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¿Cómo llegamos a esto?
- 08/04/2022 00:00
- 08/04/2022 00:00
En los últimos 12 meses el escenario laboral panameño ha estado constantemente en modo de crisis en lo relativo a conflictos colectivos, negociaciones de convenios colectivos, huelga, desempleo y a la desigualdad de oportunidades tanto laborales como de ingresos.
A. Abril 8 de 2021 se declaró una huelga en el puerto de Manzanillo (MIT) que es el puerto más grande de Panamá en el Caribe. Posterior al acuerdo que suspendió la declaratoria, se volvió a declarar otra huelga el 9 de julio de 2021, pero esta no fue legal.
B. Del 25 de junio al 2 de julio de 2021 hubo una huelga de siete días en la empresa Estrella Azul donde se perdieron alrededor de 125.000 litros de leche por día de huelga.
C. Del 12 al 14 de enero 2022 ocurrió una huelga de tres días en la empresa Chiquita Panamá LLC, mayor exportador de banano de Panamá. Esta fue la segunda huelga de esta empresa en el periodo 2021-2022; la anterior huelga de 16 días fue en abril de 2021.
D. Para el 12 de febrero de 2022 se declaró una huelga en la empresa DHL Aero Expresso. El conflicto fue sometido a arbitraje.
E. Del 9 al 18 de marzo de 2022 se dio una huelga de nueve días en Bimbo Panamá, empresa que mantenía el 80% del mercado de pan, un artículo de primera necesidad.
F. Para el 25 de marzo 2022 se declaró una huelga en la empresa Copa Airlines, aerolínea No.1 del país y de la región. Esta huelga no se llevó a cabo gracias a un acuerdo entre las partes.
G. Para el 4 de abril de 2022 el Sindicato Único Nacional de Trabajadores de la Industria de la Construcción y Similares (Suntracs) declaró una huelga en la totalidad del sector de la construcción, y fue evitada porque se llegó a un acuerdo con la Capac.
Esta situación obedece principalmente a tres factores correlacionados:
Un Código de Trabajo (1971) que cuenta con más de 50 años de antigüedad, el cual no se ajusta a la realidad laboral del país.
Panamá tiene una serie de derechos y beneficios laborales envidiables, la problemática está en que el manejo de las relaciones laborales está basado en un sistema conflictivo que busca enfrentar a las partes hasta llegar a un acuerdo, sea a la fuerza o por cansancio.
Las organizaciones sociales, mejor conocidas como sindicatos, han proliferado de tal forma que no es posible lograr una unidad obrera en las industrias salvo excepciones como el Suntracs, que sí reunió a la mayoría de la clase obrera de la construcción y negocia con la cámara de la industria.
Adicionalmente no cuentan con la supervisión y asesoría que debe proveer el Estado panameño.
Es claro en el lenguaje utilizado por los diferentes actores del sector laboral, que la confianza en las instituciones de gobierno ha disminuido.
En el ámbito laboral hemos llegado a un punto donde solo existen dos bandos, empresarios y obreros, en el cual la única forma de avanzar es someter las diferencias a una amenaza de huelga, ya que no se confía en los mecanismos alternos de resolución de conflictos, como son el arbitraje o la mediación.
La participación del Estado es netamente política y no obedece a data real.
Todos estos conflictos tienen en común que el proceso de “negociación” es llevado de una forma poco productiva y altamente conflictiva, donde se obliga a las partes a permanecer en largas reuniones sin avance; falta de información relevante que ayude a las partes a lograr entendimientos; donde no se permite la transparencia de información a todos los afectados y falta de controles administrativos donde pocas personas pueden –sin el consentimiento real de la mayoría– llevar el proceso a un conflicto de huelga.
Las consecuencias económicas y sociales de resolver las diferencias laborales a punta de huelga, paros y cierres de calle son nefastas para la reactivación económica, la búsqueda de inversión extranjera y frenan la productividad del país, dándole menos opciones de mejoras sustanciales a la calidad de vida de sus ciudadanos.
A nivel de país, comunidad y sociedad estamos tan interconectados, que el conflicto de cualquier organización social contra su empresa que termine en huelga afecta enormemente al resto de la sociedad.
Si a estas disputas le sumamos la otra serie de conflictos sociales nacionales, estamos frente a la posibilidad real de un estallido social.
El peor riesgo de un estallido social es que la mayoría de la población trabajadora afectada por descontento y desinformación se voltea hacia un sistema de gobierno fallido, autoritario y populista parecido a los que han proliferado en la región en los últimos años.