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- 05/09/2021 00:00

Cuarenta y cuatro cuentistas panameñas forman parte de Ofertorio, secuencias y consecuencias. Nacidas entre 1931 y 1995, con estilos tan variados como sus temáticas o sus intenciones.
Aunque cuenta con publicaciones en poesía y teatro, de este género ha sido galardonada con dos premios Miró, Isabel Burgos (1970) se considera, sobre todo, una cuentista. “El cuento corto es lo que inicialmente me salía, creo que por mi deformación profesional como publicista. Me hace escribir muy condensado, muy comprimido. El cuento tiene algo particular: cierra el ciclo inmediatamente. Sobre todo si hablamos de cuento corto, mini cuento y micro cuento. Es como el caldo del hueso de la res, es tan condensado… cada palabra es tan pensada para que diga exactamente lo que tiene que decir y nada más. Rápidamente llegas al desenlace”, comenta Burgos.
Para Cheri Lewis (1974) “el cuento me parece el género ideal por su brevedad y precisión. Además, ofrece la libertad de explorar diferentes voces, personajes e historias en un periodo relativamente corto. Es como un viaje sin escalas: te lleva directo a tu destino. También te permite jugar mucho con la ficción y por eso me parece un género muy divertido”. En tanto, para Danae Brugiati (1944) también destacada ensayista, ambos géneros son herramientas diferentes para esculpir la obra literaria. “En el ensayo hay más de reflexión y polémica, para lo cual es necesario proporcionar evidencias de diversa índole que fundamenten la postura del autor y las opiniones que exprese y justifique, sin olvidar el rigor que requieren los textos académicos, como lo son el uso de datos y las referencias documentales. En el cuento se es más libre y el escritor no tiene que sustentar más que la vida, pensamiento y acciones de los personajes y sus circunstancias”.
“Escribo desde que soy niña”, dice Nicolle Alzamora Candanedo (1992). “Creo que tal vez necesito el papel para aterrizar todo lo que iba pasando por mi cabeza, Eso me animó a escribir, mi imaginación y la posibilidad de entender y entenderme a través de las letras”. Pero sobre todo, la animó a escribir “el apoyo de mi gente alrededor, de mi familia . La experiencia del Diplomado en Creación literaria de la UTP, la guía constante de Enrique [Jaramillo Levi].

Y es que aunque se tenga facilidad para escribir, es necesario instruirse. “Empecé con Carlos Wynter. él hacía talleres de cuento en Exedra y yo había escrito algunas cosas, pero siempre recomiendo 'tallerear', porque es una manera de recibir críticas, pulirte, darte cuenta de qué pata cojeas y abrir puertas a nuevas experimentaciones”, afirma Burgos.
Pero lo cierto es que cada quien desarrolla su método de trabajo. “Soy una persona muy observadora y pienso que si miras con atención el mundo que te rodea puedes encontrar historias en casi todas partes”, asegura Lewis, quien a la fecha acumula cuatro publicaciones, tres de ellas, de cuentos. “Mis historias aparecen en mi cabeza de forma espontánea. Puede ser una imagen, una pintura, una fotografía, un sueño, una experiencia y a partir de ahí, voy creando el texto. A diferencia de otros autores, yo no hago una planificación muy detallada a la hora de escribir. Por lo general voy conociendo al personaje en la marcha, lo que convierte todo el proceso en una especie de descubrimiento”, comenta.
Brugiati ve en los cuentos, la posibilidad de reflejar “la vida misma desde otra perspectiva, así como es ella, mutante, experimental, diversa y polifacética con tantas realidades como seres humanos existen. En los cuentos hay tanta emoción, actividad y propósito como aquellos que existen en la vida real. La ficción permite montar estos mismos elementos en la secuencia que la obra requiera. Los cuentos son, no buscan ser esto o aquello. Es una creación en la que se intercala la alegría de recordar y al mismo tiempo de compartir el recuerdo. Puede haber en él temas sociales e instantes cómicos, y es una mezcla de lo real con lo maravilloso, lo escatológico con lo sentimental. El lector busca aquello que le interesa, que le ayuda, que le estimula”.
En cuanto al proceso, aunque algunos escritores prefieren escribir sin mirar atrás hasta terminar y luego proceder a pulir la pieza, Isabel Burgos prefiere ir “escribiendo y editando, de manera que cuando termino el cuento siento que no va a necesitar mucha edición, eso no significa que sea lo que considere mi editor”, dice en tono jocoso. Pero una recomendación que muchas veces funciona es “escribir con la luna y editar con el sol”, en otras palabras, aprovechar esa idea que llega de repente y vaciarla toda. Luego, con calma, mirar esos detalles técnicos que completan el trabajo.

