Mandela, el ‘apartheid’ y la vergüenza de la humanidad

Actualizado
  • 15/12/2013 01:00
Creado
  • 15/12/2013 01:00
El mundo de hoy, por el tiempo transcurrido, el progreso alcanzado y las lecciones aprendidas, está constituido por seres humanos, mal q...

El mundo de hoy, por el tiempo transcurrido, el progreso alcanzado y las lecciones aprendidas, está constituido por seres humanos, mal que bien, mucho más conscientes e inteligentes.

Casi todas la naciones del mundo muestran con orgullo los rasgos que los definen social y culturalmente. Los pueblos y grupos étnicos recrean su manera de ser, sus luchas y su identidad.

Quedan hoy en día realmente pocas personas convencidas de que son biológica, social o culturalmente inferiores. Esta realidad sobreexpone ante el mundo de hoy la existencia de cualquier sistema social que se fundamenta en la superioridad de una raza sobre otra.

La lucha de hombres como Nelson Mandela ha contribuido a construir esta conciencia universal, cada vez más sólida, de que es inaceptable cualquier sistema social que por excluyente atenta contra la libertad y la igualdad de los seres humanos.

SUDÁFRICA: ANTES Y DESPUÉS

El Sudáfrica adonde los europeos instalaron con éxito un régimen social fundamentado en las diferencias raciales con el apartheid, llegó a ser uno de los países más ricos del mundo. Con una superficie de 1,221,037 km², y una población actual de más de 52 millones de habitantes, que hablan afrikáans, inglés, y las lenguas bantúes y practican formas religiosas como el protestantismo, catolicismo, animismo y el hinduismo; tiene como capital Ciudad del Cabo, aunque Pretoria en términos administrativos y políticos es su verdadera capital. Sus otras ciudades importantes son Johannesburgo, Durban, Port Elizabeth y Vereeniging. Aunque el principal componente de la Economía es la minería (oro y diamantes), la República del apartheid obtiene importantes divisas por la explotación de recursos agrícolas, ganaderos e industriales. Son principales productores en el mundo de maíz, trigo, azúcar, tomates, naranjas, ganado, ovejas, carbón, manganeso, abonos nitrogenados, cemento, papel, cerveza, etc.

SEGREGACIÓN Y PODER ECONÓMICO

Todo el poder económico durante el apartheid, se encontraba en la población blanca un 17% de la población total. La población negra compuesta por la etnia bantú (xosa, zulu, sotho, bechuana, suazi, endele y wenda, constituye un 70% de la población; y durante el apartheid, estuvo recluida en reservas denominadas bantustanes. El resto de la población la conforman chinos o indostanés (3%) y un 9% de mestizos (blancos con hotentotes).

El racismo institucionalizado en el sistema del apartheid es la fundamentación jurídica, política e ideológica que permite el control de una minoría blanca sobre los principales recursos y riquezas del país. La segregación racial garantizaba el régimen de explotación del pueblo negro trabajador de Sudáfrica, impidiendo su organización y luchas contra la opresión. De allí que la esencia política del régimen del apartheid sea la represión y la violencia.

La superioridad numérica de la población negra, así como las experiencias y ejemplos de resistencia, como fueron las famosas epopeyas de luchas de los pueblos zulú, con su famoso líder Shaka. Siempre gravitó como peligro latente en la población blanca, la toma de conciencia, organización y resistencia de la población negra, que se contenía por medio de las leyes racistas y por el uso de la fuerza, como fue la Masacre de Sharpeville.

