos de la cultura afro en Panamá?

La unidad y organización, como lo han hecho otras comunidades para poder avanzar.

¿Cuáles crees que han sido tus aportes a la cultura afrodescendiente en el país?

Por ser una generación intermedia, he servido como instrumento de cohesión entre la juventud y los adultos mayores. Tenemos una generación de personas muy experimentadas, con mucha trayectoria, y otra muy joven que no se sentía identificada con lo que estaba pasando. Nosotros decimos que hay una paradoja denominada Sankofa, que es que los jóvenes deben de tomar las ideas que han dejado los mayores, mejorarlas y seguir adelante. Antes no había esa conexión porque las generaciones mayores habían pasado sus días luchando por los derechos humanos y no tenían tiempo de sentarse con sus hijos y nietos para decirles por qué lo estaban haciendo.

Además, he trabajado en el fortalecimiento de las organizaciones de la sociedad civil. He tenido la oportunidad de sentar las bases de la Secretaría Nacional para los Afrodescendientes. En los últimos cinco años se ha ido visibilizando la labor y los aportes de las personas afrodescendientes en todos los niveles. Esa es la respuesta a un trabajo que se ha venido haciendo hace más de 20 años. Y lo único que hice fue llevar ese trabajo a otro nivel, conectando a las generaciones.

Aparte de eso, hice algo que no se había hecho antes: mirar a las comunidades. Y yo creo que por eso se siente tanto la emoción de celebrar la etnia negra. El mes de la etnia negra no es un hecho aislado ni algo que celebran solamente los niños de las escuelas. Es algo que el país está abrazando de forma arrolladora.

¿El Estado de Panamá ha respetado los derechos humanos de los negros?
¿Hay algo que te gustaría que Panamá hiciera por las personas afro?

Panamá ha aprobado normativas nacionales e internacionales positivas para la población afrodescendiente, gracias al trabajo de la sociedad civil. Pero está pendiente darle autonomía a la secretaría para que pueda tomar decisiones. Tenemos una secretaría que es simbólica, que no puede hacer cambios reales, que no puede hacer recomendaciones efectivas hasta que no tenga presupuesto y autonomía. Lo otro que creo que es importante es la tipificación del racismo como delito en Panamá. Es necesaria la aprobación de la Convención Interamericana contra el Racismo, la discriminación racial y formas conexas de intolerancia.

Otro tema que es fundamental es la inclusión de los aportes de los afrodescendientes en la cultura educativa. Por último, el desarrollo de las comunidades. Panamá tiene que desarrollar de forma sostenible las comunidades indígenas, afro y campesinas.

¿La segregación racial y el racismo siguen arraigados en tu país?

Nosotros sabemos que el racismo y la discriminación son dinámicos. Este es un fenómeno vinculado al poder. Desde el holocausto judío hasta la trata de personas africanas, siempre había un grupo de poder beneficiándose de la venta de esclavos y de los experimentos que se hicieron con las personas en los campos de concentración. En los últimos 50 años, el racismo evolucionó y mutó, y se inserta en la estructura de poder. Cuando decimos que hay racismo estructural es porque es una realidad.

¿Has sido víctima de discriminación?

Yo no sabía que era la discriminación porque en Colón casi todo el mundo es negro. Yo veía las películas y mi familia era activista, pero no entendía el racismo porque mis amigos eran negros, todo era normal. Muchos de mis amigos estaban traumatizados porque les hacían bulling por ser negros. Incluso les llamaban monos en las escuelas. Yo no viví esa experiencia cuando era niña.

Pero cuando empecé a viajar a Estados Unidos, en una ocasión fui a Sedona, en Arizona, a una boda. Quise ir a una farmacia a buscar algo que me hacía falta. Estando allí me puse a mirar unas revistas para ver si las compraba. De repente un hombre se acerca y me grita: 'aléjate, que puedo sentir tu respiración cerca de mí'. Y, gritaba: '¡te siento en mi cuello, te detesto, aléjate!'.

Él estaba obsesionado conmigo. Me atacó, me discriminó. A todo esto, yo no imaginaba que era conmigo. Cuando me di cuenta de que me estaba insultando, todo el mundo reaccionó. Le decían: '¡fuera, fuera, lárgate!'. Y yo no me dejé.

Lo que ocurre es que Sedona es un lugar donde no hay mucha gente afro y donde viven personas con mucho dinero. Eso fue hace como ocho años. A mí no me afectó, pero a mi esposo sí. Él pudo ver cómo me agredían. Ese es uno de varios episodios que he vivido.

¿Cómo lograr que las mujeres negras puedan entrar en los poderes políticos y económicos?

Eso requiere voluntad política. Los estudios del Banco Interamericano de Desarrollo y del Banco Mundial indican que la mujer afrodescendiente es la mejor preparada, pero necesita oportunidades. El país cuando no le da la oportunidad a la mujer afrodescendiente de llegar al espacio de poder, está perdiendo. Un estudio determinó que el simple hecho de incluir a la mujer causa un crecimiento del país en un 20%. El país necesita a las mujeres en los espacios de toma de decisiones.

¿Qué mensaje puedes enviarle a la comunidad?

Yo llamo a la unidad, a la conciliación, al trabajo como familia. Ya el gobierno está avanzando en la dirección correcta. Pero si no hay un cuerpo de la sociedad civil organizado, rindiendo cuentas, es muy poco lo que se va a lograr.

Todos los grupos étnicos deben tener el mismo nivel de oportunidades para poder desarrollarse, para poder brillar y representar a nuestro país y atraer el desarrollo que se anhela. Tenemos que ser proactivos, tenemos que participar en el espacio de decisiones, tenemos que poner nuestro granito de arena para construir ese Panamá que todos soñamos.

La comunidad afropanameña es importante para el desarrollo del país. Hay más de 45 mil que están en Estados Unidos, con un poder adquisitivo importante, que están interesados en regresar al país, apoyar y aportar. Esto ocurre en un momento en que el país se está repensando económicamente. Es importante mirar el potencial que tienen todas las comunidades y la afropanameña no se queda atrás. Ese abanico de posibilidades culturales que ofrece la comunidad afropanameña va a ser importante para agilizar ese motor de reactivación económica que está proponiendo Panamá.

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