El tiempo actual impone prudencia y voto consciente

  • 06/11/2018 01:00
La Fundación Panameña de Ética y Civismo endereza su campaña de este año electoral hacia la conciencia en la emisión del voto: ‘Voy a votar bien' por quienes convengan al país

Por su permanente contribución al desarrollo del país desde múltiples campos de la vida nacional, siempre con un comportamiento ético, moral y cívico, la Asociación Panameña de Ejecutivos de Empresa (Apede) otorgó a Luis H. Moreno Jr. la Medalla Vicente Pascual Barquero.

Por su importancia, La Estrella de Panamá publica íntegro el discurso pronunciado por tan insigne personaje al momento de recibir tan merecido reconocimiento.

Envuelto en el fino celofán de la solidaridad y de la cortesía, propio de nuestra presidenta ‘Bati', para quien no es hurto lo heredado, conmovido recibí el grato mensaje de la Comisión Evaluadora y de la Junta Directiva, anunciándome la concesión de la Medalla Vicente Pascual Barquero 2018.

Es la tercera distinción que me dispensa mi Asociación Panameña de Ejecutivos de Empresa, como si hubiera hecho la gran cosa, cuando lo que he cumplido con celo, con firmeza, fervor y dignidad es con mi indeclinable deber cívico social, en unión de inolvidable e invaluables compañeros que comparten los mismos ideales. La primera fue la de Ejecutivo del Año, 1983. Luego la Medalla Fernando Eleta Almarán, 2017. Y ahora la de mi entrañable e inolvidable amigo Vicente.

La Medalla Vicente Pascual Barquero tiene, entre otras, dos características que la hacen muy especial para mí. Se constituyó para honrar la devoción y aportes de uno de mis mejores amigos a la causa de la ética y la responsabilidad social, que desplegó no sólo a través de Apede, sino de otras instituciones que convergen en esos y otros objetivos. Amigos fraternos y leales, Vicente y yo compartimos infinidad de inquietudes y empeños en el Club Rotario de Panamá, en el Consejo del Sector Privado Para la Asistencia Educacional, en el Círculo Empresarial en Pro de la Educación, en el Instituto Cultural Panamá Israel, y otros grupos menos formales. Cuando organicé el Comité de Ética en la Apede, que luego hicimos crecer independiente hacia la Fundación Panameña de Ética y Civismo, fue Vicente uno de los primeros que participó con entusiasmo.

Esta medalla fortalece en mí el recuerdo imborrable y mi culto sincero por la estirpe Pascual. Tuve la gratísima experiencia de ser, antes de que de Vicente, amigo de su padre homónimo, y de su tío don Juan, ambos de una caballerosidad y nobleza poco comunes, que sembraron en sus descendientes la amplitud y profundidad de los principios y valores que practicaron, y que hoy muestran con orgullo y convicción.

RECONOCIMIENTOS

Cuando se me distinguió como Ejecutivo del Año, fue Vicente, por encargo de la Directiva, quien hizo la presentación, y la hizo con tal esmero, responsabilidad y cariño, que, hasta de entrevistas con mi familia reveló, como descubrimiento novedoso, mi condición balbuciente de poeta. Para sacar a todos de dudas, se trataba de Michele Marie, título de quince poemas en un opúsculo bellamente diseñado e impreso por nuestro siempre bien recordado Nacho Mallol y su inseparable Ligia, que dediqué a mi hija, con su nombre de título, en ocasión de su onomástico. ‘No puedes negar, me dijo Vicente con cariño fraternal, que soy tu mejor biógrafo'. Cómo gozó ese legítimo, por secuaz, ‘vaciar del costal', lo que nunca he dejado de valorar. Ya la íntima madeja de la amistad no la podría romper nada.

Pero un día, con inmenso pesar, me tocó enlutar las cuerdas del laúd que llevo en el alma. Consciente de esa profunda relación de amistad, la Junta Directiva me hizo el encargo del doloroso tañer, y en solemne sesión despedimos a Vicente. Al terminar mi panegírico, mi vecino de asiento me comentó con tono de tristeza: ‘Le has escrito un poema', y bajo la confianza que hilamos por años en el frecuente intercambio de nuestras lecturas, junto al adagio del inmenso García Lorca, me reí esta vez en secreto con Vicente, porque recordé que ‘nunca se dice la verdad, más que en verso'!

Qué más me llega de la Medalla Vicente Pascual Barquero? Que se ocupa, que promueve, que reitera la ineludible obligación ética del hombre, de actuar en todo conforme a su conciencia, de cultivar la imperecedera regla de oro en su relación con los demás; la de no apartarse jamás de lo correcto. Esta convicción, que comienza a plasmarse en la tierna plasticidad de la conciencia, en mí dejó huellas indelebles a los nueve años, cuando por servir de buen cupido a mi maestro de cuarto grado, tuve que decidir, yo solo en confidencia, por la discreta naturaleza del encargo, decidir qué porción era lo justo tomar de un dólar, espontáneamente ofrecido para devolver lo que quisiera, como retribución a mi tarea cumplida de entregar con diligencia, un cándido mensaje de amor. ¿Cuánto era lo debido? La ética balbuciente me desafiaba, sin dobleces, para siempre. Veinticinco centavos fue el buen juicio, la sentencia. Mucho después supe lo que era una ‘botella', una planilla bruja, una remuneración fraudulenta.

