Así lo confirmó el viceminsitro de Finanzas, Fausto Fernández, a La Estrella de Panamá
- 28/03/2021 00:00

Cuando los primeros vecinos se mudaron a la recién estrenada urbanización, por el año 1948, no era raro encontrarse con una vaca asomada a alguna de las ventanas o pastando en el patio. Miraflores, la barriada del maestro, un logro de Magisterio Panameño Unido, liderado por la maestra Sara Sotillo, se ubicaba entonces en lo que podía llamarse las afueras de la ciudad, para muchos, en el monte.
Una exuberante naturaleza rodeaba las casas del barrio que empezaba a tomar forma, grandes y frondosos árboles, muchas flores, de allí su nombre, animales domésticos y algunos otros, no tanto. Hoy, en pleno 2021, la barriada, parte del corregimiento de Bethania, con el crecimiento y la expansión de la ciudad ha quedado en todo el centro, rodeada de grandes avenidas y cada vez, con menos espacio en sus calles.
Aún así, todavía se disfruta de algo de brisa —a pesar de la muralla de edificios que cerca la vía Ricardo J, Alfaro— una gran cantidad de aves, anidan en los jardines de las casas, iguanas y ardillas se pasean sin respetar los límites de propiedad y se lucha por mantener el sentido de comunidad.
Parte de la historia de esta barriada quedará plasmada en un mural que cubrirá las principales paredes de la Casa de la Cultura de Miraflores, que lleva el nombre de la maestra Jilma Guevara de Lasso, en el parque Carlos Delvalle, en el centro del barrio.

“Lo medular de esto es que nosotros tratamos de mantener ese orgullo y esa tradición de que somos de Miraflores, de que hemos vivido ya segundas o terceras generaciones. Justamente el artista, Andrés Villarreal es el nieto de una fundadora de esta comunidad. Queremos mantener la tradición y querer nuestro barrio, porque hoy día no se dan estos fenómenos, hoy día las urbanizaciones son diferentes”, comenta Pedro Acosta Isturain, vecino de Miraflores.
El proyecto de este mural tenía ya varios años de estar en planificación, dice la escritora Consuelo Tomás, parte de la junta directiva de la Asocición Pro Mejoras de Miraflores. “originalmente habíamos conversado con Martanoemí Noriega, que es una gran muralista panameña, pero ella, por compromisos previos no pudo asumirlo y ella misma nos dijo, 'pero si ustedes tienen a Andrés Villarreal, trabajen con él porque es un muchacho serio, responsable y es buen artista' así lo recomendó”, recuerda Tomás.

El proyecto, cuenta Tomás, parte también de un movimiento de urbanismo emergente que pasa por dejar huellas artísticas. “En el caso de Miraflores esta casa fue hecha con la intención de que en este barrio y los aledaños hubiera un espacio para la cultura, la educación, el arte y bueno, lo que más habla de eso es lo gráfico, lo que se ve”, reconoce.
“Estamos muy contentos de que [Andrés] nos haya seguido la cuerda y hayamos podido empezar con esta intervención, que está en proceso. Esperamos que para las próximas generaciones, porque nosotros vamos ya de salida, vean que aquí había gente interesada en que haya alegría y que haya vistosidad. Siempre habíamos visto la casa muy triste, como dicen, desangelada, mientras en otros barrios, incluso más chicos tienen sus planteamientos. Nosotros tendremos el nuestro, no importa qué pase después, dejamos esto comu una huella”, asegura.

“Nosotros no podemos aportar grandes cosas para que queden grandes monumentos, pero sí plasmar dentro de una pintura, de un joven talentoso que nació aquí, su familia es de aquí, que quede plasmada nuestra historia. Estamos sumamente complacidos y agradecidos y esperamos que los vecinos, la gente del barrio venga a pintar para poner algo de sí mismos en estas imágenes”, apunta Nereida Ying, también de la junta directiva de Pro Mejoras.
Estando en marcha el proceso llegó la pandemia, poniéndolo en pausa hasta inicios de este año, cuando se reanudaron las conversaciones entre Villarreal y Analina Giraldez, presidenta de Pro Mejoras de Miraflores y el proyecto empezó a tomar forma.
“Un día, ya acabádose el 2020 me dijo, Andy, el proyecto del mural está pendiente, Marta no va a poder venir, así que queremos hacerlo contigo”. Relata Villarreal. El artista inmediatamente empezó a trabajar en bocetos que fueron presentados a la directiva de la asociación y a los que se le fueron adecuando elementos. Así, se fue armando una historia gráfica que se inicia en una pared lateral de la casa cultural y abarca toda la pared del frente.

