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- 02/11/2025 00:00
Centroamérica Cuenta regresará a Panamá del 18 al 23 de mayo de 2026. Para que los istmeños vayamos calentando los motores de la curiosidad lectora, este festival literario organiza cada mes un conversatorio digital con autores y autoras que nos visitarán.
El primer encuentro electrónico fue con el escritor peruano Santiago Roncagliolo (Lima, 1975).
Como el espacio de este diálogo se hizo de la mano de la tecnología el narrador aprovechó para resaltar que muy al inicio de su carrera tenía el purito de buscarse en el océano insondable de la web, pero más pronto que tarde decidió no saber quién o qué se publica en torno a él. “Trato mantener la cordura y para mantener una idea honesta sobre mí mismo no quiero ser muy consciente de lo que sale”.
Lo que de verdad le atrae son los temas incómodos y que por motivos variopintos más de uno prefiere ser indiferente.
Aunque lo que más conoce es su Perú natal, tiene la hipótesis de que en América Latina somos especialistas en enojarnos si alguien pone los puntos sobre las íes. “Preferimos que esa persona que cuestiona se calle. En distintos grados todas las sociedades son así y todas se basan en silencios”.
Y justamente le interesa escribir novelas, cuentos y guiones sobre aquello que no se puede mencionar. “Quiero rasgar esos silencios, hablar de lo perturbador, de lo inquietante”.
Lo aduce a que creció en una sociedad peruana a la que define como “muy violenta” a causa principalmente por las acciones de la organización armada Sendero Luminoso, que causó terror en el país sureño entre las décadas de 1980 y 1990. “Todo habría sido menos violento si hubiésemos sido capaces de decir qué pasaba. En mis libros pasan cosas terribles que nadie se atreve a hacer explícitas”.
Lo suyo es combinar en sus obras el thriller con el suspenso más la crítica social y el policíaco. Esto queda demostrado, por ejemplo, en “Abril Rojo” (Premio Alfaguara de Novela 2006), que se desarrolla durante la guerra sin cuartel del presidente Alberto Fujimori contra Sendero Luminoso.
“Son novelas que denuncian lo que llamamos monstruos, y no lo son porque hayan venido de otro planeta, son los monstruos que crea nuestra sociedad. Nuestras inacciones los genera. En mis libros busco la humanidad de esos monstruos y mostrar cómo los terroristas, los abusadores, las brujas y los inquisidores no son muy diferentes de ti o de mí. Si nosotros hubiésemos vivido sus vidas, a lo mejor habríamos hecho esto o lo otro”, plantea.
La versatilidad de este contador de historias, como le gusta definirse, queda en evidencia con “El año en que nació el demonio”, un título que pertenece a la literatura histórica y que ocurre en el Virreinato del Perú en 1623.
Si usted se inclina por algo más íntimo, quizás le interese su primera novela: “Pudor” (sobre una familia sometida a los deseos y secretos). O bien apuntarse a sus ficciones policiales “Abril Rojo” y “La Pena Máxima” (un cóctel entre el fútbol, la política y la corrupción).
En sus novelas se observa el mundo a través de los ojos de un asesino o un abusador. “No hay respuestas ciertas. Lo importante es que todos seamos capaces de discutir, conversar y ponernos de acuerdo para vivir juntos. Las narraciones permiten entender mejor esa complejidad humana”.
Piensa que la literatura es provechosa cuando hace a la gente pensar, a que vean la realidad desde otro punto de vista. “La literatura te saca de tu realidad para vivir otras vidas, quizás más intensas y más emocionantes que la tuya. Pero luego te devuelve a la realidad mejor equipado para vivirla con más reflexión y con una mirada más amplia porque has visitado otros lugares, has conocido otras personas y has visto otras maneras de entender las cosas”.
En ese sentido, la imaginación literaria te enseña a vivir en un mundo heterogéneo. “Nos cuesta entender a gente que piensa diferente a nosotros. Vivimos en una sociedad donde hay gente que piensa que los que no piensan como uno deben ser silenciados, cuando no, aniquilados”.
“La narrativa nos enseña algo que es un principio democrático: que la gente que no piensa como tú, también es gente. Te brinda la capacidad de ponerte en su lugar y de pensar como ellos, aunque incluso estén equivocados, aunque no hagan cosas que se deban hacer. La literatura es algo que nos ayuda a todos a poder convivir, a comprendernos y a no tener que recurrir a una violencia que cada vez está más presente en todas partes, no solo en América Latina”.
El meollo, anota Santiago Roncagliolo, es que la realidad no siempre la conocemos entera. “Por eso es que existe la ficción. No siempre podemos tener todas las miradas que harían falta para entender y no siempre las fuentes de información nos dicen la verdad. Y no siempre es posible llegar a todas las fuentes, y no siempre es posible saber todo lo que hay que saber. Por eso hacemos ficción”.
La ficción permite la libertad de llenar los vacíos y rellenar los huecos, comenta. “Nos permite tener una idea de lo que somos, de cómo actuamos y cuáles son nuestras motivaciones. Y tenemos libertad total porque son mentiras. Entonces, la libertad es máxima. La libertad de una novela llega hasta donde llegue la imaginación del autor”.
La narrativa que procura ejercer es aquella que sea entretenida y que impulse al lector a ver qué pasa en la siguiente página. “Que te atrape y te agarre por el pescuezo”.
Centroamérica Cuenta y Santiago Roncagliolo se han convertido con los años en viejos compañeros. “Este festival fue fundado por Sergio Ramírez, un autor que admiro como escritor y admiro como ser humano. Es un autor que siempre ha creído en las cosas que hace y se le ha jugado y muchas veces ha perdido por apostar por las cosas en que cree. El simple hecho de formar parte de esto, a mí me hace sentir más útil de lo que soy, me hace sentir que tengo algo que ver con gente muy valiente que hace un trabajo muy importante”.
Centroamérica Cuenta y Roncagliolo tienen un objetivo en común: “hacer visibles cosas que la gente considera periféricas, pero que a lo mejor están más conectadas de lo que se cree”.
Le hace feliz regresar a Panamá en el 2026 porque será la ocasión de abrazar a buenos amigos. “Es un lugar muy interesante dentro de Centroamérica y es la conexión con Sudamérica, y tú puedes sentir eso. Es un lugar pequeño, pero muy cosmopolita”.