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- 26/11/2008 01:00
Una extranjera, Julia Ragayev, ingeniera fallecida en un atentado suicida en el mercado de Jerusalén, trabajaba como empleada de limpieza en una gran panificadora de Jerusalén. Su cuerpo quedó por 10 días sin reclamar en un depósito de cadáveres vinculado a la escuela médica universitaria.
El director de recursos humanos queda encargado de averiguar al respecto, luego de un artículo que salió en un pequeño periódico acusando de falta de humanidad, por la difunta, a los dueños de la fábrica de pan. El periodista tildado de víbora acusa a la empresa, el dueño decide hacer algo al respecto. Como ya es mayor y muy rico, quiere recompensar la familia.
Descubren que el supervisor se había enamorado de Julia que era muy hermosa. Ya que se trataba de una mujer sola, surge la tentación de controlar y compadecerse de su empleada. Nunca ocurrió nada físico entre ambos, pero fue necesario alejarla de allí, su presencia lo perturbaba.
Existía una fuerte atracción entre ellos, además había algo en ella que lo impresionaba. Confiesa abiertamente su especial fascinación. No solamente le atraía su belleza y camaradería, sino el hecho de que ella siempre sonreía. Su encanto, su cariñosa sonrisa le habían cautivado, era un amor pasivo sin finalidad alguna, pero amor al fin y al cabo.
El supervisor tenía una familia, era abuelo de tres nietos. Ella no tenía interés de buscar marido ni amante, tan sólo buscaba alguien de Jerusalén que le diera cobijo de manera sosegada y amable. Y él de repente comprendió que aquella mujer extranjera suponía un peligro, pues su soledad le arrastraba no solamente a tener fantasías sino a querer materializarlas. Por eso tomó la decisión de alejarla de él, sin renunciar a ella y la convenció de que buscase un empleo más adecuado para su formación.
No obstante mantuvo su puesto en la empresa para que pudiera volver en caso de no encontrar un trabajo mayor o que su ausencia se le tornara insoportable. Porque el verdadero amor exige mantenerse distante de la persona amada. Pues la auténtica pasión por lo bello es un deseo que nunca llega a materializarse. Y por eso el verdadero amor siempre se halla en una situación oscilante, de grandes desequilibrios, capaz de llevar al ser humano a realizar actos vergonzosos.
Ahora el director de recursos humanos se pone a temblar como si ella, casi 10 años mayor que él, pudiera tentarle desde la tumba. El director queda comisionado a cubrir este caso, investigar todo lo relacionado, identificar el cadáver e ir a la residencia de la mujer en una barraca.
Su jefe le encarga llevar el cadáver al país de origen. El anciano jefe le autoriza gastar el dinero necesario en la misión oficial, no acepta que le acusen de falta de humanidad. Le da una tarjeta de crédito sin límites y un teléfono celular.
Al llegar a la aldea, La madre de Julia aparece vestida de monja, se niega a enterrar a su hija y exige la lleven de regreso a Jerusalén donde debe ser enterrada en Tierra Santa junto a su nieto. La anciana mantiene su posición y el director de recursos humanos se compromete en llevarlos.