El mural se divide en tres partes principales. “La pared lateral representa la riqueza natural que tenemos en el barrio y que es visible, la podemos apreciar en nuestro día a día, en nuestros patios, en el parque, en cualquier lugar. Un papo rojo representa la flora, mientras que la fauna está representada por una enorme iguana y algunas aves. “Quería darle ese protagonismo a la naturaleza que ha resistido la urbanización a través de las décadas”, sostiene el artista.
Al llegar a la pared principal nos encontramos con un retrato de la maestra Sara Sotillo, “fundadora y cabeza del proyecto de Miraflores, barrio en el que yo nací en el que mi familia ha vivido toda su vida, la idea era darle ese protagonismo a ella misma como precursora e impulsadora, responsable de que todo esto exista hoy para que nosotros pudieramos disfrutarlo”, comenta.

Al lado del rostro de la educadora “aparece un gran libro del que salen muchas expresiones del conocimiento humano como la ciencia, la tecnología, la música, todo aquello que emerge de esa labor de impartir una clase, de transmitir conocimiento a otras personas”, se explaya. Un átomo, una cadena de doble hélice de adn, moléculas de agua y una trompeta de la cual salen notas musicales son parte de esa carga de conocimientos que deja salir el libro.
La tercera parte del mural, que todavía no se ha completado, muestra al realidad del barrio e la actualidad. “Crecimiento irracional, industrialización desmedida, ruido excesivo, acumulación de desechos, todo eso contado de una manera visual, como una alegoría de lo que uno puede percibir. Pienso que eso debe formar parte del mural porque este debe comunicar también los problemas que aquejan a la comunidad”, asegura el artista.

“Me siento muy feliz, muy contento de participar en este proyecto. Cuando me contactaron sentí ese reconocimiento que hacían a mi trabajo y esa alegría de ser parte de algo cultural en el barrio, que es muy necesario, no solo en Miraflores sino en el país entero. Es una chispa que lucha por encenderse pero que no termina de hacerlo”, admite. Para el muralista estos proyectos son “parte de expresión cultural, expresión artística y eso le da al barrio otra mirada, no solo por parte de los moradores sino de los visitantes también”, dice, “Ser parte del proyecto me causa una gran alegría, estoy muy contento, muy agradecido también, con la directiva por creer en mi trabajo y apoyar siempre el arte”, agrega.
La intención de Pro Mejoras, de acuerdo con Acosta, es potenciar todo lo cultural. “Esta es La Casa de la Cultura. Por eso se quiere mantener como un oasis en el distrito capital. No todos los barrios cuentan con instalaciones como estas. Nosotros sabemos que hay mucha presión aquí de apoderarse del mínimo metro cuadrado que tiene esta instalación, este espacio público que está aquí desde cuando se construyó la barriada”, sostiene.

Hace solo un par de años la comunidad alertó a los medios de comunicación las intenciones de privados de hacerse de terrenos públicos aledaños al parque, so pretexto de que no estaban registrados en el Municipio de Panamá. Aunque la amenaza no se ha hecho realidad, los vecinos reconocen que hay que estar vigilantes.
Por otra parte, estas iniciativas pretenden también vincular la comunidad al movimiento que presiona por que se cumpla la ley de descentralización. “Estamos colaborando con la ciudadanía de Bethania, porque ha habido abusos, se plantean proyectos que no son solicitados por las comunidades, entonces estamos tratando de vincularnos, incluso personas que no forman parte de la junta directiva, porque si no lo hacemos nos va a pasar por encima todas las decisiones que se tomen a nombre nuestro sin que hayamos votado allí”, advierte Consuelo Tomás.

