Aquí nací y moriré

Actualizado
  • 03/02/2018 01:01
Creado
  • 03/02/2018 01:01
Del libro homónimo publicado por La Rama Dorada Ediciones (2015). Para Helena, Ethielt Ethielín e Ivana.

Del libro homónimo publicado por La Rama Dorada Ediciones (2015)

Para Helena, Ethielt Ethielín e Ivana.

Aquí nací,

En un diminuto grano de sal

Que flotó a la deriva

Y se aposentó

En la placenta aguamarina

De mi madre.

Ella nació de la abuela

Quien, a su vez, fue

Hecha de la piel escamada

De aquellos que vinieron desde las aldeas distantes

En las costas de África.

Aquí crecí,

En el estallar de las olas contra las rocas

Y los deshechos de las playas;

Entre el óxido del hierro

Que hirió la pureza de las finas arenas.

Con maderas añejadas

Hicimos la casa y las cruces,

El muelle de las bienvenidas y de los adioses,

Nuestras canoas

Que nos llevaron tan lejos y perduraron tanto

Como el tiempo transcurrido

Por el joven guerrero que se hizo anciano.

Fui libélula

Y volé entre un majestuoso mar

De mariposas multicolores

Y fue estremecedor el despliegue del carmesí,

Del violeta y el bermejo,

En las orillas virginales de las playas sin daño.

Apiñé los años

Oyendo el latir de corazones engarzados

Que aún retumba en los tambores

Que se descosen y se desguazan;

En las caderas sudorosas

De las madres que se abrieron como flores

Pariendo hijos.

Fue un tiempo muy largo,

Casi la eternidad en salmuera,

Entre la pobreza agridulce de la niñez

Y la longeva concavidad de mis huesos roídos

Por el rumiar de los días;

Por años sin dientes que ya no me mordieron el alma.

Retornaré a la diminuta bahía de la infancia,

A la muralla donde se estrellaba el mar,

A las calles de la ciudad ultramarina

Donde chorrearon amaneceres y atardeceres

En el gris de los aguaceros,

Al charco en la acera

Y a la puerta de madera.

El celeste fue mi vértigo y mi ternura;

Vi transcurrir un tiempo irrepetible,

Con destellos lapislázulis,

Que me colmó de inmensas dichas,

Insoportables pérdidas y devastadoras ausencias.

Caeré lentamente en la refulgencia del agua

Donde nadé dentro del velo de la libertad.

Moriré en la tarde

Sin poder ver la siguiente aurora;

Cuando la pizca de sal

Que fue mi origen se evapore,

Inevitable, solitaria,

Pulverizada en átomos errantes

Y vencida en la luz;

Cuando la última ola que vean mis ojos

Se desparrame en la playa

Y se inicie la resaca

Que me llevará como un tronco maltrecho,

Un caracol partido,

Una espina de pez quebrada,

Una momia húmeda envuelta en harapos de algas,

Sin un alarido, sin una queja,

Con las vísceras hechas añicos

Y el corazón triturado

En una molienda de agua salada

Y tierra dulce.

Naufragará el barco de papel

Que hice de niño y perdí;

Pero no lloraré como entonces,

Seguiré trotando junto con los caballos de mar

En los jardines del agua,

Como la segunda infancia,

Como repasar los años

Y recoger las sueltas alegrías de la inocencia.

Llegarán otros hijos,

Vendrán las madres de otras madres,

Y ésta será también su patria sagrada.

Aquí estará por siempre

El lugar donde nací.

Este delicado hilo de luminiscencia

Que entró a mis pupilas al nacer

Y salió al morir,

En este privilegiado y amoroso

Filamento de tierra,

Entre dos prodigiosos océanos.

BIOGRAFÍA

Manuel Orestes Nieto

Nació en Panamá, en 1951. Licenciado en Filosofía e Historia por la Universidad Santa María la Antigua. Diplomático, director editorial de Udelas.

Premio Nacional de Literatura ‘Ricardo Miró' de poesía en cinco ocasiones: 1972, 1983, 1996, 2002 y 2012. Premio Casa de las Américas 1975 de poesía por ‘Dar la cara'.

Premio Extraordinario de Literatura ‘Pedro Correa', 2000, a la excelencia literaria por el conjunto de su obra publicada. Ostenta la Medalla Gabriela Mistral.

En 2010 recibe el Premio Honorífico José Lezama Lima en poesía, de Casa de las Américas, por su obra reunida de 40 años de sostenida creación poética: ‘El cristal entre la luz'.

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