Juan Carlos Marcos, un artista que marcó la plástica en Panamá

Actualizado
  • 08/02/2023 00:00
Creado
  • 08/02/2023 00:00
La vida y obra del pintor argentino radicado en Panamá muestran el desarrollo artístico de un profesional con una fascinante historia personal, y un gran legado cultural para el país
El artista plástico tenía más de 30 años de vivir en Panamá.

Aunque era oriundo de Aldo Bonzi, una ciudad en la periferia de Buenos Aires, Argentina, Juan Carlos Marcos, también se consideraba un panameño más, pues tenía más de 40 años de residir en el país. Su vida y obra dejan ver el desarrollo artístico de un pintor con una fascinante historia personal y un gran legado cultural para el istmo, tras su fallecimiento el pasado 6 de enero, a los 91 años de edad.

Además de artista plástico, Marcos también fue publicista y escultor. Fue un hombre que rompió con las tradiciones de su ambiente y las expectativas de su crianza, siguiendo un rumbo inquieto que lo llevó a vivir y pintar desde muy joven en Francia, España, Chile, Argentina y Panamá, suelo canalero al que llegó en 1965 para presentar una exposición en el Instituto Panameño de Arte.

“Trabajo para mí, no para la humanidad, ni por dinero, ni por fama”, afirmó una entrevista que le realizó la revista panameña En Exclusiva. “No me considero un aventurero, aunque mi vida así podría indicarlo, simplemente me ha tocado estar en el momento adecuado en el sitio inadecuado”, remarcó.

Después de recorrer el mundo, el artista adoptó a Panamá como su patria, ya que fue aquí donde se radicó y siguió con su profesión como pintor, algo que lo atrapó desde muy joven.

Las obras de Marcos eran muy versátiles.

“Soy panameño, tengo cédula y me gusta Panamá, aquí tengo muchos amigos, buenos amigos”, mencionó Marcos a la revista en la misma entrevista.

Cada uno de los lugares en los cuales vivió, las amistades que formó, y los amores que disfrutó y sufrió, contribuyeron de manera importante a darle sentido a su trabajo como artista.

Entre esas amistades destacan el maestro de la plástica, Aristides Ureña Ramos, quien lo considera como un “artista meteorito”, es decir, que a veces sus obras eran identificables.

“Sus pinturas de repente parecían de tipo neoclásico, impresionista y expresionista, pero al mismo tiempo no lo eran. Esa particularidad que tienen los artistas como Marcos, son difíciles de identificar. Fue un hombre con una patria muy marcada por el arte, además de una figura enigmática y que Panamá contó con el privilegio de tenerlo hasta su último día”, declaró Ureña a La Estrella de Panamá.

Algo que también lo caracterizó fue la destreza con la escultura.

Ureña conoció a Marcos durante una visita a Panamá para una exposición, sin embargo, también coincidieron en Florencia, Italia, por segunda vez hasta estrechar lazos de amistad con los años.

“Él fue a estudiar el maquiavelismo, algo que en pintura es como una especie de impresionismo florentino muy particular. Marcos trabajaba de manera parsimoniosa (pausado, deliberado, minucioso) en sus obras, porque era parte de su carácter”, reconoció.

Además, era una persona muy reflexiva y dedicada a la estética. En cada pincelada retrataba el arte florentino, “porque la belleza que plasma esta ciudad italiana inspira y para él (Marcos), este era uno de sus lugares favoritos, sobre todo porque allí vivió por varios años”.

No por nada a Florencia la llaman la cuna del arte y la ciudad del Renacimiento hasta hoy. “Es el lugar ideal para los artistas porque en cada rincón uno se siente atrapado por la belleza que muestra su increíble legado artístico en plazas y palacios, mencionó”.

En su residencia, ubicada en El Valle, reposaba su taller de escultura.

Para Ureña las obras de Marcos eran “exquisitamente hermosas”.

“En un paisaje casi borroso, donde las manchas delineaban todas las superficies de los cielos y las casas que él pintaba había una luz muy particular que a él le gustaba mucho y que recordaba mucho cómo era El Valle de Antón en Coclé, sitio donde vivió hasta sus últimos días”.

Igualmente lo era Boquete en Chiriquí. Marcos siempre hacía referencia a las Tierras Altas de Panamá porque allí encontraba esa luz, que consideraba que era muy similar a la de Florencia y por eso la representaba muy bien en sus cuadros, resaltó Ureña.

