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El poder de las desventajas: Cómo el Boom Latinoamericano rompió barreras
- 26/11/2023 00:00
- 26/11/2023 00:00
En la década de los sesentas, el mundo fue sorprendido por la novedad de la literatura latinoamericana. Los nombres de Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar y Carlos Fuentes resonaron en lectores no solo en América Latina sino en todo el mundo. Estos cuatro autores fueron underdogs literarios, según la definición dada por Malcolm Gladwell en su libro David y Goliat.
Primeramente, ¿qué es un underdog? Este término se usa para describir a un individuo que está predicho a perder una batalla o pelea, sin embargo, logra tener éxito, como en la historia bíblica de David y Goliat, de la cual nace el tema principal del libro de Gladwell. En este libro de no ficción, se elabora sobre el rol del underdog (David) enfrentándose a sus adversidades (Goliat). Especialmente, Gladwell habla de las ventajas de las desventajas y de cómo un underdog puede aprovechar su entorno y utilizarlo a su favor.
Gladwell desmonta la idea de que el underdog está destinado al fracaso, demostrando que las desventajas, cuando se reconocen y se trabajan, pueden convertirse en grandes ventajas. “Hay un conjunto de ventajas que tienen que ver con los recursos materiales, y hay un conjunto que tienen que ver con la ausencia de recursos materiales, y la razón por la que los underdogs ganan tan a menudo como lo hacen es que a veces esto último es igual de importante que lo primero” (Gladwell 25).
Como establece el libro de Gladwell, el éxito de un underdog es sorprendente, lo que llevó a que este fenómeno literario fuera bautizado como el “Boom de la Literatura Latinoamericana” por el escritor chileno Fernando Alegría. La expresión boom viene del sorprendente y explosivo éxito que tuvo este nuevo movimiento literario. Durante la década de 1960, estos autores se convirtieron en nombres conocidos en a nivel mundial y se establecieron como los líderes de lo que ahora es considerado uno de los mayores surgimientos literarios de la historia.
Muchos factores conformaron el éxito de esta nueva literatura. Los problemas sociopolíticos de la región, como la revolución cubana, y factores externos, como la dictadura de Francisco Franco en España, así como la producción masiva de sus novelas a nivel mundial y la consagración de la crítica, ayudaron a formar el Boom. Estos novelistas fueron capaces de desafiar la visión del mundo sobre el continente americano y utilizar las desventajas de la región a su favor.
América Latina, a pesar de su olvido histórico, estaba llena de semillas maravillosas que, dado el suelo adecuado, como hizo el Boom, podían convertirse en flores de grandeza literaria. Mágicas novelas costumbristas con un fuerte trasfondo político, junto con las relaciones de los autores, fueron clave para aprovechar las ventajas que ofrecía Latinoamérica. El éxito masivo de los autores latinoamericanos durante la década de 1960 fue el resultado directo de su capacidad para convertir las desventajas de la región en ventajas.
Varios factores se alinearon para que se produjera el Boom. Los problemas sociopolíticos estaban afectando al mundo mientras la creatividad y la artesanía literaria luchaban por encontrar su camino junto con la agitación política. En América Latina, la revolución cubana fue un gran impulsor de este levantamiento literario. Los autores reconocieron su entorno y comenzaron a alimentar sus escrituras de los problemas de la región, como se afirma en el artículo “Atentamente, el Boom latinoamericano” de Juan Gabriel Vásquez: “Las grandes novelas de esa generación trataron de hacer en la ficción lo mismo que la revolución cubana trataba de hacer en la realidad: reescribir la historia” (Vásquez 1).
Estos autores tomaron principios de movimientos literarios anteriores como el Modernismo y el Posmodernismo, que eran fuertemente costumbristas, políticos y nacionalistas, y los incorporaron en la literatura de la época. Por ejemplo, se sabe que estos cuatro autores mencionados previamente acordaron cada uno escribir una novela sobre dictadores. Comenzaron a escribir obras maravillosas con poderosos temas políticos, así logrando transformar las fallas de su región y convertirla en obras maestras.
Otro factor importante que contribuyó al éxito mundial del Boom fue la censura impuesta en España, como se explica en una entrevista con el renombrado académico, periodista y escritor panameño Jorge Eduardo Ritter. “La literatura española estaba estancada. España, que era el mayor productor de literatura, estaba paralizado por la censura” (Ritter). La dictadura de Francisco Franco duró más de 35 años, lo que provocó una sequía literatura para el mundo.
Estos autores pudieron despegar en una pista ahora despejada y trascender en la bomba literaria que fue el movimiento. Una bomba tan poderosa que, al final de la dictadura de Franco, no había forma de que el poderoso éxito de las novelas de la literatura latinoamericana pudiera ser frenado. Tanto la capacidad de reconocer y abarcar los problemas sociopolíticos de América Latina, hecho a través de los principios del movimiento Modernista y Posmodernista, como la ventaja de que el mayor productor de literatura del mundo estuviera silenciado, ayudaron al Boom a establecerse como un fenómeno incontrolable e implacable.
