‘¿Por qué tanta violencia con nosotros?’

Antonio Smith creía en Martinelli y le decía a Catalina, su esposa: ‘Con este presidente las cosas van a cambiar’. Y cambiaron. Ahora l...

Antonio Smith creía en Martinelli y le decía a Catalina, su esposa: ‘Con este presidente las cosas van a cambiar’. Y cambiaron. Ahora la familia de Antonio y Catalina vive en una nueva casa que dio el Estado. Pero en esa casa ya no está él. ‘Me lo mataron’, dice la viuda. Antonio fue la primera víctima de la represión policial del actual gobierno. Murió por herida de proyectil el 8 de julio de 2010. Ya las lágrimas de su familia se secaron, pero el dolor permanece. El recuerdo del cuerpo herido envuelto en una hamaca no se diluye. Los perdigones policiales acabaron con su vida. Antonio no fue la única víctima. La familia de Virgilio Castillo también vive en una casa nueva, otorgada por el Estado. Los detalles de su muerte son escalofriantes: fue el 10 de julio en el puente de Changuinola. Lo vieron atado y herido, tirado en el suelo. Los policías le exigían caminar. Él no podía. Cayó. Lo patearon y le dispararon. Terribles violaciones a los Derechos Humanos más propias de una dictadura. ‘No me cabe en la cabeza, no me cabe en la cabeza’, gritaba desesperada su esposa. Virgilio dejó 4 hijos que no paran de preguntar por qué mataron a su papá. A veces lloran porque ‘nunca nos quitarán de la memoria la agonía de su muerte’, dice la viuda. El recuerdo de su rostro hinchado por los golpes. La agonía se repite cada vez que piensa cómo serían los últimos minutos de Virgilio, cuánto dolor sufriría. ‘¿Por qué se ensañaron así?’, llora nuevamente. Las preguntas se diluyen en el tiempo y aún no hay respuestas. Solo la frustración de los sueños rotos y la indignación: nosotros votamos por Martinelli creyendo en un mejor futuro para Panamá y nos tiraron a matar.

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