Este evento que se vio fundamentalmente desde América, empezó sobre la medianoche de este viernes 14 de marzo y llegó a su máximo sobre las 3 de la mañana,...
- 11/06/2009 02:00
- 11/06/2009 02:00
D ar por hecho. Asumir. Acostumbrarse. Crasos errores que se convierten en excusa inaceptable ante seres mal educados, descorteses o simplemente poco delicados. Ver a la misma gente todos los días no significa dejar de saludarla cada vez.
En Panamá, cuando alguno de nosotros se descuida y comete este error, no falta quien nos diga en tono irónico: ”?oye?que yo no dormí contigo?”. Tener camaradería con los compañeros de colegio, trabajo, miembros de la familia, etc., ser mayores que los demás o tener más antigüedad o jerarquía?nada de esto excusa que no pidamos ‘Por favor’ las cosas y demos las ‘Gracias’ al cumplírsenos. Jamás en mi vida he respetado o visto que se respete a alguien por ser maleducado o exigir las cosas sin cortesía. Muchas veces he visto y me han contado de seres excepcionales en los distintos escalafones de la sociedad laboral que, pudiendo ahorrarse esas palabras y obtener lo que ordenan, eligen pedirlo de buenas maneras, con respeto y consideración.
Qué belleza. Cuando mi jefe me pide por favor me siento valiosa y tomada en cuenta. Cuando mi madre me da las gracias por traerle un vaso de agua, me siento profundamente civilizada. Cuando miro a los ojos al portero del banco y le doy los buenos días, me siento parte de una sociedad que avanza en el camino correcto, para variar.
Una de las situaciones de más incomodidad y donde veo una falta de respeto inconcebible es en algunas abarroterías manejadas por inmigrantes chinos en Panamá. Es difícil saber qué fue primero: si los clientes o los tenderos. Veo llegar a jóvenes y adultos que gritan “ey, china, dame un paquete de Kool”, ella se lo da y ellos no dicen ni gracias ni adiós, ni nada. La señora, muy probablemente nacida en China, tiene un nombre que ese cliente ignora o decide ignorar, y en todo caso, es una señora. Un minuto después sigo yo en la fila, digo “Hola”. Sin respuesta. Pido lo que necesito. Doy el dinero y me tiran el vuelto en la mesada en vez de dármelo en la mano. A esas alturas ya no quiero ni decir gracias o hasta luego, sólo irme.
Recuerdo épocas en que me quedaba trabajando hasta tarde en la oficina, y algunos compañeros se asomaban a mi oficina y se despedían deseándome un lindo final de tarde o buenas noches. Qué lindo sentirse tomado en cuenta.
Ser tratados con cortesía nos hace sentir muy bien. Tratar a los demás con cortesía nos hace sentir gente.