El reto de mejorar

PANAMÁ. Divertida, sencilla y defensora de las causas justas. Estas son algunas de las características que describen la personalidad de Ana Mae Díaz de Endara, una taurina de 41 años, que en tan sólo sesenta minutos, nos enseñó que el amor por la vida y lo que hay en ella, son las recompensas más valiosas.

Su buen sentido del humor y el cambio favorable que ha tenido su imagen en los últimos años, hacen de esta ex primera dama una figura interesante para la opinión pública, que por momentos la criticó duramente al catalogar su actitud de “busca pleitos”.

Hace catorce años cuando se desempeñó como primera dama de la República, muchos medios de comunicación la vendían como una mujer polémica, una percepción que la hace sonreír cada vez que recuerda los comentarios que recibía en aquel entonces.

Entre sus anécdotas destaca la ocasión en que salió a defender a las aseadoras de la Brigada Celeste, y cuando protagonizó un encontrón con gente de clase alta por donar su casa vacacional en Cermeño a Hogares Crea (para rehabilitar adictos).

“No me arrepiento de lo que he hecho, me gusta pelear por mis convicciones, amo hablar y ser yo misma, sin importar el qué dirán”, expresó mientras sus colaboradores políticos se agrupaban en su centro de campaña en Río Abajo.

Aunque su estilo de vida no ha variado mucho desde que su esposo, Guillermo Endara Galimany, decidió aspirar nuevamente a la Presidencia de la República, reconoce que el tiempo para estar con su familia sí se ha visto algo limitado: “Nos llamamos por teléfono, quizás no nos frecuentamos mucho, pero sí mantenemos el contacto”.

También destacó que durante su matrimonio, que ya lleva 18 años, la agenda de ambos se ha acoplado al ritmo de la política.

Sonreír, no llevar guardaespaldas, comer comida vegetariana y recoger animales abandonados son parte de su fórmula para lograr la felicidad, que por supuesto es complementada con su armoniosa relación de pareja.

“El ex presidente es un hombre muy centrado, quien además de ser de mi mismo signo, me respeta y acepta mi percepción de las cosas”, señaló luego de explicar que le gustaría que los panameños la recordaran como una persona sin ambiciones materiales y que dio todo de sí para servir a los demás.

En su paso por el Despacho de la Primera Dama, un programa médico y un niño, marcaron el resto de su existencia.

Durante su gestión (1990-1994) se iniciaron las primeras intervenciones quirúrgicas a los niños con problemas faciales conocido como Operación Sonrisa.

Uno de esos menores beneficiados fue Joel, un infante que residía de un área de difícil acceso de la provincia de Chiriquí. Su caso, según relató, lo lleva indeleble en su corazón.

Otra de las cosas que lleva muy presente es su carrera de abogada, por eso asegura que de no haber sido primera dama hubiese estado en los tribunales de justicia ejerciendo la profesión que estudió en la universidad, Derecho y Ciencias Políticas.

Sólo faltan siete meses y un día para las elecciones. ¿Podrá Ana Mae y su esposo cumplir su meta de volver al poder?