Y bueno, no todos los cuentos son iguales, “cada cuento es como un mundito y a veces son experiencias diferentes”, advierte Burgos; no todas las publicaciones, se trabajan e la misma forma. “cada libro es un proceso distinto uno del otro, en todos se sufre y se disfruta casi que en igual medida”, comenta Lewis; no siempre se tienen las mismas motivaciones. Para ilustrar esto, Brugiati cita a Julio Cortázar: “la variedad del cuento moderno es infinita: puede ocuparse de temas absolutamente realistas, psicológicos, históricos, costumbristas, sociales (...) se abre con toda libertad para la ficción total en los cuentos que llamamos fantásticos”.
“Creo que es la revelación de lo que enfrentas al crear un cuento. No hay una fórmula, eres soberano en el espacio y tiempo que se crea en el cuento. Los lectores, los críticos definen si es esto o lo otro y lo colocan en casillas clasificatorias que, a veces, sorprenden al mismo autor”, añade Brugiati.
Para Burgos, los cuentos “son como polaroids, imágenes que te cuentan una historia rápidamente a través de convenciones; tenemos que convenir en un serie de códigos y dentro de ese mundo que todos conocemos contamos una historia sorprendente, increíble. Me parece fabuloso que eso se pueda hacer con un cuento de 5 líneas, es una maravilla”. También es fabuloso para Burgos el hecho de que en Panamá, tantas mujeres, sobre todo en los últimos años, se hayan decantado por la literatura.
La cuentística de la mujer panameña es “abundante y variada. Parece brotar con ímpetu, pero como en todo, la cantidad no es equivalente de calidad”, reconoce Brugiati. Hay que tomar el trabajo en serio y prepararse.

“Para mí, la gran fortuna de haber empezado a escribir joven es que tengo -espero- mucho espacio y mucho tiempo para crecer. Rodeada de mujeres talentosas como las que componen esta antología, y de maestros como Enrique Jaramillo Levi, además, tengo siempre de quién aprender”, destaca Alzamora.
“Me siento muy honrada de haber sido seleccionada en esta antología de Jaramillo Levi quien realmente está haciendo un trabajo fabuloso por dar a conocer la cuentística panameña”, recalca Burgos.
“Formar parte de esta antología es un honor para mí por dos razones: por un lado, es un reconocimiento importante a mis textos, una suerte de espaldarazo que me hace pensar que voy por buen camino y me motiva a seguir escribiendo. Y, por otra parte, es una oportunidad de compartir páginas con 43 escritoras sobresalientes por quienes siento mucha admiración”, sostiene Alzamora.
Y aunque el camino no es sencillo y tanto recompensas como remuneraciones no se equiparan con el trabajo, están dispuestas a seguir adelante.