Parte de los objetivos de la asociación de vecinos es esta, así como colaborar con la seguridad ciudadana. El crecimiento de la ciudad y el hecho de qua por su ubicación, el barrio se ha convertido en un conveniente atajo entre grandes avenidas como la Transístmica y la Ricardo J. Alfarao, ha hecho que el barrio se haga vulnerable. “Habitantes han sido víctimas de ataques, de robos, asaltos. No queremos vivir encerrados, cercados, con miedo, queremos que la gente pueda fluir pero tomando las precauciones y trabajando con las autoridades”, insiste.
De estar en “el monte”, hemos quedado en un área muy vistosa, cercana a las universidades. Queremos conservar esa perspectiva, poder decir que esta es una urbanización, queremos que los de Miraflores y la gente que conoce a los de Miraflores, nuestros amigos, vean lo que Miraflores ha producido en cuanto a la cultura, educción, entusiasmo, porque Panamá está carente de alegría, de entusiasmo y estas paredes lo van a expresar”, recalca Ying. “Nos sentimos muy contentos y ojalá el 17 de julio, para el aniversario de nuestra barriada nos podamos reunir [dependerá del estado de la pandemia] para ver este trabajo ya terminado”, agrega.
Lo que buscamos con este mural es hacer algo tangible ; lo intangible no se ve y toma más tiempo, y más paciencia. Lo tangible se ve, te tomas una foto, dejas una huella”, comenta Tomás.
El barrio no es ajeno a las problemáticas que sufre la ciudad de Panamá. “Tenemos problemas de tránsito que se ha tornado muy pesado y eso genera problemas de contaminación, sobre todo por los motores diesel.
Supuestamente se prohíbe el tránsito de equipo pesado por el área pero igualmente el gobierno no tiene donde desalojarlo”., admite Jaime Vergara, residente de Miraflores. Con la construcción de las nuevas líneas del Metro de Panamá, se plantea un cambio en la circulación vehicular, pero todavía es muy temprano para saber qué tanto de esto se cumplirá.
Pero la mayor preocupación e los vecinos es el cambio de zonificación que se ha establecido en algunos lotes – ya no por sector- y que amenazan con hacer crecer algunos edificios de tres plantas, como está estipulado en la codificación habitacional de baja densidad, a una mayor que permite edificios hasta de 10 pisos.
Además de los problemas de circulación e infraestructuras que esto acarreará, “se perderá la característica del barrio no solo por el físico sino porque a pesar de que en estos condominios viva mucha gente, pocos se conocen y se comunican. No se identifican con la comunidad”, argumenta Vergara.
Mientras, en Miraflores se llevan a cabo, al menos dos veces al año, convivios en los que participan los vecinos actuales e incluso algunos que han cambiado de residencia pero que siguen siendo igual de cercanos. “Pocas urbanizaciones tienen esa iniciativa, esa hermandad. En este barrio y desde el inicio se han realizado actividades deportivas y sociales que son una tradición. Todavía las hacemos y esperamos poder seguir haciéndolas porque son un legado de nuestras madres que fueron educadoras”, declara Edwin Hernandez, vecino de Miraflores.
Con las complicaciones del trabajo y el transporte, además del creciente individualismo, la vida de barrio es algo que no muchos disfrutan. “Ojalá podamos mantenernos como estamos, aunque no es fácil porque el dinero manda y las cosas que queremos habrá que lucharlas con fuerza y debemos empezar con la descentralización que lo que está tratando de hacer es que los propios habitantes nos comprometamos por nuestras cosas y vigilemos la actuación de los gobiernos. Ahora hay una presión ciudadana de whatsapp, pero hay poca presión ciudadana real”, lamenta.
Hacer comunidad no es sencillo y se requiere del trabajo y el apoyo de muchas personas, sin embargo, la recompensa es grande.
Del hospital donde nació, Andrés Villarreal se dirigió a la casa que inicialmente fue de su abuela y donde sus padres formaron un hogar en Miraflores. “Toda la vida, los 34 años que tengo, he vivido en la misma casa. Mi abuela, la madre de mi papá, Ana viuda de Moreno, fue una de las fundadoras del barrio y trabajó codo a codo con la Srta. Sara Sotillo, fue parte de Magisterio Panameño Unido y me acompañó hasta que tuve nueve años de edad, cuando falleció. Siempre estuvo allí, nos crió cuando mi mamá y mi papá estaban trabajando, hacía las tareas con nosotros, nos daba clases, ayudaba con todas las cosas, nos cuidaba. Mi tío el hermano de mi mamá fue criado por tía Yiya ,que vivía en la loma; al final, todos éramos cuidados por alguna maestra del barrio, así crecimos”, relata.
Andrés estudió muralismo en el 2016 en Centro Cultural Alfonsina Storni en Buenos Aires con la profesora Brenda Cap. Estuvo a cargo de lescenografía y ambientación de la 7ma edición del Festival de Cine Pobre Panalandia en el 2020 en Penonomé, Coclé, en el Museo Hermanos Arias Madrid.