CLAVES DEL APARTHEID

En realidad apartheid significa esclavitud en su versión más moderna o contemporánea. Se basa en las diferencias raciales para establecer un sistema en el cual unos hombres, ‘los blancos’, considerados superiores, se arrogan todos los derechos propios de cualquier ser humano, sobre otros ‘los negros’ que son considerados como seres humanos inferiores, y por tal condición, condenados a sufrir las consecuencias, como fue el caso de Sudáfrica. Los afrikáans (blancos nacidos en África) consideran que el apartheid les permite cumplir con los preceptos religiosos que los designa a ellos los afrikáans, como un pueblo superior, predestinado a reinar sobre una mayoría bárbara. En realidad el apartheid les permitió a los afrikáans, mantener el control del Estado frente a los intereses de los ingleses, expresados en los conflictos Anglo-Boer.

EXPRESIONES DEL APARTHEID

La ley Bantu de 1952 obligaba a todo africano mayor de edad, llevar un Pasaporte Interno, como mecanismo de control de la mano de obra, y del movimiento de la población. Una parte importante de los africanos eran condenados por los delitos de la ‘Ley de Pases’.

En cuanto a los servicios, de acuerdo con su condición racial, concurren a escuelas, iglesias, restaurantes, cines, playas, clubes segregados. El acceso a lugares públicos, cabinas de teléfonos, paradas de taxi, se hacía por entradas diferentes.

Existían horarios diferentes para blancos y negros, en bibliotecas, zoológicos, galerías de arte, museos y jardines públicos… sistema parecido al que funcionó en la antigua Zona del Canal de Panamá, conocido como Gold Roll y Silver Roll.

En materia política, la población negra no tenía representación en el Parlamento, y tampoco podían desempeñar ciertas funciones y empleos.

El 50% de la población negra ocupaba las zonas de Reserva Bantustanes; la tasa de desempleo y la pobreza era alarmante en esas zonas.

Ningún africano negro podía entrar a las zonas urbanas si no tenía un pase, y permanecer allí por más de 72 horas, sin permiso de trabajo. El trabajador negro, aunque podía obtener permiso para trabajar en la zona blanca, podría ser deportado de la misma si violaba las reglas estrictas de empleo y del apartheid. Ningún africano negro tenía derecho a adquirir propiedad de tierras en cualquier lugar de Sudáfrica.

Aunque el sector más pobre eran los negros, se les gravaba impuestos más pesadamente que a los blancos. Todos los hombres mayores de 18 años pagaban un impuesto.

EL LEGADO DE MANDELA CONTRA EL APARTHEID

La vocación de lucha de Nelson Mandela, y cualquier otro dirigente contra la opresión, la injusticia y la desigualdad, está inspirada tanto en los ideales cuya fortaleza se obtiene por los niveles de conciencia, así como por la experiencia y los sufrimientos generacionales compartidos. Mandela, al igual que los otros importantes dirigentes de la ANC, hicieron suyas las voces de generaciones enteras de africanos, desposeídos por la fuerza, de sus elementales derechos propios de su condición de seres humanos. Ese estado de conciencia fue inspiración y fortaleza de Mandela, que le permitió pagar en carne propia lo inhumano del apartheid, cosa que fortaleció su orgullo y su dignidad, haciendo más relevante la legitimidad de su lucha. Igualmente significativo para él fue su Organización del Congreso Nacional Africano (ANC), con dirigentes formados y decididos, a utilizar todos los caminos y recursos para acabar con el sistema de opresión de sus pueblos. Quizás por eso pudo resistir su cautiverio, y ver culminado su sueño, cuando se elimino de la Constitución de Sudáfrica el último párrafo, la última palabra que sustentó el régimen del apartheid. Al final de esta historia, Mandela pudo agradecer como Primer Presidente Negro de su Nueva Nación, libre del apartheid, el respaldo internacional de pueblos enteros que entendieron la legitimidad de su causa, y que hoy miran con respeto y emoción desde diferentes espacios nacionales cómo el mundo entero le rinde tributo a este notable ser humano, revestido de la piel y el corazón de África.

Ojalá que el ejemplo de Mandela contribuya a que se cumplan cabalmente el sentido final de su lucha, la igualdad y la justicia social sin exclusiones.

FLACSO/SOCIÓLOGO

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