Omar Jaén Suárez y los Guardia

Actualizado
  • 16/07/2017 02:04
Creado
  • 16/07/2017 02:04
El historiador presentará el  24 de julio la obra ‘Españoles en América, 300 años de los de la Guardia de Panamá y Costa Rica, un estudio de historia social

Omar Jaén Suárez asedia el devenir de una familia nuclear, con un prolífico linaje de origen colonial: los de la Guardia o Guardia.

Diego Félix de la Guardia Benítez Marchena es el pionero de una familia con gran movilidad geográfica y social en una sociedad estamental con rígidas instituciones bajo control eclesiástico. Diego llega al Nuevo Mundo en 1706 y se dirige al Darién selvático e inicia su fortuna trabajando duro en las minas de oro de la mítica región de Cana, luego forma parte de la burguesía tropicalizada de la oligarquía municipal de San Felipe en los intraumuros de la nueva ciudad de Panamá en las faldas del Cerro Ancón.

Los Guardia crean un gigantesco delta que impacta a la comunidad nacional e incluso llegan a Costa Rica con un imaginario individual y colectivo que siembra en los dos países un oleaje de descendientes con un emotivo latido de centenares de seres humanos, son 2,373 en Panamá y 319 en Costa Rica hasta la novena generación contada desde el primero que llegó a nuestra tierra. De contar sus descendientes hasta hoy serían muchos miles más.

Los Guardia crean un rompecabezas genealógico que solo un científico social como lo es Omar Jaén Suárez lo puede armar en la monumental obra: Españoles en América. 300 años de los de la Guardia de Panamá y Costa Rica son dos tomos de 1018 páginas con numerosas ilustraciones, tapa dura e impecable.

Los Guardia ostentan todos los matices raciales y variantes culturales. El mar de pobladores integra una multitud de educadores, ejecutivos, profesionales, burócratas, técnicos, asalariados, microempresarios y hasta delincuentes especializados en saquear los fondos del estado.

La familia de los de la Guardia y luego Guardia se caracterizan por su continuidad y sentido de pertenencia, durante tres siglos la motivación de trascender los lleva a educarse y así ocupan posiciones de relieve en la vida política, financiera, judicial y profesional.

Los Guardia hacen historia al procrear libremente sin frenos sociales ni de sacristía, establecen familias paralelas. El espíritu de grupo los lleva a participar en la república de los primos, así están presentes en todos los gobiernos desde la colonia al devenir republicano.

Los Guardia gozan de una potencia genética que los hace vincularse con otros clanes familiares de la compleja nación panameña; así vemos los Guardia Jaén, Grimaldo, Fábrega, Vieto, Dominichi, Arias, Arrue, Chiari, Paredes, Navarro y muchos más.

Penonomé es uno de sus polos demográficos, tienen personalidad propia y de religiosidad exacerbada. Se hacen sentir en una sociedad de maltrato a los cholos, lo cual dialécticamente crea un líder de la indiada como Victoriano Lorenzo.

Santiago de Veraguas es el otro eje del conservatismo. Sede de una elite hermética de poderosos latifundistas esclavistas y mineros que propician su antípoda: una juventud rebelde como la del Cerro Tute y un mártir contestatario como Héctor Gallegos.

José de Fábrega de las Cuevas, paladín de la ideología conservadora y clerical es el último gobernador hispánico y el primero de Panamá con la independencia de España en 1821. Los Fábrega acogen a los Guardia Arrue que llegan desde Parita, después de la muerte heroica de Santiago de la Guardia Arrue.

El mártir de la legitimidad y líder histórico del siglo XIX don Santiago de la Guardia Arrue muere en 1862 en el combate de Matapalo en el río Chico de Natá en defensa del Convenio de Colón de 1861. Omar Jaén Suárez lo considera el más prominente de los Guardia en el Siglo XIX.

Su hijo Santiago de la Guardia Fábrega honra la ejecutoria de su padre y se destaca en Costa Rica, Panamá y Colombia como un hombre excepcional. A su vez procrea un ciudadano ejemplar a Jaime de la Guardia Silva, rector de la Casa de Méndez Pereira.

La impronta de los Guardia en el acontecer nacional se hace sentir con prominentes figuras como Monseñor Jované, Justo Antonio Facio, Carlos Iván Zúñiga, Harmodio y Arnulfo Arias, Tomás Guardia y Fernando Guardia Jaén entre muchos otros que Omar Jaén Suárez distingue en su monumental compendio.

El autor considera que la figura de más relieve en el siglo XX del clan fundado por Diego de la Guardia Benítez Marchena es Ernesto de la Guardia Navarro, hombre de vanguardia con dotes de estadista que en elecciones pulcras le entrega el poder presidencial a Roberto F. Chiari.

Omar Jaén Suárez a diferencia de los historiadores nacionales confronta con puntualidad cervantina el entorno de la sociedad y así manifiesta que el gobierno panameño favorece al propietario privado sobre el interés colectivo, privilegia la importación en desmedro de la producción nacional y la seguridad alimentaria del país. Que la entidad estatal es dirigida mediocremente, que impera el desgreño, la falta de civismo, la mala educación, la corrupción pública y privada, el poder clerical como el clientelismo electoral. Que la institucionalidad está huérfana del interés por la afirmación del carácter nacional panameño, de fortalecer la memoria histórica y los valores nacionales y el laicismo de los fundadores de la República. Que la república de los primos sigue gobernando con despotismo y beneficio exclusivo de los bienes nacionales. Que vale más tener en lugar de ser como modo de vida con principios éticos, cívicos y patrióticos. Que tenemos el deber de construir una nación la cual asegure el derecho al futuro de la actual y próximas generaciones de panameños.

Panamá, 22 de junio de 2017.

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