El Boom a menudo se atribuye a cuatro novelistas principales que, utilizando nuevas técnicas literarias, lograron desafiar la norma y destacar en la corriente literaria. Mario Vargas Llosa (Perú), Gabriel García Márquez (Colombia), Julio Cortázar (Argentina) y Carlos Fuentes (México) fueron los principales responsables del Boom.
Muchas personas atribuyen su éxito únicamente al hecho de que ya no había más literatura “buena” proveniente de España, como se explicó anteriormente acerca de la dictadura de Franco, pero el factor principal que despertó al mundo literario fue el novedoso estilo de escritura. Estos nuevos autores no estaban sujetos a reglas. Sus novelas estaban llenas de realismo mágico, un estilo que presentaba cosas mágicas y surrealistas como cotidianas, así como la innovadora iniciativa de desafiar el tipo de narración cronológica al que el mundo estaba acostumbrado.
Tomemos por ejemplo la obra maestra de García Márquez, Cien años de soledad, que fusiona de manera destacada historias políticas y costumbristas con elementos mágicos y sobrenaturales, como flores amarillas que llueven del cielo y el nacimiento de niños con rabo de cerdo. Además, Rayuela de Julio Cortázar hace que el lector elija qué camino seguir en una historia llena de travesías cronológicas y saltos en el tiempo.
Este nuevo tipo de narración se apoderó de las mentes de los lectores de todo el mundo, mientras seducía a la crítica para consagrar al Boom como un movimiento prestigioso y desafiante. Como se afirma en la entrevista con Jorge Ritter: “La crítica descubrió que había una nueva forma de contar historias. Se dieron cuenta de que era una literatura muy atractiva para los lectores, y luego los críticos los consagraron como un movimiento muy importante y fuerte que revolucionaría, como de hecho lo hizo, la literatura en español”. Estos autores no tenían nada que perder, lo cual es una ventaja según el libro de Gladwell. “David no tiene nada que perder, y porque no tiene nada que perder, tiene la libertad de burlarse de las reglas establecidas por otros” (191).
La literatura latinoamericana había sido históricamente olvidada, lo que significaba que estos autores tenían la libertad de experimentar con sus obras como nadie lo había hecho antes. Esta creatividad literaria solo se puede lograr siendo un underdog, ya que no estás sujeto a los estándares sociales y al escrutinio público. La belleza del Boom surgió de el atrevimiento de cuatro autores de ser ellos mismos y escribir lo que quisieran, como quisieran, y eso es lo que los distinguió de cualquier otro movimiento literario. La literatura latinoamericana pudo tomar su omisión histórica y convertirla en una revolución, donde la región una vez olvidada se dio a conocer para siempre.
Aunque estos cuatro autores no se propusieron que iban a crear un movimiento, estos coincidieron personalmente entre sí. Estos encuentros entre los cuatro líderes del Boom quedaron registrados en múltiples cartas que se enviaron durante años. En 2023, se publicó una obra llamada Las cartas del Boom que contiene más de quinientas páginas de correspondencia intercambiada entre los cuatro escritores, que también eran cuatro amigos. Estas cartas ofrecen una visión tras bastidores del Boom y cuentan la perspectiva de cada autor reaccionando a su entorno. Un artículo llamado “Las cartas del Boom: el testimonio imprescindible de Vargas Llosa, Fuentes, García Márquez y Cortázar” de Ascensión Rivas examina la relación entre estos autores y su importancia en su formación literaria.
Al principio del relato, aparecen como cuatro escritores jóvenes, con una obra prometedora y poderosos intereses comunes. El principal era la literatura, aunque otros coadyuvaron para que se mantuvieran unidos: un claro compromiso que se identificaba con el socialismo y que se manifestó en su apoyo a la Revolución cubana, y un declarado sentido de pertenencia a un continente históricamente desfavorecido por inveteradas negligencias gubernamentales. (Rivas 1)
Estos cuatro autores tenían un objetivo común, que era escribir sobre el continente y transformar sus desventajas en obras maestras literarias. Su unión fue uno de los factores determinantes de su éxito. A medida que crecían sus amistades, también crecía su escritura.
Antes del Boom, habrían creado un vínculo, una hermandad, que actuó como un escudo contra los estigmas y las críticas que el mundo les impondría y como una llave que les abriría las puertas hacia el éxito. ¿Su estrategia? Crear un equipo tan fuerte y creativamente irrefutable que ningún crítico ni editorial pudiera negar.
“Estas eran páginas y páginas de cartas donde intercambiaban opiniones y consejos, creando un equipo, un clan que duró prácticamente toda su vida” (Ritter). No solo crearon una amistad, sino que también crearon un fuerte que los hizo mejores escritores. Se daban consejos y críticas mutuas, y escribían libros sobre sus propios libros como, por ejemplo, la crítica de Vargas Llosa a Cien años de soledad titulada Historias de un deicidio. A veces, como underdog, todo lo que tienes son otros underdogs como tú, a los que puedes unirte y convertirte en un gigante.
