Los nuevos 'kami'

Actualizado
  • 13/11/2022 00:00
Creado
  • 13/11/2022 00:00
Las representaciones no relacionadas con las creencias religiosas surgieron durante el período Edo (1603-1868) en el pueblo de Shigaraki. Actualmente los nuevos héroes son personajes de la cultura popular a los que se le rinde homenaje y reciben la atención de locales y turistas
Tetsujin

Están por casi todas partes, hechos de bronce, acrílico, fibra de vidrio u otros materiales pintados o con su color natural, inamovibles, a expensas de las inclemencias del tiempo y siempre dispuestos a posar con algún fanático: Son los modernos kami —Deidad de culto en el sintoísmo japonés— para nosotros, la definición de Ed Harrison de “ídolos ociosos” nos parece graciosa.

Un poco de historia
Puerta al futuro de Doraemon.
Kitaro y Nesumi Otoko

La creencia autóctona de Japón es el sintoísmo, un sistema animista naturista que, con la llegada del budismo, se amalgamó dando paso a un nuevo sincretismo en que ambas creencias comparten un mismo espacio.

Como resultado, los kami proliferaron por todas partes. Era común al visitar los templos de inari okami —Deidad con forma de zorro de la fertilidad, las cosechas, el arroz, té y sake— y encontrar representaciones talladas en piedra; en los caminos los dosojin —protectores de viajeros y peregrinos— representados por una pareja en piedra, los jizo —protectores de las almas de los niños y los viajeros— podían encontrarse en las calles o senderos y los chimata-no-kami —protectores de villas contra demonios causantes de epidemias o desastres— en las cercanías de las aldeas.

Diseño de Kitaro en una tapa de alcantarilla

Como lo explican Ed y John Harrison en su libro Idle idol, the Japanese mascot las representaciones no relacionadas con las creencias religiosas surgieron durante el período Edo (1603-1868) en el pueblo de Shigaraki con la producción de grandes cerámicas de tanuki —mapache japonés— que “eran utilizadas como amuletos de buena suerte, a finales del siglo XIX identificaban tiendas que vendían fideos tanuki soba ”. De igual manera surgieron las estatuas de los maneki neko —Gato con una pata levantada— que da la bienvenida en restaurantes y los hotei —Buda sonriente— exportados de China que luego formaron parte de los shichifukujin —siete dioses japoneses de la suerte—.

Mientras que en occidente estos ídolos se limitaron mayormente a las representaciones comerciales como el Coronel Sanders o el payaso Ronald McDonald, en Japón su proliferación fue tan exponencial que muchas marcas tenían un representante. Uno que recordamos de nuestra infancia es el famoso “National Boy” de la Panasonic que aparecía en las cuñas de televisión promocionando sus radios.

Kitaro con medama-oyaji
Tiempos modernos

Del sincretismo religioso surgieron los nuevos héroes, personajes de la cultura popular que tocaron los corazones de cientos de miles de japoneses independientemente de si nacieron como imágenes en papel o animados en televisión. Estos cumplen varias funciones, en primer lugar como la representación física de un personaje que caló en los corazones del pueblo japonés —o en el mundo entero—, como un homenaje a sus creadores Tetsuya Chiba, Osamu Tezuka, Fujiko F. Fujio o Yoshiyuki Tomino entre otros y finalmente como atractivo turístico para nacionales y extranjeros. La puerta de anime de Oizumi es uno famoso, en 1956 el estudio de animación Toei se estableció allí, ahora es la entrada de la estación de trenes y puede disfrutar en sus cercanías de varias estatuas de bronce a escala natural de personajes como Astroboy, Joe Yabuki, Lamu y Maetel. En la azotea del edificio Miyashita hay un parque y La Puerta al futuro de Doraemon, en la que además del gato robot y su dueño —Nobita Nobi— también hay otros de sus personajes como Perman, Obake no Q-Taro y Espa Mami, entre otros.

Portada del libro 'Idle Idol, the Japanese mascot' de Ed y John Harrison

Si prefiere algo más colorido, puede darse una vuelta por el barrio de Chofu, lugar de residencia de Shigeru Mizuki, donde se deleitará con sus personajes, en especial los que aparecieron en su manga convertido en anime “Ge Ge Ge no kitaro”, en la calle Tenjin-dori también hay muchos en diferentes tamaños y si mira al suelo ¡lo sorprenderán con las tapas del alcantarillado!

A gran escala
Gundam en Fukuoka

Los conocedores han admirado las grandes estatuas de Buda y como era lógico, también existen grandes figuras de estos personajes. En la actualidad se pueden ver por lo menos tres estatuas del icónico robot de la serie Gundam, en DiverCity Tokyo, uno movible en la Gundam Factory de Yokohama y el más grande —hasta el momento— en el centro comercial Lalaport de Fukuoka. Si de robots gigantes se trata, para los que como yo disfrutaron del anime, no puede faltar la visita a Kobe para ver a Tetsujin 28 go, o como se le conoció en Panamá, “El hombre de Acero”.

Pero no todos son personajes de anime, tan conocido como el monte Fuji o incluso más, el kaiju —monstruo gigante— sine qua non, Godzilla. Está en todas partes y en todos los tamaños, en el Parque floral de Kurihama hay uno para que los pequeñines puedan entrar por la panza del monstruo y acceder a un tobogán. En la ciudad de Tokyo si se acerca a los cines Toho en Shinjuku podrá verlo asomado detrás del edificio. El moderno “Shin Godzilla” de 2016, está en la plaza de Hibiya. El Parque Nijigen no Mori en la isla de Awaji cuenta con una aventura solo para los más valientes llamada Operación de Intercepción de Godzilla, en que mediante una tirolina, los más aguerridos pueden deslizarse hacia las fauces del monstruo y llevar a cabo sus “misiones especiales”. Por supuesto tanto trajín no puede terminar sin el famoso Godzilla curry, hecho con ajos cultivados en Awaji.

Godzilla en el edificio de los cines Toho.

Actualmente la iconografía japonesa ha evolucionado del animismo a una forma más colorida y moderna, que trabaja para sus intereses, de los antiguos jizo a los robots modernos han creado un vasto mercado turístico que atrae a nacionales y extranjeros, y les aseguramos que sus reinvenciones no dejarán de sorprendernos.

El autor es Doctor en Comunicación Audiovisual y Vicedecano de la Facultad de Arquitectura y Diseño.
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