Isabel Burgos, directora nacional de las Artes del Ministerio de Cultura (Micultura), añadió que tuvo la suerte de visitar al artista Juan Carlos Marcos en su casa de El Valle de Antón el año pasado, cuando la entidad gubernamental le hizo un reconocimiento por su larga y fructífera carrera como artista plástico.

“Juan Carlos fue un hombre extraordinario, que escogió Panamá como su hogar, valiente e indagador en su arte. Maestro de maestros”, declaró.

Recordó que Marcos llegó a Panamá por medio de dos importantes artistas plásticos, Guillermo Trujillo (1927- 2018) y Alberto 'Pimpito' Dutary (1928 - 1997) y presentó su primera exposición en el antiguo Instituto Panameño de Arte (hoy MAC) donde fue recibido con júbilo e interés, siendo esta casa uno de los lugares en el cual se han exhibido parte de sus trabajos.

“El reconocimiento se le otorgó a la edad de 91 años en su residencia en El Valle de Antón, sitio donde también tenía su taller de escultura, en donde creó grandes obras”, dijo.

Otra de las cosas que Marcos pudo apreciar en vida fue el libro: La vida y obra de Juan Carlos Marcos, de Mónica Kupfer, que ofrece una visión biográfica y estilística detallada del artista plástico, quien consideraba que la base del éxito era lograr lo que uno se proponía.

A través del recuento histórico, la autora ubica su obra en el contexto de la época y el entorno geográfico, analizando tanto su maestría técnica como su significado subjetivo y social, en un estudio que constituye un eslabón valioso dentro de la historia del arte contemporáneo de América Latina, y muy especialmente de Panamá.

Desde la plataforma digital especializada en arte, Panamá Plástica, compartieron: “Después de conocer a Juan Carlos en su casa y conversar con él (por no sé cuánto tiempo), mal podría yo presumir de escribir, como si conociera a esta persona cuya historia puedes saber, pero nada se compara a escucharla narrada por él, con su acento argentino que muestra dejos de una mezcla con el panameño, producto de los años que ha vivido en este país que escogió (más de una vez) para echar sus raíces”.

“Marcos, un argentino que nace en un hogar de inmigrantes españoles, donde creció y, como todo buen soñador, se imaginó aventuras que inequívocamente lo llevarían muy lejos”, detalla el post.

“Poco podría predecir este muchacho con ganas de estudiar arte y embarcado con un natural desarraigo, en el 'Monte Urbasa', rumbo a Europa que, eventualmente, la vida lo llevaría a vivir en ciudades tan vibrantes como París, Madrid, Roma o Florencia. Pero es en España donde conoce en persona las obras de su sempiterno admirado Diego Velásquez, pero también a dos artistas de Panamá que, inadvertidamente, cambiarían su vida Guillermo Trujillo y Pimpito Dutary”.

Para Reinier Rodríguez, curador de arte y quien también conoció al artista, tanto en el arte como en la publicidad, Juan Carlos Marcos fue uno de los más destacados creadores de su generación.

Con su obra figurativa, académica y en algunos casos hiperrealista, “demostró que se puede ser contemporáneo utilizando medios y técnicas tradicionales. En sus lienzos se hace evidente que un buen tema y una aproximación crítica pueden lograrse desde la más pura figuración y recurriendo al oficio de artista de manera extraordinaria”, dijo a La Estrella de Panamá.

Uno de los ejemplos más paradigmáticos de su trabajo fue una serie de más de 20 pinturas hiperrealistas de 120 x 120 centímetros de 1991, que genéricamente recordamos como 'Altar de luz', “en la cual progresivamente los títulos de las obras aluden a que los objetos representados en cada una, se van superponiendo sobre las anteriores”, resaltó Rodríguez.

“En esta secuencia, queda clara su intención de acercar el arte pictórico al concepto del tiempo, como si de una animación se tratara, pero al final construía una colección completa de obras independientes. Aunque le conocí poco, me correspondió en 2005 participar en la presentación de esa magnífica biografía que le escribió Mónica Kupfer. Era un personaje jovial, con un ingenio y un humor insuperables”, destacó Rodríguez.

De esta manera muchos amigos y conocidos recuerdan al publicista argentino, pero también a un gran pintor y escultor a tiempo completo, siendo estas dos últimas profesiones las que lo acompañaron hasta el último día de su vida.

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