La prosa de estos cuatro autores tuvo un amplio impacto tanto en la literatura latinoamericana como en la mundial. “Estos libros, traducidos a más de cuarenta idiomas, hicieron que la comunidad literaria global se diera cuenta de que estaba surgiendo un nuevo movimiento literario en español. Juntos, lograron cambiar y, creo, para siempre, la forma en que se escribe la literatura universal” (Ritter).
El mundo quedó asombrado por la nueva corriente que surgía de la región latinoamericana, una corriente que desafiaba todo lo que la norma literaria había establecido por décadas. Estos cuatro autores se convirtieron en pioneros en un movimiento que, en tiempos de hambre creativa, saciaba las mentes de los lectores de todo el mundo.
El gigantesco impacto del Boom hizo cosas inimaginables para la literatura mundial, ya que abrió la puerta a autores de todas partes, sin distinción geográfica, lingüística o cultural, para liberar su escritura y transportarse a mundos de inimaginable libertad literaria. Aunque el movimiento permitió a los autores en todas partes romper con la norma, los autores latinoamericanos fueron los más afectados por el Boom.
Durante los años 60 y 70, todo lo que se escuchaba sobre la literatura latinoamericana eran los nombres de Vargas Llosa, García Márquez, Fuentes y Cortázar. Todos los demás magníficos autores latinoamericanos, algunos de los cuales no adoptaron específicamente las características del Boom, quedaron de alguna manera eclipsados por los autores mencionados anteriormente.
Sin embargo, como argumentan muchos, el hecho de que las novelas de los cuatro líderes del Boom tuvieran un éxito tan grande es la razón por la cual los autores latinoamericanos de hoy pueden publicar sus obras en todo el mundo. “Ahora hay un apetito por la literatura latinoamericana gracias a las puertas que abrió el Boom (Ritter). Hoy en día, más de 60 años desde el inicio del Boom, los autores se están librando de las sombras de este movimiento y están empezando a mostrar que su literatura no tiene límites.
Sin las novelas del Boom, la literatura latinoamericana seguiría en la sombra, estancada, como lo estaba hace 80 años. A veces, cuando un underdog, como fueron los cuatro principales autores del Boom, supera sus desventajas y finalmente se convierte en un gigante, abre la puerta para que miles de otros underdogs hagan lo mismo. El Boom latinoamericano no fue solo una victoria para cuatro autores y sus novelas, sino una victoria para América Latina; un continente que llevaba décadas luchando por darse a conocer.
Ahora sabemos que la razón por la que las obras de Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes y Julio Cortázar fueron tan trascendentales se debe a las ventajas que surgieron de las desventajas que enfrentaron. Estos autores pudieron utilizar la situación de su región para crear obras de arte.
Por un lado, reconocer la situación sociopolítica en América Latina fue una de las claves de su éxito, ya que un underdog siempre debe estar consciente de su entorno para poder utilizarlo a su favor. Además, otro elemento que moldeó el Boom fue el desafío a la norma literaria. Estos autores no temían a la crítica; por lo tanto, no tenían límites. Un underdog debe ser capaz de comprender su posición y, si es necesario, innovar, como hicieron estos autores.
Al mismo tiempo, la unión entre estos autores y el equipo que crearon fortaleció su poder y creó una barrera que los protegía de cualquier crítica que pudieran experimentar. Fueron capaces de entender que, cuando uno está en una posición vulnerable, no hay nada mejor que mantenerse unidos. Por último, la mayor de las ventajas logradas fue la capacidad de abrir la puerta para generaciones de escritores que intentaban publicar sus obras. La creatividad de estos autores no tenía límites, su imaginación no tenía restricciones y su capacidad para crear no tenía defectos.
La histórica posición de olvido y desconocimiento mundial que América Latina había experimentado durante décadas era lo que Malcolm Gladwell llama en su libro una “dificultad deseable”: una situación que, aunque se presenta en su mayoría como una dificultad, es ampliamente deseable y beneficiosa. En este caso, la dificultad era la falta de oportunidades y reconocimiento para los autores latinoamericanos. Pero, ¿por qué “deseable”?
Estos autores estaban escondidos en las sombras, sin regulaciones literarias, perfeccionando su oficio y preparándose para el momento en que pudieran mostrar al mundo lo que su continente podía hacer. Lo que alguna vez fue una tierra llena de literatura desconocida y olvidada, ahora es un gigante irrefutable y poderoso en la materia. América Latina sufrió durante décadas de una gran subestimación.
Una que funcionó como un encendedor para la ardiente llama literaria que paralizó al mundo y finalmente levantó luz sobre Latinoamérica, una región ahogada en el olvido.