Apagar los cuerpos

Actualizado
  • 27/02/2019 01:00
Creado
  • 27/02/2019 01:00
Continuando con el encarcelamiento como un concepto que marca su obra, el artista panameño Jhafis Quintero inaugura mañana la exposición ‘Condicionamiento operante', a dúo con la italiana Paola Mancini

El encarcelamiento, un concepto que ha definido a profundidad la obra del panameño Jhafis Quintero, vuelve a manifestarse en su más reciente instalación. En el Centro Cultural de España-Casa del Soldado, el artista ha colocado diez jaulas que el crítico brasileño Raphael Fonseca describe como ‘ataúdes verticalizados' fabricados con metal y sostenidas por carritos de carga.

‘Si en cuanto a su altura recordamos la anatomía humana, es en su anchura que la claustrofobia de la instalación es evocada: su forma estrecha recuerda una perversa jaula animal', escribió Fonseca en el texto curatorial que acompaña la muestra.

‘La relación entre el cuerpo humano y el encarcelamiento es, en cierta manera, una de las fuerzas motoras de la investigación de Jhafis Quintero',

RAPHAEL FONSECA

CRÍTICO BRASILEÑO

Cada jaula guarda en su interior un monitor con videos en los que Quintero y su colega italiana Paola Mancini ‘apagan sus cuerpos' con pintura negra.

‘En silencio, esos cuerpos desaparecen ante nuestra mirada, de la misma manera que la población carcelaria es silenciada de manera continua en la mayor parte del mundo', describe el crítico brasileño. E incluso abre el compás: este acto representa además ‘la dicotomía entre aparición y desaparición —nos mostramos y nos escondemos— contenida en cada uno de nosotros'.

En cinco jaulas, aparece el video de Mancini ‘autoanulándose' con el tinte negro. En las cinco restantes, Quintero replica la acción. En la sala principal, un video en el que desaparecen ambos.

‘Esa es la calle de la amargura que cada uno de nosotros tiene dentro de sí —entre declarar y silenciar, entre transparencia y opacidad—. Seguimos vivos como esas solitarias lámparas dentro de cada una de esas jaulas, pero el silencio y la opción por la penumbra se configuran como posturas quizá más críticas que los excesos de las palabras', reflexiona Fonseca sobre la más reciente obra del artista panameño radicado en Verona, Italia.

EL ENCIERRO COMO DISCURSO

En palabras de Quintero, existen dos líneas discursivas que delimitan los contenidos de su más reciente instalación en Panamá.

Colaboración que nace en el viejo continente

PERFILES

Paola Mancini es una artista y profesora de arte que actualmente enseña en el Liceo Artístico Apolloni Fano. Además de su trabajo como educadora de arte, ha participado en diversas muestras de arte en Italia, su país de origen. Sus estudiantes han obtenido varios premios artísticos de alto renombre. Por su parte, Jhafis Quintero comenzó su carrera como artista durante una pena de prisión de 10 años, en Costa Rica. Su experiencia en la cárcel juega un papel primordial en su obra, influenciado por las contiendas tanto físicas como psicológicas, inducidas por el aislamiento y una constante reflexión sobre la supervivencia y la muerte. En 2013, representó a Panamá en la Bienal de Venecia con ‘Protesis' (2013), un performance participativo en el que se comunicó con el público a través de dibujos. Vive y trabaja en Verona, Italia.

‘Por un lado, el puramente vivencial —mi experiencia radical durante diez años en una prisión costarricense, tiempo en el que entendí la cosificación del cuerpo como método de control; y por otro lado, la proveniente del análisis político subsiguiente a esta experiencia de encarcelamiento', sostiene el también autor de la novela La casa de los geckos (Letra Maya, 2017).

De esta manera, continúa Quintero, la prisión asume un papel como aparato para transformar a los individuos mediante el castigo y un control que lamentablemente tiene implicaciones racistas, homófobas y clasistas.

Es en esta particular forma de aprendizaje —si haces bien, hay recompensa; de lo contrario, un castigo— que el artista encontró el título para su más reciente exposición: ‘Condicionamiento operante', una técnica desarrollada por el psicólogo, filósofo social y autor B. F. Skinner.

‘Esta obra gira en torno a las consecuencias de la privatización del sistema penitenciario', señala Quintero. ‘El ánimo de lucro inherente a cualquier empresa privada no solo distorsiona la función teóricamente rehabilitadora de las prisiones, sino que pervierte el fin último de estas instituciones, cumpliendo la profecía de Foucault: la preeminencia del castigo ante cualquier idea liberadora de reforma', añade.

De acuerdo con el artista, la dimensión agresiva de la resistencia y una ‘metáfora de lo bio-político' hicieron que esta experiencia en prisión definiera de manera radical su propuesta artística.

Sobre las jaulas que utiliza en la muestra que se exhibe en el centro cultural ubicado en el Casco Antiguo, Quintero indica que estos elementos hacen alusión ‘al valor monetario del encarcelamiento masivo de las prisiones privatizadas, donde los cuerpos se convierten en mercancía y objeto de cambio, según los parámetros marxistas'.

En tanto, el aporte de Paola Mancini, que integra el colectivo 2+2, está dirigido a la percepción del límite que experimenta una mujer que crece en un sistema patriarcal, donde las mujeres dejan de ser un proceso narrativo vivo en primera persona y se transforman en prisioneras de convenciones, en objetos de consumo.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus