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Actualizado
  • 07/12/2014 01:00
Creado
  • 07/12/2014 01:00
La cosa llego al extremo de obligar a Youtube a cambiar el esquema de conteo

Hace muy poco un simpático caballero de Corea del Sur decidió subir a Youtube su video sobre un particular estilo de baile. Al día de hoy lo han visto casi 900 millones de personas permitiéndole al caballero ser invitado a miles de programas de radio, televisión e incluso a bailar con el secretario general de la ONU, quien también es coreano. La cosa llego al extremo de obligar a Youtube a cambiar el esquema de conteo pues se paso el máximo teórico de su contador estándar ( 2.147.483.647).

En alguna columna anterior comenté el caso de un estudiante de cine de un país suramericano que creó un ‘avance’ de una película inexistente, algo que el deseaba compartir con sus amigos; la ‘subió’ a vimeo.com para que ellos le dieran su opinión. Tiempo después lo llamaron de Hollywood para decirle que les interesaba ver la película. Cuando él les respondió que no existía, que solo era un proyecto. Ellos le propusieron darle el dinero para que la hiciera.

Cada vez es más obvio que si se desea generar un producto o servicio que tenga éxito se debe hacer énfasis en el tipo de contenidos que el mismo entrega a sus consumidores. Las plataformas son cada vez más homogéneas, y el concepto de ‘sobre demanda’ que reza que los usuarios eligen cuándo, cómo, dónde y en qué dispositivo quieren consumir algo, está cada vez más imbuido en el inconsciente colectivo.

Eso explica cosas como que un jueguito para móviles, donde uno dispara ‘pajaritos enojados’, termina convirtiéndose en un programa de televisión, camisetas, etc. Todo con tal de explotar al máximo el interés de la gente.

El nuevo valor es ahora saber cuánta gente desea ese contenido, apropiarse de la forma más exacta posible el perfil de ese consumidor pues mientras más se lo conozca, mejor se sabe de qué otra forma desea recibir el contenido y que otros contenidos le son pertinentes.

¿De dónde salen los contenidos que la gente desea? ¿Cómo hago para saber donde nacen esas ideas, que luego serán los contenidos que la gente quiere? Pues la respuesta es tan obvia que elude a muchos. Es necesario invertir en las denominadas ‘industrias creativas y culturales’. Es allí donde está la cantera para la generación de contenidos relevantes y por los que la gente estará dispuesta a pagar.

No es casual que los países con alta inversión en cultura, sean quienes lideran la denominada ‘economía creativa’. Son naciones que han creado un ecosistema emprendedor que alienta la creación de conocimiento, poseen leyes de fomento de la ciencia y la cultura, además de bancos y fondos de inversión que entienden e invierten en la ‘próxima idea genial’.

El 2015 se abre como un libro en blanco. Pensemos, pues, en los contenidos que queremos compartir.

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