“Espero poder seguir escribiendo por mucho tiempo. Yo sabía desde un inicio que hacer dinero con la literatura en Panamá no es fácil. Aún así, en ningún momento ha sido un desaliento para dejar de escribir. Escribo porque me gusta, me da vida y lo disfruto. Uno aprende a tener paciencia y a apreciar los pequeños logros”, dice Lewis.
“Hay muchas cosas, especialmente con el panorama actual del mundo que no veo claras en mi futuro, pero si hay una de la que estoy segura es que seguiré escribiendo.”, concluye Alzamora.
El trabajo de cuarenta y cuatro cuentistas, mujeres panameñas es reflejado en la antología Ofertorio, secuencias y consecuencias, publicación editada por el escritor y gestor cultural Enrique Jaramillo Levi. Su nombre directamente apela a ese aporte literario que cada una de ellas hace a la cuentística del país en el muevo siglo.
En el siglo XX serían muy pocas las féminas destacadas en el género. Sin embargo, los primeros 20 años del siglo XXI este número ha crecido sustancialmente “de muy diversas edades y visiones de mundo, así como una refrescante variedad temática y estilística en su producción”. Cuarenta y cuatro de ellas, toman parte en esta antología, una “entusiasta ofrenda literaria de la más alta composición estética y humana.
¿Cuál es la función de una antología?, ¿en qué se diferencia de una compilación?
En literatura, una compilación es más amplia, cumulativa, casi siempre de carácter histórico: abarca más personas, épocas. La mirada es siempre panorámica, a manera de un inventario; aunque por supuesto también busca calidad en la selección. En cambio una antología es "lo mejor de lo mejor de algo", de cuentos en este caso. Es más selectiva. Pero además tiende a querer hacer algo que no se ha hecho antes, al menos en la forma en que yo concibo y he preparado las muchas antologías de cuento y poesía panameña, mexicana y centroamericana que he publicado desde 1971. Por tanto, la función de una antología literaria es destacar textos excelentes de determinados autores. La más reciente es esta, "Ofertorio: Secuencias y Consecuencias (Antología de mujeres cuentistas de Panamá. Siglo XXI", que acaba de aparecer, con 44 autoras (de entre más de 60; hay muchas inéditas), que publican su primer libro entre el año 2000 y 2021.
Como menciona en su introducción, las temáticas, estilos, edades y formas de ver la vida de las autoras son muy variadas. ¿Qué tomó en cuenta entonces, para la selección?
En efecto, en mis antologías, trato siempre de que la diversidad de temas, estilos, visiones de mundo, y además las edades y profesiones de cada autor, sean un factor notable. No solo es cierto que en la diversidad a menudo está la gracia o el gusto, sino en el caso de estas narradoras de ficción breve también su notable talento; son osadas, muy sensibles, no se dejan intimidar por las poses machistas. Admirables en todo sentido.
Leyendo la introducción de esta obra, así como por algunos de sus comentarios en entrevistas previas puedo notar que es un admirador de la mujer y de la mujer escritora. ¿Qué elementos considera que la mujer panameña ha aportado a la literatura local?
Muy admirador. Suelen tener un gran ingenio y una capacidad de sorpresa. En el Siglo XX no figuraban más de 15 en nuestras letras. Hacia finales de ese siglo empezaron a destacar otras. He publicado dos compilaciones anteriores sobre mujeres cuentistas de nuestro país, a fin de rescatarlas de la indiferencia y el olvido: "Flor y nata", en 2004 y "Puesta en escena", en 2017. Tenían carácter histórico. Era necesario darlas a conocer, lo sigue siendo más que nunca.
¿Cuál es su opinión sobre la llamada literatura de género? ¿Es un subgénero o es una forma de prejuiciar o encasillar el trabajo de la literatura escrita por mujeres?
No me gusta para nada ese nombre. La buena literatura no tiene sexo. Lo que pasa es que la única forma de destacarlas era agrupándolas por separado, de forma contrastante, para que los escritores varones le dieran su lugar, al igual que el público lector.
Crece la producción de cuentos y la generación de escritoras femeninas. ¿Cómo se proyecta el resto del siglo XXI?
Se proyecta muy bien. Por un lado, hay que esperar que las actuales sigan escribiendo y publicando sus mejores obras. Por otro, desear que surjan más, igualmente bien dotadas para escribir de manera creativa.