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- 23/12/2014 01:00
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Bilbao y la Fundación Guggenheim de Nueva York renovaron en diciembre un fructífero matrimonio de 20 años que, a partir de un museo de arte contemporáneo, impulsó urbanística y económicamente la entonces decadente ciudad industrial del norte de España.
A punto de extinguirse el contrato firmado en 1994, la Solomon R. Guggenheim Foundation de Nueva York y el Museo Guggenheim de Bilbao renovaron el 10 de diciembre por otros 20 años, en vez de los diez previstos, la cooperación que ha traído a esta ciudad española las obras más destacadas del arte contemporáneo.
Mark Rothko, Gerhard Richter o Eduardo Chillida componen la nómina de artistas de su colección permanente, complementada con exposiciones cedidas temporalmente por Nueva York de Andy Warhol, Robert Motherwell o Alexander Calder.
Pero el acuerdo también consolida la red de la fundación, que ya contaba con una sede en Venecia y desarrolla ahora una en Abu Dhabi. Una senda imitada por importantes museos como el Louvre de París, que también se instala en la capital árabe o en la ciudad francesa de Lens, y el Hermitage de San Petersburgo, que abrirá un museo en Barcelona.
‘Esa estrategia, basada en la necesidad de globalización, fue muy novedosa en ese momento pero ahora se replica incluso en otros ámbitos como los festivales de música’, explica Lluís Bonet, director del programa de gestión cultural de la Universidad de Barcelona.
‘UN AUTÉNTICO MILAGRO’
Antes gris, contaminada y llena de fábricas abandonadas, la ría del Nervión, epicentro de Bilbao, se presenta actualmente luminosa, con modernos edificios, espacios verdes, carriles bicis y coronada por la espectacular edificio del museo, del arquitecto canadiense-estadounidense Frank Gehry.
Inaugurado en 1997, se convirtió rápidamente en referente de la arquitectura de finales del siglo XX con su imponente estructura de titanio de contornos orgánicos, su superficie imitando las escamas de un pez y su silueta de barco homenajeando la tradición naviera vasca.
Desde entonces, ha recibido casi 17 millones de visitantes, mientras que en Bilbao, antes desplazada del circuito turístico y artístico internacional, se han duplicado las pernoctaciones hoteleras, especialmente de extranjeros.
Pero ante todo, el Guggenheim es un catalizador económico que mantiene 5 mil puestos de trabajo, ha aportado 3 mil 483 millones de euros a la región y relanzó una ciudad que solo conseguía repercusión internacional por los atentados del grupo separatista ETA.