¿Hacia dónde va la economía en el 2023?

Actualizado
  • 08/01/2023 00:00
Creado
  • 08/01/2023 00:00
Dado los problemas de arrastre y los altos niveles de incertidumbre sería necesario que el actual gobierno presentara cuál es su estrategia frente a la problemática actual. La misma, desgraciadamente no existe y la actual administración no muestra intención de formularla
La economía panameña en 2023 será de gran incertidumbre.

Tal como lo señaló Joan Robinson, el devenir de la economía no se da en el suave movimiento del tiempo lógico - mecánico, que generalmente se supone en la modelización de la teoría económica tradicional. La misma se mueve en el tiempo histórico, con todas sus vicisitudes, choques, continuidades y rupturas. Todo esto llama la atención sobre lo fundamental de los factores de incertidumbre, los que tendrán una importancia central en el 2023. Antes de entrar a ese tema es útil establecer la situación actual.

Crecimiento sin empleo

Las cifras y los pronósticos para el cierre del 2022 muestran un proceso de rápida recuperación de la economía. Es así, que para septiembre de ese año el Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE) mostraba en su versión tendencia – ciclo una tasa de crecimiento acumulada de 10.59 en relación con el año anterior. Por su parte la tasa acumulada del PIB al tercer trimestre fue de 11.0% en términos reales.

De acuerdo con las proyecciones del FMI la economía panameña mostrará al final del 2022 una tasa de crecimiento de 7.52%, mientras que la CEPAL sitúa esta tasa de crecimiento en 8.4%. En ambos casos esto significaría que el PIB real habría logrado sobrepasar el nivel alcanzado previo a la pandemia (2019). En el caso del FMI lo superaría en 1.7%, mientras que según la CEPAL lo haría en 2.6%.

Teniendo en cuenta lo anterior, se estaría tentado a señalar que la recuperación de la economía panameña se habría completado plenamente del choque de la pandemia. Sin embargo, esto no parece ajustarse a la realidad si se toma en cuenta el problema de empleo.

En efecto, de acuerdo con el FMI la tasa de desempleo se establecerá a finales del 2022 en el 9.5% de la población económicamente activa (PEA). De manera que esta sigue siendo superior a la observada en el 2019 (7.1%) y, sobre todo, en el 2018 (6.0%). De hecho, en el 2022 la tasa de desocupación solo se redujo en 0.24 puntos porcentuales por cada punto porcentual de aumento en el PIB.

Como han señalado varios comentaristas se debe agregar que, además de lo anterior, existe un problema con la calidad del empleo generado. Un indicador, aun cuando indirecto, de esto está dado por el tipo de contrato de trabajo inscritos en el MITRADEL. De acuerdo con los datos del INEC, el número de contratos por tiempo indefinido registrados en la sede central hasta octubre de 2022 fue inferior en 13.0% a los registrados en el 2022. En las regionales esta tasa también fue negativa, aun cuando bastante inferior (1.9%).

Es claro, entonces, que el estilo de crecimiento de la economía panameña post- covid no ha sido capaz de resolver el grave problema de la precariedad laboral.

La incertidumbre global

Siendo Panamá una economía altamente abierta al exterior, tanto comercialmente como monetaria y financieramente, se hace imprescindible tomar en cuenta los elementos de incertidumbre que operan a nivel global.

En primer lugar, está la incertidumbre que se observa en relación con el futuro crecimiento de la economía a nivel global. Es claro, para comenzar, que el 2023 mostrará tasas de crecimiento económico inferiores a nivel internacional. De acuerdo con la Cepal se espera que el crecimiento del PIB mundial se reduzca de 3.1% en el 2022 a 2.6% en el 2023. En el caso de EE. UU. la reducción sería de 0.7% a 0.3%.

Se trata, sin embargo, de pronósticos que deberían interpretarse teniendo en cuenta la elevada incertidumbre actual sobre el futuro de la economía. Lo que se refleja en las importantes diferencias que a este respecto mantienen algunos renombrados economistas.

Es así, por ejemplo, que Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001, en un artículo titulado “Elevar, las tasas de interés para controlar la inflación solo causarán más dolor” (diciembre de 2022), además de diferir de la Reserva Federal sobre las causas de la inflación, llama la atención sobre la posibilidad que este organismo continúe con las elevaciones de la tasa de interés hasta el punto de que genere una recesión. Si bien Stiglitz está de acuerdo en “normalizar” las tasas de interés, también advierte que “elevar las tasas de interés más allá de eso, “dejara cicatrices duraderas”.

Por su parte Paul Krugman, Premio Nobel de Economía 2008, en un artículo titulado “¿Cuándo debemos declarar la victorial sobre la inflación?” (diciembre de 2022) propone que la Reserva Federal debería abandonar su objetivo de inflación a largo plazo no mayor del 2.0%. En este sentido afirma que: “…, en los próximos meses puede que tengamos que elegir entre imponer una recesión para volver a situar la inflación en un objetivo en gran medida orbitario, …, o declarar la victoria con una inflación bastante baja”.

Jeffry Frankel, en un artículo titulado “Is a global Recessión Realy Around the Cornner?” (diciembre 2022), argumenta que la probabilidad de una recesión en el 2023 es significativamente inferior al 100.0%. Pese a esta posición optimista, afirma que existe una probabilidad del 50.0% de que la misma ocurra, señalando, además, que la probabilidad de una recesión se eleva hasta el 75.0% en el caso de los dos años siguientes.

En una visión distinta, Larry Summers se muestra partidario de no flexibilizar la actual política monetaria contractiva, llegando a sostener que para derrotar la inflación la tasa de desempleo en EE. UU. debería llegar hasta el 6.0% de la PEA. Noriel Roubini, en una posición aún más pesimista, ha argumentado que, teniendo en cuenta la relación deuda – PIB a nivel global, se debe llegar inevitablemente a un importante choque de estanflación.

No se trata solo de los problemas de las políticas monetarias. Existen otros importantes factores capaces de generar disrupciones en las cadenas globales de valor: los acontecimientos bélicos en Ucrania, las crecientes contradicciones geopolíticas entre EE. UU. y China, la reciente ola de COVID – 19 en este último país y la incertidumbre en el frente energético, entre otro.

Incertidumbre local

Internamente también existen claros elementos de incertidumbre. Para comenzar es de esperarse que una vez “completada la reactivación” se tendrá una mayor dificultad en avanzar en términos de crecimiento y empleo. Es así, por ejemplo, que de acuerdo con el FMI la economía panameña solo crecerá en 4.4% en el 2023, mientras que la tasa de desocupación se elevará de 9.5% a 9.7%. La Cepal pronostica una tasa de crecimiento de la economía relativamente inferior (4.2%).

A lo anterior se debe sumar el impacto sobre el nivel de incertidumbre que se puede generar en un año preelectoral, junto a otros factores como son: el creciente descontento de la población en relación con la carencia de empleos, los elementos de una inflación persistente y la presencia de una corrupción evidente. No menos importantes son el tema de las pensiones de la CSS y el conflicto minero.

La carencia de una hoja de ruta

Dados los problemas de arrastre y los altos niveles de incertidumbre sería necesario que el actual gobierno presentara cuál es su estrategia frente a la problemática actual, con el fin de provocar un debate y encontrar una trayectoria que asegure el bien común de la población. La misma, desgraciadamente, no existe y la actual administración no muestra intención de formularla.

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