ESTILO DE VIDA

En otra ocasión, la plena confesión adolescente de la verdad sin cortapisas, ante la autoridad de un accidente cuya culpabilidad era claramente de mi grupo, pero que el temor y la confusión de principios parecía influir negativamente al espíritu de grupo. Y ya con mayor madurez, la denuncia personal, pública y formal, ante los más altos organismos oficiales que regían mi profesión. ‘No temas nunca a la verdad, decía mi padre, casi a diario a sus seis hijos, y lo repito yo a los míos; ‘te arrepentirás de muchas cosas en tu vida, pero de lo que no te arrepentirás nunca es de ser correcto en tus acciones'. Hace un par de años ofrecí a grupos profesionales asumir su representación para investigar y denunciar la corrupción que se percibía en las desordenadas importaciones agropecuarias, que han contribuido a arruinar al sector, con graves e injustas calamidades para el país. Nunca tuve respuesta.

Y todo esto debo apuntarlo yo en esta conmemorativa reunión de la Apede, y en especial dentro del marco de esta distinción que recibo, porque de eso se trata, de exhortar el papel de la conciencia del empresario, del ejecutivo, en sus decisiones diarias, no importe a qué se dedique, ni quién sea, ni a qué nivel le marque su responsabilidad.

Parece que los altos e ineludibles deberes de los gremios están siendo ingenua o hábilmente trastocados para que la retórica y el sofisma, cuando no el escondido, disimulado o malicioso interés personal estimulado por la codicia o la política, que usualmente tienen igual modo de conjugación, reemplacen en el debate, en el foro, en las mesas de discusión, y aún en el diálogo interminable, el acuerdo de la solución formal y concreta, sujeta al debido sacrificio, al compromiso de cumplir con nobles y formales intenciones.

Treinta y nueve años de debates, diálogos y recomendaciones sobre el aceptado como mayor problema del país, ha retrasado más bien en todos estos años, la actualización o el progreso de la educación nacional. Igual ineficacia ocurre con los múltiples intentos públicos y privados, algunos de ellos formales hasta la reconocida seriedad y calidad de sus resultados, para responder el clamor general de más de veinte años, por un cambio constitucional, ni siquiera merecedores

De la más básica atención, por razones de índole estratégica particular, por encima del reclamo cívico. Y el problema de definición y operación básica de la salud pública, incesantemente discutido por décadas a todos los niveles, con paradójica tendencia a su creciente deterioro. Y la vergüenza nacional del estado de la administración de justicia, con redes delictivas de cientos de funcionarios, bajo juicio. Sin que nada suceda en la acusación directa de señalados magistrados por la venta de fallos al más alto nivel judicial.

‘Mucho más puede y debe decirse. Pero el tiempo, más que el valor cívico, impone la prudencia',

LUIS H. MORENO

APEDE

Todo esto, y mucho más que sería muy largo enumerar, a lo que se niegan o regatean los fondos operativos indispensables, y que luego aparecen, sin ninguna explicación debida, relacionados a manejos escandalosos.

En fin, es la corrupción, el quinto jinete, que se siente en carne viva en todas las actividades de todas las latitudes, la que es preciso encarar, individual y colectivamente, con la incomparable armadura individual de los valores, del coraje cívico, de cada cual, sin temores, más que el de sucumbir ante la indulgencia, la permisividad y la impunidad hecha costumbre.

COMPROMISO CÍVICO

¿Cuál es entonces nuestra obligación ante este peligro de desintegración institucional, como el que realmente vivimos, no sólo nosotros, sino el mundo? Se me ocurre, ante tema tan complejo y difícil de encarar, tras un íntimo examen de conciencia, determinar las medidas personales que estamos dispuestos a tomar, conjugar los conceptos y estrategias que es preciso adoptar, y diseñar un plan que propondríamos a todos los gremios para combatir de manera integral ese flagelo. Cuando el monstruo comienza a hacer amigos clientelistas, aún dentro de nuestras filas, es preciso combatirlo hasta su destrucción.

‘En fin, es la corrupción, el quinto jinete, que se siente en carne viva en todas las actividades de todas las latitudes, la que es preciso encarar',

LUIS H. MORENO, APEDE

El voto electoral consciente y restrictivo parece ser la mejor y más accesible solución, aunque ya, dentro de la impaciencia ciudadana se hable de golpes de estado. Por eso, la Fundación Panameña de Ética y Civismo, endereza su campaña de este año electoral hacia la conciencia en la emisión del voto: ‘voy a votar bien' por quienes convengan al país.

Mucho más puede y debe decirse. Pero el tiempo más que el valor cívico, impone la prudencia. Los múltiples actos bochornosos sin castigo; el irrespeto a la comunidad, el incumplimiento de la Constitución y de las leyes, desde el abierto desafío del billetero y del taxista hasta las fallas evidentes y denunciadas a nivel ejecutivo, parlamentario y judicial, el desfachatado conflicto entre los tres poderes, no son preludio de nada saludable para la nación. Por eso es urgente que el empresario descienda de su frecuente torre de marfil, para encarar los graves peligros que encara cada día con mayor peligro.

Parafraseo a un polémico escritor y político colombiano del siglo pasado que, ante situación similar a la que vive nuestro continente en estos días, con dictaduras sanguinarias, inestabilidad y debilidad institucional, inciertas perspectivas económicas, alrededor de 30 presidentes y vicepresidentes, centenas de exministros presos o juzgados en menos de veinte años; dolorosas marchas, hoy, de hambre, pobreza, violencia y miedo, productos del clientelismo político y de la corrupción general, clamaba que no era el momento de cantar himnos de hosanna, sino de entonar un miserere lúgubre, para que sus notas caigan como lágrimas de dolor y de esperanza, sobre el catafalco de los valores morales de la patria.

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